Caso Mandagaray: «Gabriel amaba ser policía, siempre fue su vocación»

Sofía Villalba, pareja del fallecido joven Mandagaray, sigue de cerca el avance de la causa judicial que busca determinar qué pasó en BahíaCreek. Desde su casa en Cipolletti, en compañía de su pequeño hijo, repasó su relación y contó sus sensaciones.

Atravesada por el dolor pero con mucha entereza Sofía Villalba contó sus vivencias a través de un diálogo realizado en forma virtual desde su lugar de residencia en Cipolletti, a casi cuatro meses de la desaparición física de su pareja, el oficial principal Gabriel Mandagaray.

Está dolida por algunas actitudes de la Policía de Río Negro, busca explicaciones de lo que pasó y sigue de cerca la marcha de la causa judicial que tiene cuatro policías investigados.

En seis meses su vida tocó los extremos. El 28 de octubre de 2020 nació Samuel y el 15 de abril pasado recibió el duro golpe de la muerte de Gabriel, en Bahía Creek, mientras participaba en un curso de entrenamiento del Cuerpo de Operaciones Especiales y Rescate de la fuerza rionegrina. Un hecho que conmocionó a la sociedad y puso la lupa sobre la formación de los uniformados.

P: ¿La reciente reconstrucción del hecho fue importante?

R: “Fue difícil por el hecho de enterarme de la cantidad de cosas que vivió Gabriel en sus últimos días, fue fuerte escuchar a los testigos, al igual que ver a los imputados parados ahí; pero sobre todo enterarte, si bien sabía de algunas cosas que pasaban acá en su unidad (por Cipolletti) nunca me imaginé que en el curso, donde él fue a aprender le estuvieran haciendo esas cosas. Enterarte que pasó tantos momentos tan feos y dolorosos fue difícil para mí y para toda la familia”.

P:¿Pudieron participar en todo el proceso?.

R: “No pudimos llegar hasta el lugar de la reconstrucción pero se ve que es un lugar donde no te podés meter a bañar, mucho menos sin personas que actúen alrededor como auxilio, como bañeros o personal de Prefectura”.

P: Hiciste referencia a cosas que pasaron en la unidad, ¿a qué te referís?

R: “Cuando llegó a Cipolletti y vuelve a su unidad que era el COER estaba este jefe (en referencia a Alfredo Nahuelcheo) que lo hacía trabajar y también lo sobreentrenaban. A la mañana tenía actividad física, que es normal porque tenían un profe de educación física y le hacía hacer lo que corresponde, y a la tarde lo sacaban a correr o caminar y eso lo hacía el jefe. Cuando le preguntaba con qué fin lo hacían me decía que era porque lo estaban preparando para el curso. Un día llegó a medianoche, se había ido temprano y contó que lo hicieron caminar desde el COER que queda en Ferri hasta el lago Pellegrini con una mochila con dos discos de 10 kilos cuando para el curso iba a tener que llevar una mochila con 20 kilos pero bien distribuidos y no así que lo puede lastimar. También el maltrato, porque él decía que el jefe de la unidad no lo quería porque no lo había pedido y él volvió a su unidad porque ya había estado ahí antes de entrar en la escuela y volvió también porque estábamos su familia: Samuel y yo. Él vuelve contento y se encuentra a este tipo que lo sobreexigía y lo maltrataba, o no quería alguien como él que era muy inteligente y amaba ser policía, amaba su vocación; algo que yo no llegaba a entender porque soy civil pero él siempre estaba atento si pasaba algo, si le pasaba algo al vecino, porque le gustaba ser policía. Además llegó como un pibe que le gustaba, con vocación y sabía mucho; yo creo que lo subestimaban”.

P: ¿Era permanente esa exigencia?

R: Fue hasta el último día. Gabriel se fue de casa el domingo (11 de abril) para el lunes ir al curso y hasta el sábado lo hicieron hacer una actividad física muy dura. Además trabajaba desde las siete de la mañana, volvía a la casa a la una o dos de la tarde, volvía a las cuatro o cinco y salía a las dos de la mañana y volvía a entrar a las siete”.

P: ¿Creés que ser hijo de policías de jerarquía importante le jugó en contra?

R: “Creo que sí, por ser Mandagaray le exigían más, por creer que estaba acomodado o que estaba ahí por ser hijo de. Pero era un pibe que tenía mucha vocación y era muy inteligente por sí solo y esa necesidad de no ser hijo de… lo llevaba a ser muy cumplidor y a estudiar un montón, porque sabía un montón. Muchas veces lo subestimaban le decían que estaba acá gracias al padre o la madre y también lo sufrió mucho en la Escuela y lo sufrimos los dos porque mientras estuvo en la Escuela yo estaba embarazada”.

P: ¿Qué actitud tuvo la fuerza con ustedes desde lo que pasó con Gabriel?

R: “Con respecto a mí la Policía nunca se nos acercó. Él sigue siendo hijo de, pero con nosotros nada. Sí veo que está avanzando la causa, pero de la Policía no tuve ningún llamado, lo veo como una falta de humanidad para con nosotros, si no fuera que nosotros tenemos ayuda familiar, tanto de mis papás como de los papás de Gabriel estaríamos en la nada, nadie se nos acercó”.

P: ¿Cómo ves la actuación judicial, qué esperás de la Justicia?

