“Cristianismo sin religión”
En esta carta se citan varios filósofos y escritores contemporáneos. Creo que no es necesario que usted los conozca ni que conozca su obra para entenderla, pero puede hacerlo. Aquí se los presenta por su visión acerca de la forma que ha tomado nuestra relación personal con Dios, con la verdad, con la historia y con las ideologías en la era posmoderna en que vivimos. Yo no sé más que nadie pero encontré esta perspectiva esbozada en un ensayo sobre política, religión y cultura y me pareció plausible. A diferencia de Theodor Adorno y Max Horkheimer, quienes predijeron que la comunicación moderna “produciría una homogeneización general de la sociedad”, Vattimo ve una “explosión y una proliferación general de visiones y concepciones del mundo”. En posteriores trabajos se refiere con frecuencia a la proliferación de concepciones del mundo como el “pluralismo babélico” de la posmodernidad. La clave está en que, con la comunicación de masas de hoy, su “miríada de formas de realidad” imposibilita cualquier historia unidireccional o cualquier visión del mundo particular. De este modo lo posmoderno sugiere un modelo alternativo de emancipación. A diferencia del modelo de conciencia lúcida reflejado en el espíritu absoluto de un pueblo de Hegel o de la concepción de Marx de una humanidad liberada de la falsa conciencia, el modelo de emancipación posmoderna de Vattimo está basado en “la oscilación, la pluralidad y, por último, la erosión del mismo ‘principio de realidad’”. En otras palabras, lo posmoderno es posmetafísico, en un momento en que la libertad “no consiste en tener un conocimiento perfecto de la estructura necesaria de la realidad y conformarse a ella”; se concibe más bien como una desorientación en virtud de la disolución de la realidad. Como escribe Vattimo, “si en un mundo multicultural desmonto mi sistema de valores religiosos, estéticos, étnicos y políticos, seré muy consciente de la historicidad, contingencia y finitud de tales sistemas y podré comenzar por mi cuenta”. Esta lectura más positiva de la historia de la secularización y esta visión más esperanzadora, por no decir optimista, de lo posmoderno como posmetafísico, lleva a Vattimo a tomar distancia de lo que llama el “cristianismo trágico y apocalíptico de Dostoyevski”. Aunque el relato de Dostoyevski sobre el Gran Inquisidor emplea el recurso de lo trágico en una crisis espiritual, también anticipa una historia; esto es, nuestra historia del retorno –después del despojamiento existencial posmoderno– a la fe basada en el amor a Cristo. Alberto Félix Suertegaray, DNI 14.169.481 – Roca
En esta carta se citan varios filósofos y escritores contemporáneos. Creo que no es necesario que usted los conozca ni que conozca su obra para entenderla, pero puede hacerlo. Aquí se los presenta por su visión acerca de la forma que ha tomado nuestra relación personal con Dios, con la verdad, con la historia y con las ideologías en la era posmoderna en que vivimos. Yo no sé más que nadie pero encontré esta perspectiva esbozada en un ensayo sobre política, religión y cultura y me pareció plausible. A diferencia de Theodor Adorno y Max Horkheimer, quienes predijeron que la comunicación moderna “produciría una homogeneización general de la sociedad”, Vattimo ve una “explosión y una proliferación general de visiones y concepciones del mundo”. En posteriores trabajos se refiere con frecuencia a la proliferación de concepciones del mundo como el “pluralismo babélico” de la posmodernidad. La clave está en que, con la comunicación de masas de hoy, su “miríada de formas de realidad” imposibilita cualquier historia unidireccional o cualquier visión del mundo particular. De este modo lo posmoderno sugiere un modelo alternativo de emancipación. A diferencia del modelo de conciencia lúcida reflejado en el espíritu absoluto de un pueblo de Hegel o de la concepción de Marx de una humanidad liberada de la falsa conciencia, el modelo de emancipación posmoderna de Vattimo está basado en “la oscilación, la pluralidad y, por último, la erosión del mismo ‘principio de realidad’”. En otras palabras, lo posmoderno es posmetafísico, en un momento en que la libertad “no consiste en tener un conocimiento perfecto de la estructura necesaria de la realidad y conformarse a ella”; se concibe más bien como una desorientación en virtud de la disolución de la realidad. Como escribe Vattimo, “si en un mundo multicultural desmonto mi sistema de valores religiosos, estéticos, étnicos y políticos, seré muy consciente de la historicidad, contingencia y finitud de tales sistemas y podré comenzar por mi cuenta”. Esta lectura más positiva de la historia de la secularización y esta visión más esperanzadora, por no decir optimista, de lo posmoderno como posmetafísico, lleva a Vattimo a tomar distancia de lo que llama el “cristianismo trágico y apocalíptico de Dostoyevski”. Aunque el relato de Dostoyevski sobre el Gran Inquisidor emplea el recurso de lo trágico en una crisis espiritual, también anticipa una historia; esto es, nuestra historia del retorno –después del despojamiento existencial posmoderno– a la fe basada en el amor a Cristo. Alberto Félix Suertegaray, DNI 14.169.481 - Roca
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