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De excéntrico bodeguero a la servidumbre eólica: Muñoz de Toro, el millonario crédito que Neuquén no recuperará

El jueves fracasó el tercer remate sobre el proyecto de 180 hectáreas. El Estado apenas consiguió 15 de los 121 millones que le debe el empresario, que ahora se beneficia de un parque eólico en la provincia.

Las 180 hectáreas, divididas en cuatro lotes, que forman la bodega Valle Perdido en El Chañar son el marco para el inicio de un tour del abandono y el abuso de los fondos públicos que contempla vides secas e inmuebles vandalizados. El jueves pasado fracasó el tercer remate que arrastran los bienes adquiridos en 2005 por el excéntrico abogado Fernando Muñoz de Toro, los dos anteriores fueron en 2017 y 2018, y el Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo (Iadep) vio esfumarse el anhelo de una reactivación del proyecto.

Claudio Garretón, titular del Iadep, guardaba expectativas porque el juez de la quiebra de Muñoz de Toro Patagonia, la firma creada por el empresario y su esposa Virginia Alimonda, había aceptado vender en lote los 110 artículos de la bodega. Especulaba que algún interesado se alzara con todo el equipamiento, con base en $92,7 millones, y además del recobro de parte del crédito se pudiera iniciar una conversación para refuncionalizar el emprendimiento. Solo hubo llamados por piezas puntuales, entre ellas dos cubas de roble francés, y emisarios de bodegas vecinas que fueron en modo espía.

Muñoz de Toro desembarcó comprando los bienes -y deudas- del proyecto a Langber, la única firma del polo bodeguero que pese al financiamiento blando del Estado no pudo terminar de montar el desarrollo, iniciado en 2002. En 2007 embotelló las primeras botellas con un malbec cosecha 2006 y llenó páginas en los medios con las promesas de inversiones y obscenos detalles de productos exclusivos y lujos. Con el paso de los años se supo cada vez menos de él y en 2017 envío los telegramas y desapareció dejando una deuda -actualizada- de 121 millones de pesos.

Según dijo Garretón a RÍO NEGRO solo pagó $11 millones y se recuperaron unos 4 ó 5 millones por la segunda subasta, donde se remataron bienes del hotel que montó en la bodega: sillones, vajilla y un dibujo, que creen era auténtico, de Raúl Soldi. El empresario en su raid inversionista también había adquirido la bodega vecina a Adolfo Grittini, que también tenía deudas con el Iadep, pero esta vez no cumplió con nadie. Desde el ente no hay una explicación del caso, pero aseguran que es la excepción -pese a que algo similar pasó con Dos Andes Wine que la familia Vidal le vendió Bethia y luego volvió a cambiar de manos-, porque la mayoría de los proyectos están en marcha, con 2.000 empleos creados, y con una devolución del 40% de los $468 millones prestados para la creación del polo.

I. El seductor Muñoz de Toro
Quienes conocieron al empresario, hoy de 58 años, piensan cada palabra antes de usarla. En una entrevista dijo que le gustaba leer sobre “física cuántica, temas de meditación y distintas religiones”.

También declaró que hacía mucho ejercicio, incluso que cuando estaba la bodega salía a correr entre los viñedos. Cuando llegó a Valle Perdido, tenía apenas dos años en el negocio de los vinos, pero supo seducir del exgobernador Jorge Sobisch y a sus ministros con anuncios de inversiones y extravagantes lujos que, ni hasta con la entonces desconocida Vaca Muerta, podrían llegar a imaginarse.

Así fue como anexó el hotel -aclaran del Iadep con fondos propios- que contaba con 20 habitaciones “de nivel internacional”, piscina, wine bar, sala de habanos y spa, pero que hoy es casi una ruina y con riesgo edilicio. El lujo fue efímero y duró apenas dos años, porque las lluvias de 2012 bajaron con fuerza de la barda y movieron los cimientos de la media luna construida frente a la bodega.

