Crudos testimonios en el juicio por el asesinato de Lucanera

VIEDMA (AV).- Pocos pero crudos relatos. Un par de testigos declararon ayer en la segunda audiencia del juicio por el asesinato del policía de Viedma Andrés Lucanera, hecho del que hoy se cumplen dos años. La audiencia se sigue desarrollando a puertas cerradas por haber sido el imputado menor de edad al momento del hecho. Sólo se permite el ingreso de familiares de la víctima. El Tribunal, integrado por Gustavo Azpeitía, María Luján Ignazi y Carlos Reussi, dispuso para hoy una rueda de reconocimiento y resolvió pasar a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes a las 9:30. Esta sería la última audiencia en la que se escucharían los alegatos de la fiscal de Cámara Adriana Zaratiegui, la defensora oficial, Marta Ghianni y la defensora de Menores, Patricia Arias. Ayer trascendió que los testimonios escuchados hasta el momento -incluido el relato de un testigo de identidad reservada que fue incorporado por lectura- han sido tan contundentes como tremendos en relación a la actuación del joven que, en plena tarde, disparó directamente a la cabeza de un hombre de 26 años que buscaba un perro que se le había extraviado, y que circulaba por el barrio Lavalle junto con un amigo a bordo de una camioneta. Esa persona que cayó ensangrentada sobre las piernas del conductor del vehículo, derribada por la fuerza del disparo, era un policía de civil y tenía cinco pequeños hijos. Momentos antes del asesinato de Lucanera el imputado habría protagonizado otro intento de robo utilizando la misma arma de fuego, también en el barrio Lavalle y a pocos metros del fatal ataque. Al imputado -hoy mayor de 18- se le atribuye haber sido quien aquel 29 de mayo de 2011 disparó contra Lucanera, quien se trasladaba en el asiento del acompañante de una camioneta con el vidrio de la ventanilla bajo. La lenta circulación del vehículo fue interrumpida en la calle 10 del barrio Lavalle por un menor de edad que portaba un arma de fuego, quien tenía la aparente intención de apoderarse de dinero y bienes de los ocupantes de la camioneta. El robo no se concretó porque la muerte llegó primero, tras el disparo gatillado a menos de un metro de distancia de la víctima.


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