Ansiedades y miedos que deja la situación pandémica

Después de más de un año de convivencia con el Covid-19 y sus restricciones, la psicopedagoga Laura Collavini hace un análisis de lo que los niños y adolescentes sienten de este período.

Redacción

Por Redacción

Por Laura Collavini (Psicopedagoga)

Sabíamos que no sabíamos. Sabemos que no sabemos.
Transcurrimos vivencias tan inciertas, a raíz de la pandemia de coronavirus que asola el mundo desde el año pasado, que las emociones más diversas son posibles cultivar. La imposibilidad de proyectar en el corto y mediano plazo, se transforma en un nido eficiente para la ansiedad.
Energía contenida, proyectos a medio hacer en el mejor de los casos, tantos en carpetas y otros tantos que no podrán ser realizados.


Toda esta situación que vivimos me recuerda a dos compañeras de teatro interpretando a dos señoras, su encuentro implicaba comunicar a la otra lo víctimas que eran por los diversos dolores que atravesaban. Cuando una contaba un dolor, la otra retrucaba con el doble. Así la apuesta subía.
En este escenario pandémico no logré hablar con nadie que pudiera decir que lo atraviesa indemne.
Todos tienen algún síntoma, alguna queja, algún sufrimiento que tardará en sanar.
Mi marco laboral (como psicopedagoga) son los niños y sus familia, por eso, voy a relatar algunas cuestiones que comienzan a surgir y que supongo que es el comienzo de algo que no sabremos a dónde nos llevará.

Lo que se ve


• Los niños están atravesando angustia por sus padres y mayores amados. Tanto por problemas laborales, como por problemas de salud.
• Los niños sienten que fueron discriminados porque se repite que son los que contagian y se sintieron culpables en muchas ocasiones por eso.
• Dejaron su lugar de referencia mayor, su escuela.
• También, y por esa razón, dejaron a sus amigos, sus lazos sociales.
• Dejaron sus juegos, que los hacen crecer, pelearse, amigarse, debatir, acordar.
• Muchos se refugiaron en la televisión. Y en todos los dispositivos móviles.
• Hicieron tareas muchas veces sin saber si estaba bien y muchas veces sin siquiera comprender esas tareas.
• Cuentan que los docentes no llegaban a responder las preguntas y se sintieron dejados de lado.
• En muchas familias, perdieron un familiar y no pudieron despedirse como consecuencia de las restricciones por el Covid.
• La no despedida deja una sensación de pérdida y dolor sin poder resolver ni transitar.

En relación a este 2021:


• Agradecen las clases presenciales.
• Sienten que es un proceso que aún atraviesan y que deben reencontrarse socialmente.
• La poca posibilidad de movimiento en los recreos (por el protocolo) impide muchos juegos que disfrutaban.
• Registran que se distraen con mayor facilidad, o que no logran concentrarse en forma presencial y en que en la forma virtual el objetivo les es aún más difícil.
• Se observa con mayor frecuencia la sensación de no ser parte, aunque no existan escenas concretas de exclusión por parte de compañeros.
• Se observa mayor dificultad en la organización espacial y en el desarrollo motriz.
• Los niñ@s y adolescentes están con mayor angustia.
• En muchas ocasiones sienten que no van a poder y muchas veces expresan el deseo de dejar el colegio.
• Aunque pueden salir a la calle a dar un paseo, sienten miedo. Prefieren quedarse en casa, con sus dispositivos.
• Conocen más de las redes sociales, pero no de cultura general.
• Presentan mayores trastornos del sueño.
• También se dan más casos de trastornos de la alimentación.
• Hay mayores índices de violencia familiar.
Seguramente hay muchos más para enumerar en estas listas.
La intención de estos pequeños y generales ítems no es generar angustia.
Pero lo cierto es que para poder trabajar en forma eficiente es necesario una observación de la realidad.
Los síntomas varían según los contextos.
A la comunidad que conforma nuestro futuro les pasan cosas intensas.
A los futuros médicos, políticos, maestros, madres, padres, les pasan cosas interesantes. Atraviesan momentos difíciles los futuros albañiles y arquitectos, comerciantes y empleados.
Más allá del lugar que en el futuro vayan a ocupar son seres humanos. Son pequeños, ríen y lloran con facilidad.
A veces dicen demasiadas verdades que los adultos no toleramos.
Los niñ@s y adolescentes son personas. Son el futuro de nuestra Nación. Lo digo así, para alzar la voz como tantos que lo hacemos. Esperemos gritar más fuerte que el valor del dólar y el petróleo.


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