II. El enólogo abandonado
Ya escondido de los flashes para los que posó casi sin sonrisas, tuvo un accidente minutos antes de volar hacia Neuquén. Fue atropellado frente a Aeroparque. La historia cuenta que viajaba para intentar resolver los reclamos del Iadep. Una vez recuperado de las graves heridas recibidas, nunca más volvió a la región. Solo hubo noticias de él cuando un lunes de 2017 bajó su secretaria y entregó en mano, uno por uno, los telegramas de despidos en la bodega.

Ese día no se le borrará a Mauricio Tores. Fue el último enólogo que tuvo Valle Perdido y hoy es el cuidador del predio y además da clases en la escuela agropecuaria de la localidad. También recuerda las épocas de oro del proyecto y los dos años que vivió en la habitación 4 del hotel. Sin perder el acento mendocino cuenta que el empresario iba muy poco en el último tiempo y que manejaba todo por teléfono y correo electrónico.

Si alguien confía en las vides de Valle Perdido, es Tores. Recuerda la década que estuvo todo en producción y las exportaciones a siete países. En internet ya no se consiguen botellas de Muñoz de Toro Patagonia, pero si hay reseñas en sitios especiales que destacan apenas una aceptable relación de precio y calidad.

Pese a que en cada vendimia se trajo uva de Mendoza y Sierra de la Ventana para completar la producción, Tores cree que es cuestión de reactivar el moderno sistema de riego que supo tener la finca para que todo vuelva a funcionar. A simple vista no suena convincente.

III. Precuela: más tierras
Valle Perdido, bautizada así por el matrimonio Muñoz de Toro como un homenaje “a los que buscan la tierra donde ser felices”, no fue el único ni el primer negocio que el abogado tuvo en Neuquén.

Con un mecanismo similar, junto a un socio, adquirió en 2002 una porción de una estancia en el Limay Medio: Fortín Nogueira. El proceso, como reseñó el periodista de este medio Jorge Gadano, tuvo idas y vueltas que terminaron con la inscripción de la absorción de la deuda, con el BNA y el Iadep, a nombre de una SRL. El proceso fue denunciado por uno de los tres hermanos de la familia Dehais, propietarios originales del campo y las deudas contraídas. El proceso, por la posesión del lote que tiene 35 kilómetros de costa en el Limay, sigue judicializado.

Muñoz de Toro no terminó bien con su socio. En este caso se trató de Alberto Artemio Rossi, cuñado del expresidente Mauricio Macri por estar casado con una hermana de Juliana Awada, y nacionalmente conocido como el arquitecto del fallecido expresidente Carlos Menem. Le adjudican el diseño de La Rosadita en La Rioja. Además, fue vinculado a la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador de lo que se conoció como “Los Tres Mosqueteros” junto a Angel Ramini y Antonio Aguirre, pero luego se desligó.
Rossi volvió a la prensa en los últimos años al crear una empresa de energía renovable, Solartía, que se adjudicó proyectos en las licitaciones del gobierno de Macri.

La relación entre Muñoz de Toro y Rossi no fue clara. Incluso llegaron a la justicia neuquina demandas cruzadas por el manejo de ganado con terceros, donde ambos terminaron declarándose en contra. Sin embargo, según el Registro de la Propiedad de Inmueble de la Provincia, Muñoz de Toro aparece (matrículas 1057 y 1058) como uno de los propietarios de las tierras con el 50%; el resto están repartidos a nombre de José Dehais y Reducto Patagónico SRL.

IV. Secuela: buenos vientos
Casi dos décadas después del desembarco terrateniente y a cinco años de que nadie en Neuquén sepa nada de Muñoz de Toro, el empresario volvió a tener un guiño patagónico, pero esta vez le llegó desde el viento. En junio de 2020 se puso en marcha el primer parque eólico de la provincia, un proyecto construido y operado por la reconocida firma norteamericana ASE, sobre un diseño de otro organismo del estatal: la ADI-NQN. Las mediciones de viento a cuenta y cargo del Estado constan desde el 2000.

