30 años de Sueño Stereo: el difícil reencuentro, una tragedia que lo cambió todo y el disco que cerró una historia

El 21 de junio de 1995, la icónica banda editaba su séptimo disco de estudio, que marcaría el final del grupo. Tras una abrupta interrupción de una gira en 1993, los músicos se reunieron al año siguiente para intentar hacer música nueva, quizás por última vez.

¿Cuándo se rompe una banda? ¿Cuándo se supone que comienza a suceder? Solemos conocer la punta de ese iceberg pero no todo lo demás. No todas las bandas terminan por las mismas razones y circunstancias, pero suele suceder, cuando sucede, que las cosas dejan de funcionar, de manera lenta y más o menso subterránea. La pregunta sigue siendo cuándo. ¿cuándo fue que Soda Stereo se rompió?


La punta de ese iceberg puede que sea unan fecha: 23 de marzo de 1993, el día en que la banda tenía que tocar en una ¡panadería! de San Cristóbal de Ecatepec, durante el tramo mexicano del Dynamo Tour, la gira que promocionaba el sexto álbum de la banda.


Ese día Gustavo Cerati dijo basta y se fue, literalmente. Se bajó de la gira y regresó a Santiago de Chile para vivir junto a su esposa Cecilia Amenabar el embarazo de su primer hijo, Benito. También fue el momento en que decidió hacer Amor Amarillo, su primer disco fuera de Soda, que editó a fines de aquel 1993.


Lo que se que haya empezado a suceder (y a no suceder) entre los Soda comenzó en tiempos de Dynamo, editado el primer día de noviembre de 1992. Y detonó en aquel pueblo mexicano. Desde entonces, el futuro de la banda quedó, con suerte, ente paréntesis.

Los Soda, durante la creación de las canciones de Sueño Stereo.

¿Podía suceder que ese fuera el fin de una de las mejores bandas de la historia del rock argentino y, sin dudas, la más trascendente del rock y el pop latinoamericano? Podía suceder. De hecho, estaba sucediendo. Con su líder editado música con su propio nombre y el resto muy en la suya, definitivamente estaba sucediendo.

“Sueño Stereo es un disco de canciones. La sustancia de las canciones fue más importante que la forma en que encaramos eso”.

Gustavo Cerati


Pero no. A la historia que habían comenzado un par de meses antes de la Guerra de Malvinas Gustavo Cerati y Héctor Zeta Bosio, dos viejos compañeros de la carrera de Publicidad de la Universidad del Salvador, a la que se le unió Charly Alberti, un joven baterista tan interesado en encontrarse con músicos que les gustara el postpunk y la new wave como en que le diera bolilla la hermana de uno de aquellos dos compañeros de estudio, le faltaba un capítulo más: Sueño Stereo.

Soda sueña en stereo


Editado el 21 de junio de 1995 fue mucho más que el último disco de estudio de Soda Stereo. Fue el merecido reencuentro, dentro y fuera de la música, de tres viejos compañeros de ruta que necesitaban, tanto (o no) como su público, de, al menos saber si quedaba algo más por hacer, si podían darse una nueva oportunidad de hacer música, aunque fuera la última. Y si acaso el final de aquella historia de poco más de diez años ya no tenía más para ofrecer, cerrarla con música nueva era un buen final posible. Y así fue.

“Cuando nos dimos cuenta de que todo ese rollo experimental estaba bueno, pensamos en mezclarlo y hacer un disco de canciones y otro ambiente.

Zeta Bosio


Es cierto que, al momento de reencontrase tras un par de años distanciados, los tres Soda y sus alrededores no sabían que lo que resultara del reencuentro sería el último disco de la banda porque ni siquiera estaban seguros de que aquello realmente funcionara. Porque, además de las diferencias internas y lo que haya hecho que quisieran dejar de verse por largo tiempo, la nueva década trajo nuevos sonidos y estéticas, muy diferentes de las que Soda había explorado a lo largo de los 80.

