Cuando el café huele a nafta: otra secuela molesta

Además de la conocida pérdida de olfato a causa del Covid-19, hay muchos casos de distorsión del olor relacionada llamada fantosmia, que hace que la gente huela aromas que no están allí. Lo que se sabe hasta ahora y lo que se puede hacer, según expertos.

Jennifer Spicer pensó que sus días de sentir los efectos del COVID-19 habían terminado. La fiebre, los escalofríos y la fatiga severa que atormentaron su cuerpo en julio se habían disipado hace un tiempo. Y para gran entusiasmo de esta autodenominada “amante de la comida”, sus sentidos del olfato y el gusto estaban regresando poco a poco.


“Pensé que me había recuperado”, dijo Spicer, de 35 años, médico de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta, quien estuvo expuesta al nuevo coronavirus por medio de un paciente. Aunque sus sentidos no habían regresado por completo, estaba comiendo y bebiendo “de forma completamente normal” de nuevo. “Sentí un gran alivio”, dijo.

Pero ese alivio duró solo hasta un viernes por la noche a finales de octubre, cuando tomó un sorbo de una copa de vino tinto recién servida. “Sabía a nafta”, dijo Spicer, quien revisó la botella, no encontró nada malo y volvió a probar el vino. “Terminé tirando toda la copa de vino. Así de malo fue”.

Sin embargo, probablemente el vino no fue el problema. Su experiencia es muy similar a la de otros supervivientes del COVID-19 que están recuperando su sentido del olfato. Tienen una condición conocida como parosmia, una distorsión a menudo temporal que hace que las cosas huelan de manera diferente -por lo general desagradable- dijo Richard Doty, director del Centro del Olor y el Gusto de la Universidad de Pensilvania.

“En varias maneras es más extenuante que la pérdida de olfato”, dijo Doty. Señaló que ciertas distorsiones, incluyendo una que hace que todo tenga olor fecal, pueden lograr que los alimentos y las bebidas comunes sean repugnantes, porque el sabor está vinculado con el sentido del olfato. “Incluso el agua puede volverse desagradable”, dijo.

Oler cosas que no hay, y que encima tengan olor desagradable es una de las consecuencias del Covid-19.


Para Spicer, los aromas del ajo y la cebolla cocidos que antes le parecían deliciosos, ahora son intolerables. La carne huele como si estuviera podrida, y la pasta de dientes de menta es tan desagradable que tuvo que cambiarse a una con sabor a chicle. Quizás lo peor de todo, es que el rico aroma del café ha sido reemplazado por un penetrante olor a nafta.

Relatos similares de parosmia y de una distorsión del olor relacionada llamada fantosmia, que hace que la gente huela aromas que no están allí, han inundado las redes sociales en los últimos meses. Los grupos de Facebook para aquellas personas con distorsiones o pérdida de olfato relacionada con el COVID-19 tienen ahora miles de miembros. Algunos dicen que perciben bocanadas de humo de cigarrillo dondequiera que van. Otros no pueden identificar el olor fétido que constantemente asalta sus sentidos. Yanna Casey, de 25 años, de Atlanta, dijo que el hedor es en particular terrible cuando está cerca de artículos de limpieza.

“Se siente extraño, porque mi cerebro está intentando hacer la conexión de ‘se supone que eso tiene que oler a lavandina’, pero no huele a lavandina”, dijo Casey, quien aún no ha recuperado gran parte del olfato desde que se enfermó a principios de julio. “Es ver una cosa y oler otra distinta, es incómodo”.

Los resultados iniciales de un cuestionario internacional publicado en junio en Chemical Senses revelaron que alrededor de 7% de los cerca de 4,000 encuestados diagnosticados con COVID-19 reportaron haber experimentado un a distorsión del olor. Aunque las y los especialistas no saben qué proporción general de pacientes tendrá afectación por la parosmia, es “probablemente un número significativo”, dijo Justin Turner, director médico del Centro de Olor y Sabor del Centro Médico de la Universidad Vanderbilt.

