Cuando la historia no enseña nada

Tener que defender a Hume de la hoguera a la que lo condenaron los militantes de lo políticamente correcto parecería absurdo si no fuera tan necesario.


David Hume

A fines del siglo XVIII el irlandés Edmund Burke se destacó como uno de los más importantes pensadores del liberalismo conservador y un férreo adversario de la Revolución Francesa dentro del Parlamento Británico. Se lo consideraba “un viejo liberal” para distinguirlo de los “nuevos liberales” que aceptaban las ideas de la Revolución. Sin conocer que fueron parte de los discursos de Burke, hoy muchos -entre ellos, políticos e historiadores- repiten ideas de Burke. Por ejemplo: “Para que el mal triunfe más que la acción de los malos es necesaria la inacción de los buenos” (que muchos adjudican a Hannah Arendt, quien las repitió dos siglos más tarde). O también: “No se puede construir el futuro cambiando los hechos del pasado”, frase que viene muy a propósito en un momento en el que el movimiento políticamente correcto quiere extirpar del mundo todo vestigio del pasado que se parezca a su ideal del paraíso totalitario que quisieran construir. Su último enemigo a destruir es David Hume, el filósofo que más batalló por construir un mundo mejor, basado en la razón y alejado de toda superstición y prejuicios.

Como parte del movimiento Black Lives Matter (“Las vidas de los negros son importantes”) la universidad de Edimburgo, una de las más prestigiosas de Escocia, acaba de anunciar que le cambió el nombre a su edificio principal (que se denominaba David Hume Tower en honor del gran filósofo del siglo XVIII) porque se descubrieron dos fragmentos de cartas personales de Hume defendiendo la compra de un esclavo caribeño por parte de un amigo suyo y diciendo que los negros nunca han hecho un aporte cultural importante a la humanidad. Tal “descubrimiento” cambia toda la filosofía de Hume, según la Universidad de Edimburgo y “para cuidar que la sensibilidad de los alumnos actuales, que podrían padecer angustia si tienen que cursar o estudiar en un edificio que lleve el nombre de semejante individuo racista, la universidad se ve en la obligación de quitar su nombre al edificio y borrar de la memoria al filósofo”.

Todos los filósofos de la Antigüedad -de Sócrates a Empédocles, pasando por Platón y Aristóteles- no solo defendían la esclavitud, sino que la mayoría de ellos -los que tenían medios suficientes- tuvieron esclavos. No se entiende por qué la Universidad de Edimburgo no prohíbe el estudio de la filosofía griega y de todos los conocimientos que de ella se derivan (como las actuales Matemáticas, la Física, la Biología, la Química, y todas las corrientes filosóficas y científicas). Quizá crean con el parche de eliminar al más tolerante y preclaro pensador de la modernidad británica del siglo XVIII contentarán a las hordas políticamente correctas en su plan por establecer el totalitarismo absoluto. Si es así, se equivocan. Los totalitarios jamás descansan.

Conocer a Hume ayudará a comprender el nivel de irracionalidad de esta medida -que se suma a cientos por el estilo que se vienen conociendo en los últimos tiempos; en estas hemos comentado varias, comenzando por la cancelación de la obra y la vida de Gauguin-. David Hume fue una persona no solo brillante (de una lucidez deslumbrante), sino de un coraje intelectual infrecuente. No solo pensó gran parte de las bases del conocimiento moderno -Kant, Schopenhauer, Nietzsche, Wittgenstein o Borges serían impensables sin la obra de Hume-, sino que era el único en su época que sostenía esas ideas contra viento y marea. En vida fue denostado por sostenerlas y ahora, tras casi tres siglos en la tumba, sufre la misma persecución que le hicieron en vida.

Edmund Burke

Es el padre de la duda metódica, de la destrucción de las certezas que no tienen evidencias en su apoyo y del racionalismo absoluto. Tanto Bertrand Russell (en 1946) como Leszek Kołakowski (en 1968) vieron a Hume como un positivista que sostenía la opinión de que el conocimiento proviene solo de la experiencia, de las impresiones de los sentidos y (más tarde) del sense datum y que el conocimiento obtenido de otra forma era un sinsentido. Albert Einstein (en 1915) declaró que el positivismo de Hume fue su inspiración para formular su Teoría Especial de la Relatividad. En 1953, Gilles Deleuze le dedica su investigación titulada Empirismo y Subjetividad.

Tener que defender a Hume de la hoguera a la que lo condenaron los militantes de lo políticamente correcto parecería absurdo si no fuera tan necesario. Hume (como Platón, Bertrand Russell, Einstein o Wittgenstein) son esenciales para la forma de ser y de pensar de nuestra época. Pero hay ahora un movimiento destructor que quiere eliminar todo lo que no se ajusta a su ideología totalitaria. Nosotros, por el contrario, creemos, como bien dijo el liberal Burke -contemporáneo de Hume-, que “no se puede construir el futuro cambiando los hechos del pasado”.


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