Los tres parlantes y los espermatozoides/auriculares. El arte de la portada fue obra de Alejandro Ros.


Aquel postpunk y new wave fue desplazado por sonidos de guitarras más o menos distorsionadas, entre grunge y britpop, de la manos de lo que se dio en llamar rock alternativo, antesala del indie. La respuesta de Soda a todo eso fue Dynamo, un trabajo muy diferente a todo lo conocido de parte de la banda hasta entonces: experimental, noise con cierta psicodelia y un uso de la electrónica como la entendía Cerati, que contrastaba con su antecesor Canción Animal (1990).

Gustavo Cerati, durante la presentación de Sueño Stereo en el Teatro Gran Rex, el 15 de septiembre de 1995.


Con Dynamo parecían agotadas las posibilidades estéticas y creativas de un grupo que supo marcar el ritmo de una década, la de los 80, como pocos en el continente. No menos cierto fue que Soda era un grupo de objetivos bien concretos, pero, sobre todo, de objetivos cumplidos. Cada disco cumplió con el suyo. En ese sentido, ninguno fracasó. A fines de los 80, Soda había logrado dominar el continente, incluido Estados Unidos (Doble Vida, de 1988, producido por Carlos Alomar, cumplió ese objetivo) e influir a todas las bandas de rock del latino. ¿Qué más (les) quedaba por hacer? Si ya estaba todo, el final era evidente.

Amor Amarillo, Gustavo y Zeta anticipan el regreso


El reencuentro de la banda, a mediados de 1994, tuvo un momento previo, el que reunió a Cerati y Zeta para terminar Amor Amarillo. El guitarrista había llamado al bajista para que lo ayude a cerrar su disco. “Hagamos esto primero y después nos metemos a trabajar un disco de cero nosotros”, recuerda Zeta que le dijo Cerati. Una vez editado Amor Amarillo, Cerati convocó a sus viejos compañeros para intentar volver a hacer música juntos. Eso sí, “si no funciona se acaba acá”, avisó.


Los tres Soda se reunieron en Supersónico, el estudio de la banda, para, en principio, reconectarse entre sí. Lo lograron. Sintieron que el paso del tiempo y la distancia que se habían permitido tomar les había venido bien. Con la música, en cambio, las cosas no fueron tan fáciles. “Realmente hubo momentos donde lo único que había era el deseo, porque el resultado era malísimo y no nos convencía. Yo pensaba al principio que la historia no tenía salida”, recordaría el propio Cerati, en “Soda Stereo. La biografía total”, de Marcelo Fernández Bitar.

Una tragedia lo cambiará todo


Pero el destino, trágico, muy trágico, irrumpió en la vida de Zeta Bosio y lo cambió todo: el 4 de julio de 1994, un accidente de tránsito mató a su hijo Tobías, de cuatro años, y le provocó gravísimas quemaduras a Simón, su otro hijo, de tres. Los niños iban al colegio con la mamá de un compañerito cuando un colectivo los chocó de atrás. La mujer, en shock, se bajó a increpar al colectivero cuando el tanque del auto explotó.


La tragedia interrumpió inmediatamente el proyecto. Zeta se abocó a acompañar el largo y doloroso periodo de recuperación de su pequeño. Pero, a la vez, los (re)unió como banda. “Ya nos habíamos juntado para componer. Pero ese material quedó trunco. Lo de Zeta nos hizo barajar y dar de nuevo (…)La tragedia de algún modo nos unió, nos devolvió esa cosa de amigos que teníamos en los comienzos, y que con tantas giras y vértigo habíamos perdido”, dirá Cerati a Clarín en noviembre de 1994 y citado recientemente por la revista Rolling Stone.


La banda volvió a encontrarse en el estudio recién en febrero de 1995. Durante todo ese tiempo habían seguido trabajando en las nuevas canciones, aunque no del modo en lo habían pensado en un principio. “Cuando volvimos a encontrarnos en el estudio nos dimos cuenta de que ya teníamos más o menos diez buenas ideas que podíamos pulir y grabarlas definitivamente”, recordaba Zeta.