R: “Veo que va avanzando, pero todo gracias a nuestro abogado Damián (Torres) pero espero que estos tipos vayan presos, lo que hicieron fue una negligencia, acá a los pibes los metieron al mar y no había nadie para ayudarlos, cómo puede ser que los cuatro que están imputados hayan llegado a eso rangos, llegar hasta ahí sin estar capacitados, porque cuando vas a hacer un curso tienen que estar preparados para lo peor y no estaban preparados, Todos deberían pagar una condena, cómo pueden tratar a los pibes así, a Gabriel lo llevó a la muerte, pero a todos los trataron mal. Gabriel se fue un día y nos dijo en 30 días vuelvo y no volvió más, sabés cuántas somos las mujeres que esperamos a nuestros maridos, a nuestras parejas en la casa, cómo pude ser que no haya un trato más humano para estos chicos que tienen familias. Era nuestro sostén, era todo, se había cargado la familia al hombro y Samuel tenía cuatro meses cuando Gabriel se fue”.


El uniforme policial como un legado familiar


El joven oficial ayudante Gabriel Mandagaray tuvo a la Policía de Río Negro casi como una escuela de vida.

Se crió en ese ámbito porque sus padres, el comisario general Antonio Jesús Mandagaray y la comisaria mayor Elsa Adriana Fabi; tienen una dilatada carrera en la fuerza. El mismo camino siguió su hermana mayor Verónica; por eso, no sorprendió su elección.

En 2015 entró como personal civil en el área de Criminalística, pasó por la armería y el COER. En 2019 ingresó a Escuela de Cadetes en Viedma donde cursó el primer año con normalidad y el segundo con las restricciones impuestas por la pandemia. En la última temporada de verano estuvo en Bariloche hasta que en marzo pasado tuvo como destino la unidad del COER de Cipolletti.

Sofía recordó que se conocieron en 2017, cuando él tenía 20 años y ella regresó a la ciudad valletana desde Barioche. “Empezó nuestra relación, con idas y vueltas porque no sentábamos cabeza y cada uno tenía sus cosas, no nos juntábamos porque cada uno estaba en sus estudios y ni pensar en tener una familia”.

Pero “nos volvimos a ver en 2019, él estaba en la Escuela de Cadetes y empezamos una relación más de verdad porque los dos estábamos más maduros, más centrados y queríamos tener un hijo”.

En plena pandemia Sofía quedó embarazada y pasó por diferentes situaciones. Recordó algunas duras como “cuando lo llamaba a la escuela y no me dejaban hablar, son momentos donde una mujer embarazada necesita más contención” y otras más felices porque la suspensión de clases les permitió la convivencia en Viedma, hasta que “en agosto vuelve a la escuela”.

Ya con Samuel como nuevo integrante de la familia estuvieron en Bariloche mientras Gabriel realizaba la temporada de verano y en marzo encontraron su lugar en Cipolletti.

“Nos fuimos a vivir juntos, alquilamos un departamento y nos fuimos los tres, ahí empezó nuestra aventura”, aunque “en abril se fue al curso” y lamentó que “una vez que pudimos encontrar nuestro lugar, que lo armamos como nos gustaba; en un mes y medio tuve que sacar todas las cosas. Fue muy fuerte” remarcó.

A Gabriel, quien amaba su vocación, lo definió como “muy paciente con nosotros, desde el primer día me dijo que se iba a cargar la familia al hombro”, agregó que “era atento con nosotros, un papá muy presente y como pareja muy bueno conmigo. Siempre se preocupó por mí, para que tuviera mis tiempos mi lugar”.

Dijo que “amaba a Samuel y anhelaba ser padre, siempre hacía todo correctamente porque no quería perder su trabajo, con su sueldo se encargaba de todo, como cabeza de familia no tengo nada que decir, como pareja éramos muy unidos y con Samuel también, pero lo pudo disfrutar muy poco”.

Se lamentó que “Samuel va a conocer a su papá por lo que le contemos nosotros” y sostuvo que “estoy viviendo con mi hijo con la ayuda de mi familia y de la familia de Gabriel, que están muy presentes en nuestras vidas”.


El curso no preveía actividades en el agua


El “Curso Básico COER. Programa de Selección y Formación” estaba dividido en tres módulos y no tenía previsto actividades en el agua, según el documento al que pudo acceder RÍO NEGRO.

“El criterio de selección está orientado a buscar entre los postulantes un perfil que se ajuste a las exigencias establecidas en la reglamentación vigente, acorde a las múltiples funciones que se le asignan a cada Unidad Especial”, indica el texto.

Además, el módulo inicial -con diez días de duración- estaba programado “en la zona rural ubicada sobre Ruta Provincial 1” a 15 kilómetros de Viedma.

Dentro del “programa de contenidos mínimos” se establecía la formación de grupo y binomios, descensos de vehículos y técnicas de disturbios barriales, en manifestaciones públicas, en lugares confinados y en eventos deportivos, entre otros puntos.

Las otras dos partes, cada una de 10 días, serían “en el asiento de la Unidad COER de esta localidad” en referencia a Viedma y estaban vinculados a “armas y tiro, legislación policial y primeros auxilios” y “operador CQB y nociones básicas de negociación y gerenciamiento de crisis”.

Este mes se cumplirán los 120 días que marca el reglamento interno y la Jefatura de Policía deberá resolver la situación de los cuatro efectivos suspendidos.


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