Entrenar el olfato es una de las maneras de recuperarlo.


Las distorsiones por lo general se presentan en personas que se están recuperando de COVID-19 y comenzando a recobrar su sentido del olfato, dijo Turner.

“En muchos sentidos, tener una parosmia en el contexto del COVID-19, o cualquier otra infección viral de las vías respiratorias superiores que cause pérdida de olfato, es algo hasta positivo, porque sugiere que estás haciendo nuevas conexiones, obteniendo una regeneración de ese tejido olfativo y regresando a la normalidad”, dijo.

Aún se desconoce mucho sobre el sentido del olfato humano, pero hay especialistas que tienen una teoría sobre cómo la pérdida del olfato relacionada con ciertos virus, como el nuevo coronavirus, puede conducir a la parosmia, dijo Danielle Reed, directora asociada del Monell Chemical Senses Center, un instituto de investigación sin fines de lucro en Filadelfia. “Una especulación sería que durante el proceso de las neuronas receptoras olfativas de recuperarse, volver a crecer y conectarse con el cerebro, no lo hacen perfectamente”, dijo Reed. En lugar de estar conectadas para que “un limón huela a limón, las neuronas divagan un poco y no se conectan de forma correcta. Y entonces el cerebro se confunde sobre cómo interpretar esa información”.

Donald Leopold, profesor de otorrinolaringología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Vermont, comparó la parosmia con tocar un piano al que le faltan algunas teclas. “Normalmente tienes un olor, digamos una rosa, que toca seis teclas”, o neuronas, dijo Leopold. “Si tienes un resfriado causado por un virus o si contraes el coronavirus y eso mata algunas de esas neuronas, digamos que solo te quedan tres de ellas, eso ya no te permite oler una rosa correctamente. Al igual que si tocas esas tres teclas, no sonaría como el mismo hermoso acorde con seis teclas que tocaste en el piano”.


Sin embargo, los expertos enfatizaron que las personas que experimentan parosmia no deben entrar en pánico. Aunque el proceso de regeneración de las células olfativas es “muy variable”, según Turner, el fenómeno generalmente va desapareciendo a medida que las personas van recuperando por completo su función olfativa.

Spicer, la médica de enfermedades infecciosas que sufre de parosmia, dijo que ha intentado diversificar su dieta, en lugar de simplemente comer “cosas insípidas”, y comenzó a tomar un multivitamínico. Hace poco se dio cuenta de que podía tolerar un plato de curry tailandés.

Ante la falta de respuestas concretas, Reed instó a las personas con parosmia a buscar a otras personas que estén teniendo experiencias similares, como las de los grupos de apoyo en línea. “Algunas personas, creo, se benefician del simple hecho de poder conversar con alguien que esté pasando por lo mismo que ellas”, dijo. “No es lo mismo que un tratamiento médico, pero creo que algunas personas obtienen una enorme tranquilidad al poder desahogarse con otra que puede entenderles”.


Algunos consejos para reducir los efectos



La investigación sobre la parosmia y las secuelas se encuentra en una etapa muy inicial pero hay formas de reducir los efectos negativos:

El “entrenamiento del olfato”: Implica olfatear diferentes olores al menos dos veces al día durante 10 a 15 segundos por varias semanas. Los aromas comunes utilizados para el entrenamiento suelen ser rosa, limón, clavo y eucalipto.

Una solución temporal es encontrar formas de tapar la cavidad nasal. Algunas personas cuyo trastorno se activa con la comida y las bebidas, lo hacen. Aunque el sabor no está, no tienes la experiencia del sabor desagradable”, explican.

Si esos métodos no funcionan, y comer y beber provocan náuseas, sugieren mantener una dieta saludable: probar batidos o licuados. Hacerlo “puede ser una buena manera de seguir obteniendo muchos nutrientes”.



Por Allyson Chiu (The Washington Post)


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