“El accidente nos golpeó a todos y todo ese primer año, mientras trabajábamos en el estudio, hizo que el disco también se enturbiara un poco, que fuera un poco oscuro, más oscuro de hecho que los discos de los 80”, dirá también el bajista. “Tiene una oscuridad que no fue buscada, pero que estaba presente en las relaciones y que un poco devino en el final de la banda. Porque si bien después de que salió el disco hicimos una gira y el disco unplugged y toda la historia, ya se sentía que eran los últimos capítulos de la banda”.

Soda, de Buenos Aires a Londres


El disco se grabó en Supersónico por Eduardo Bergallo y se mezcló en Matrix, un estudio de Londres, donde la banda se instaló durante un mes y terminó de darle el tono a las canciones. En muchos sentidos, Sueño Stereo es un disco beatle. Es el Abbey Road de los Soda. El disco con el que la banda decidió volver a ser para darse una despedida acorde a su historia.


Compuesto de doce canciones, Sueño Stereo puede dividirse en dos partes, como si fueran el lado A y B de un vinilo. En el primero están las composiciones que se conectan con las sonoridades más rockeras de aquel momento, el britpop, más específicamente, con un tono beatle que lo cubre de principio a fin.

Mientras que en el B, más experimental o del todo experimental, puede pensarse como un medley del mismo modo en que Los Beatles resolvieron el Lado B de Abbey Road. De hecho, las últimas cuatro composiciones, “Ángel eléctrico”, “Crema de estrellas”, “Planta”, “X Playo” y “Moiré” son una sola pieza sonora, sin cortes, como aquel medley experimental de Abbey Road.

Sueño Stereo, las canciones


Sueño Stereo abre con “Ella usó mi cabeza como un revolver”, la canción de último momento que se convirtió en el hit que el disco no tenía. “Disco eterno” fue el resultado de una larguísima sesión, que era el modo en que habían decidio trabajar para encontrarse musicalmente. “Eran sesiones muy largas, de improvisar, improvisar mucho y grabar y después tratar de rescatar algo. Me acuerdo de que ‘Disco eterno’ salió así. Era algo que empezaba nada que ver y que duraba 17 minutos. En la parte final de ese track estaba ‘Disco eterno’. Ya al próximo ensayo arrancábamos desde ahí, desde esos últimos cinco minutos”, recuerda Zeta.


“Zoom”, quizás la más popular de las doce canciones tiene dos partes prestadas que le dieron su impronta: el riff de armónica, las guitarras y los claps de la batería de la canción “New York Groove” de la banda británica de glam rock Hello y un sample de “This Town Ain’t Big Enough for Both of Us”, de la banda Sparks de la canción , donde se puede apreciar el órgano que caracteriza a la canción.
“Ojo de la tormenta” también abre y se sostiene con un riff de guitarra bien beatle; en “Efecto Dopler” lo beatle está dado por el golpe de bombo que marca el ritmo de principio a fin. Todo lo demás remite a Radiohead, sobre todo la vocalización de Cerati. Bellísima canción, por cierto.


“Paseando por Roma”, que iba cierra el hipotético Lado A, iba a ser el primer corte hasta que apareció “Ella usó…” Las guitarras a la Harrison y los vientos estilo “Got To Get You Into My Life” marcan el lado beatle de la canción.


El lado B comienza con “Pasos”, inspirada en Cecilia Amenábar, Cerati la escribió durante el traumático tramo mexicano de la gira Dynamo. Le sigue la psicodélica bien noise “Ángel eléctrico”. Luego las mencionadas cuatro composiciones que cierran mucho más que un disco. “X Playo”, sin letra ni voces, es como si la banda ya no estuviera ahí. Dejaron encendida la máquina de sonidos y se fueron.


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