Vientos Neuquinos I, el parque eólico de 100 MW, se montó en Bajada Colorada -entre Picún Leufú y Piedra del Águila- y se hizo sobre 2.480 hectáreas que se reparten entre terrenos reclamados por la familia Cárdenas (y que el gobierno niega) y Fortín Nogueira. De hecho, sobre los terrenos que el abogado porteño tiene un reconocimiento del 50% se montaron 10 de los 29 aerogeneradores y la planta transformadora, que supervisó y opera el EPEN.

Según los registros a los que accedió RÍO NEGRO, los terrenos mencionados reciben el pago de servidumbre de paso por electroducto, que afectan a 388 hectáreas, según la matrícula 1058. La inscripción figura desde diciembre de 2018. Se trata de un pago anual que calcula la extensión de las líneas que pasan por el terreno, potencia de la estación y otras variables.

Sobre el final del mismo registro figura, entre otros, un embargo sobre la parte indivisa de Muñoz de Toro por parte de Grittini, por unos 17,5 millones, en reclamo del a bodega que nunca le pagó, como al Iadep.

Los créditos blandos del Estado neuquino y sus usos

En 2001 el BPN le transfirió al Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo (Iadep) lo que se denominó como “cartera sucia” de los créditos otorgados por el entonces presidente del banco, Luis Manganaro. El ente provincial absorbió los prestamos que habían sido destinados a proyectos productivos. El financiamiento para el desarrollo del denominado polo bodeguero comenzó a mediados de 1999, pero luego terminó otorgando nuevos desembolsos y entre los beneficiarios se anotó el abogado Fernando Muñoz de Toro que anota actuaciones en la provincia desde 2002.

En total el Estado neuquino financió con 468 millones (cifra sin actualizar) a una media docena de emprendimientos que convirtieron a familias neuquinas en prósperos bodegueros en apenas una década. Según contó a este medio Claudio Garretón, titular del Iadep desde 2010, el recobro se encuentra en el 40% y por el sistema de amortización, exponencial americano, el año próximo debería acelerarse el pago de los prestamos entregados a 120 meses. Los prestamos fueron refinanciados a 20 años en 2006 por el exgobernador Jorge Sobisch.

Las idas y vueltas alrededor de los créditos productivos nunca dejaron de estar bajo un manto de cuestionamientos y el caso de Muñoz de Toro fue el confirmó todas las sospechas. La posibilidad de una estafa con fondos públicos desviados parece tener elementos claros, también un posterior vaciamiento porque pese a funcionar formalmente hasta 2017 al menos cuatro años antes la actividad el proyecto era casi nula. Algo similar pasó con la bodega que compró a Grittini.

10 fechas clave

Muñoz de Toro a la derecha. Foto: archivo.

En 2002 se crea el polo bodeguero de El Chañar con créditos blandos del BNP; después los traspasan al Iadep.

En 2005 Muñoz de Toro compra el negocio a Langber, la única bodega que no se finalizó pese a los créditos.

Asumió el crédito que tenía el proyecto y pidió más desembolsos: unos $62 millones en total.

Con fondos propios construyó un lujoso hotel con detalles únicos en Neuquén. Solo funcionó dos años y se cerró.

Exportó vinos a siete países, pero en cada vendimia trajo uvas de Mendoza y Sierra de la Ventana.

En 2010 el Iadep inició los reclamos. Muñoz de Toro solo pagó 11 de los 121 millones reclamados.

En 2014 comenzó el declive. En 2017 despidió a todo el personal y no se supo nada más de él.

En noviembre de ese año y ante rumores de un vaciamiento sale a remate el predio y lo toma el Iadep.

En 2018 salieron a remate todos los muebles que quedaban en el hotel. Se recaudó unos 5 millones.

En 2021 fracasa el remate en lote de los tanques y equipos. Buscaban evitar un desguace pero no funcionó.


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