Cuando la ecología fue arte

Nicolás García Uriburu falleció el domingo pasado a los 78 años. El artista fue pionero en el land-art y artífice de la conciencia ecológica. Su lenguaje plástico renovó paradigmas en torno al cuidado ambiental. Sobresalieron sus intervenciones naturales.

García Uriburu, el hombre que hizo arte la ecología

El arquitecto y artista plástico Nicolás García Uriburu, fallecido el domingo pasado a los 78 años, dejó como legado una fuerte búsqueda de la identidad latinoamericana así como su mirada visionaria y pionera en el land-art, artífice de una temprana conciencia ecológica que mediante sus ríos teñidos de verde y numerosas acciones artísticas abogó contra el uso abusivo de los recursos naturales.

La definición de una identidad local y regional fue tan marcada en su trayectoria que trascendió su propia obra –más allá de los ombúes que redefinió en sus pinturas de sesgo pop o esos mapas patas para arriba con que cuestionaba las nociones de dominio territorial– y se reflejó en una vasta colección de arte precolombino que forjó a lo largo de décadas.

García Uriburu, quien pintó de verde no sólo el Gran Canal de Venecia sino también el Riachuelo, legó una estética vibrante y un compromiso ambiental inusual para la época, que lo llevó de las mecas mundiales del arte a correligionario de Greenpeace en sus ‘acciones verdes’.

Su conexión con lo lúdico lo acompañó hasta el final de sus días y reforzó desde el principio su responsabilidad con el saneamiento del Planeta, a través de un lenguaje artístico que renovó paradigmas en torno al cuidado ambiental y sacudió la percepción con colores brillantes y fuertes, así como con formas sencillas.

El hombre que supo codearse con Salvador Dalí, Andy Warhol o Joseph Beuys, el que enmarcó su distintiva estética en un interés ecológico proactivo contra el abuso de recursos naturales, unió las ciudades de Nueva York, París, Venecia y Buenos Aires con el verde característico de su mameluco, el mismo con que había hecho brillar el Gran Canal veneciano en plena Bienal del ‘68, el año de la imaginación al poder.

García Uriburu fue profeta en su tierra y fuera de ella –ícono de una obra de características pop–: en 1968 obtuvo el galardón Le Franc, seguido por el Gran Premio Nacional con su obra “Las tres gracias”; en 1974 coloreó los puertos de Amberes, en Bélgica, y Niza, en Francia; y en 1975 recibió el Primer Premio Bienal de Tokio.

Sus acciones artísticas incluyeron extensas plantaciones de árboles: 5.000 en 1982 en Buenos Aires y tres kilómetros más de especies autóctonas entre 1988 y 1995, intervenciones que replicó en suelo chileno y uruguayo.

Con el regreso de la democracia, García Uriburu coloreó las fuentes de la Plaza del Congreso y Monumento a los Españoles de Buenos Aires, íconos cívicos y urbanísticos a los que sumó años más tarde la pirámide del museo Louvre, en París, contra el uso de armas químicas.

Fue en los 90 que retomó lo más celebrado de su arte y coloreó las fuentes del Museo de Arte de Sao Paulo en Brasil y el Dock 3, en el porteño Puerto Madero.

Su muerte deja como herencia una vasta obra que incluye entre otras, la serie de pinturas y fotografías de “Intervenciones a la naturaleza”, las instalaciones de “Denuncias contra la contaminación”, los objetos de “Víctimas y victimarios” y las serigrafías del proyecto “Portfolio manifiesto”.

Su deceso fue precedido por un conflicto familiar que lo llevó a desmentir, hace un mes, que padeciera “demencia frontotemporal”, frente a un fallo judicial que lo inhabilitaba a disponer de sus bienes.

“La ecología no fue algo premeditado, surgió al buscar un color que no molestara el agua, me fui metiendo sin darme cuenta en el tema de la contaminación”,

decía García Uriburu acerca de su ecologismo.

García Uriburu, el el hombre que hizo arte la ecología

Datos

Su deceso fue precedido por un conflicto familiar que lo llevó a desmentir, hace un mes, que padeciera “demencia frontotemporal”, frente a un fallo judicial que lo inhabilitaba a disponer de sus bienes.
“La ecología no fue algo premeditado, surgió al buscar un color que no molestara el agua, me fui metiendo sin darme cuenta en el tema de la contaminación”,

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