Científicos argentinos hallan un talón de Aquiles de las células cancerosas

Son el matrimonio Maximiliano D´Angelo, que pasó su infancia en Neuquén, y Marcela Raíces. Viven en California y con otros investigadores encontraron un camino para bloquear el crecimiento de tumores. Por ahora solo en ratones.

Un estudio realizado en California, en los Estados Unidos, y liderado por el matrimonio argentino Maximiliano D’Angelo -que vivió sus primeros años en Neuquén- y Marcela Raíces con un grupo de investigadores reveló que al obstruir las puertas de acceso al núcleo, se podría matar células cancerígenas. Se trata de un avance que abre nuevos caminos para desarrollar nuevos tratamientos contra el cáncer, aunque aún falta encontrar un fármaco que pueda realizar ese proceso.

“Nuestro estudio es el primero que demuestra que al bloquear la formación de estas puertas nucleares, podemos selectivamente matar las células cancerosas”, afirmó D´Angelo al ser entrevistado por RIO NEGRO.

El estudio fue realizado en el Sanford Burnham Prebys Medical Discovery Institute de EE.UU. Encontraron que al frenar la construcción de nuevos complejos nucleares, que son puertas de acceso a la información genética, se logra matar a las células cancerígenas. El descubrimiento fue publicado en la revista académica Cancer Discover, de la Asociación Estadounidense para la Investigación del Cáncer.

“Buscamos nuevas terapias basadas en complejos nucleares que estudiamos en el laboratorio hace muchos años. Son muy importantes en las células”, explicó el investigador. Se llaman complejos de poros nucleares (NPC) y son básicamente canales que conectan el núcleo de la célula con las otras partes que la conforman. Se pueden considerar las puertas hacia el núcleo (genoma). Es decir, todo lo que entra en contacto con el genoma, tiene que pasar por estas puertas”, explicó D’Angelo, quien es licenciado en Química y doctorado en Biología Molecular del Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular del Conicet.

El estudio implicó cinco años de trabajo. “Pensamos que como complejos de poros nucleares (NPC) son estructuras muy esenciales, se observaría lo mismo en las células normales y en las células cancerosas. Pero lo que vimos es que las células normales dejan de crecer en lugar de morirse. Y si se les reactiva la formación de los poros, vuelven a crecer. O sea que las de cáncer se mueren y las otras no”, expuso el científico desde Estados Unidos.

Para indagar sobre el proceso primero el equipo de D´Angelo empezó a estudiar células de cáncer (de melanoma, colorrectal y leucemia) que se sabe tienen un mayor actividad de transporte a través de esos complejos. Y se comenzó experimentando con esas células cultivadas in vitro. De esta manera, descubrieron “cómo las células tumorales se morían y las normales no”. Luego, se trabajó con ratones. “Se tomaron células tumorales y se inyectaron en un ratón. Formaron tumor en el animal. Se dejó que crezcan y se observó que cuando las células no están tratadas, el tumor crece muchísimo. En cambio, en las células cancerosas en que se inhibió la formación de poros nucleares no sólo no crecieron, sino que disminuyeron”, explicó. Precisó que el trabajo en animales se basó en células de melanoma, de cáncer colorrectal y leucemia.

“Históricamente se sabía que los poros son esenciales para la supervivencia de las células. Porque controlan todo el transporte de moléculas hacia adentro y hacia afuera del núcleo por lo cual se creía que al inhibir su formación afectaría a todos los tipos de células”, comentó la doctora Raíces.

Marcela Raíces, co-dirige con su marido un equipo para estudiar los tumores.

“Llevó tiempo hacer los experimentos pero valió la pena. Tal como esperábamos las células tumorales fueron muy sensibles a la falta de formación de poros, mientras que las células normales sobrevivieron el tratamiento. Estamos muy contentos de haber sacado adelante este proyecto y esperamos poder continuar y en el futuro identificar compuestos que permitan utilizar estos descubrimientos como estrategia terapéutica”.

A partir del descubrimiento, ahora se busca “la molécula base para después desarrollar fármacos que hagan lo mismo (inhibir la formación de poros) sin tener que hacer ninguna modificación genética. Hay que ver si son tóxicos o no, y, si se mantienen o no”. El investigador argentino reconoció que es difícil precisar cuánto tiempo puede durar ese proceso, y hay que hacer ensayos clínicos para evaluar la potencial terapia en cuanto a eficacia y seguridad.

El científico nació en Bahía Blanca y cursó sus estudios primarios y secundarios en Neuquén. Tras la publicación de su estudio sobre cáncer, se mostró optimista. “Ya funcionó muy bien a nivel de laboratorio. Faltan etapas todavía. Pero parece que tiene mucho potencial”, expresó.

Además explicó por qué podría tratarse de un avance: “En relación a los diferentes cánceres, uno de los problemas principales es que terminan teniendo resistencia a los fármacos disponibles. Porque muchas células cancerígenas inhiben procesos de señalización. Pero el descubrimiento que hicimos significaría que se le podría cerrar la puerta para que las células tumorales no puedan seguir viviendo. Por lo que podría aplicarse a distintos tipos de cáncer. Si logramos encontrar estos fármacos debería ser potencialmente una muy buena terapia”, subrayó el investigador que desde hace 27 años vive en Estados Unidos. “Sería algo nuevo que nunca fue usado para una terapia en cáncer”.


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