La odisea de un neuquino por una entrada para la final Argentina-Francia: locura en Qatar, ya piden 6.000 dólares

Mauro llegó a Doha con una sola entrada, para la semifinal. Después, como miles de argentinos, su obsesión era conseguir un ticket para el domingo. Hoy intentó por todos lados y en la reventa los turcos le pidieron hasta 6.000 dólares. Pero hinchas de Chacarita le vendieron una por mucho menos. Esta es la historia.

Mauro en el estadio Lusail donde Argentina le ganó 3 a 0 a Croacia, con la camiseta réplica del histórico partido contra los ingleses en México 86 y Diego en la otra remera. «Y colgando en el cuello tengo una medalla que me regalaron los veteranos de Malvinas de Zapala por los 40 años con mi nombre», cuenta.

Mauro se jugó un pleno y le salió: tenía una sola semana para viajar y compró hace dos meses en 12 cuotas a unos cordobeses una entrada para la semifinal del Mundial Qatar 2022 que jugaría Argentina si salía primera en el grupo y ganaba los octavos y los cuartos de final. Y pasó todo eso, pese a que Arabia Saudita estuvo a punto de arruinarlo todo. Pero, otra vez, apareció Messi a los 15 minutos del segundo tiempo contra México para encarrilar el rumbo y todo cambió: ahí está la Scaloneta, a tres días de jugarse la gloria eterna contra Francia el domingo.

Después de buscar las combinaciones aéreas más económicas con escalas, el neuquino Mauro llegó el día de la semi contra Croacia, tiró los bolsos en el hotel, enloqueció con los cantitos en el metro, fue feliz en el estadio Lusail con la magia de Lionel y la potencia de Julián. Y desde esa noche del martes, para él y toda la banda de argentinos conseguir una entrada para la final se transformó en una obsesión.

Es que Doha se convirtió en un hervidero de rumores: que ya se cotizan hasta en 6.000 dólares, que se viene una legión de hinchas en más aviones de Aerolíneas, que van a hacer un piquete en el hotel de los dirigentes de la AFA para que liberen tickets, que los franceses van a invadir el Golfo Pérsico y van a llevar los precios a las nubes con sus poderosos euros, que los trabajadores que construyeron los estadios y recibieron entradas están vendiendo sus entradas pese a que no se puede, que si van al estadio los qataríes sin cultura futbolera las van a dejar al precio oficial o casi como pasó hasta ahora.

En el que se suponía iba a ser el Mundial más estricto de la historia, pasa de todo, incluso operaciones de reventa cerca del Centro FIFA donde se negocian y entregan los tickets a la vista de la policía.


"Devolveme la bandera de Malvinas"


Mauro es hincha de Boca y trabaja en una empresa constructora en la capital provincial, al norte de la Patagonia. Nació en 1982, el año de la Guerra de las Malvinas. Y tanto lo apasiona esa causa que integra la Cátedra libre Malvinas Argentinas de la facultad de Ingeniería de la UNComa. Su hija, claro, se llama Malvina.

A Qatar trajo una bandera en la que aparece ella en un extremo, Maradona en el otro y en el centro las islas. Pasó los controles para entrar al estadio de la semifinal, la llevaba al cuello. De repente aparecieron dos hombres, le pidieron que la abriera, la escanearon con el celular: les devolvió una imagen en la que las Malvinas titilaban en rojo.

-La la FIFA no permite manifestaciones políticas -dijeron, agarraron la bandera y empezaron a tironear.

-¡Largá la bandera! -gritó Mauro, que la sostenía firme.

La bandera que llevó Mauro a Qatar.

-¡Está mi hija, está el Diego, están las Malvinas! -exclamaba y la situación de ponía cada vez más tensa. Al final dos hombres de seguridad tomaron el control del trapo y enfilaron para un tacho de basura, mientras Mauro trataba de recuperarlo y se acordaba de todos los ingleses como en el cantito del vestuario que subió el Papu.

Entonces apareció el marroquí que entendió lo que pasaba y dijo que la solución era dejar la bandera en el depósito de los objetos que se devuelven al final del partido.

Lo que le dieron para recuperar la bandera.

Hacia allá fue Mauro, custodiado por los dos hombres. Y tras el partido la recuperó.

La buena onda con los marroquíes siguió después de la semifinal en la que Francia derrotó a los africanos.

Con los marroquíes: una cena de amigos.
Intercambio de mensajes con los marroquíes.

«Me invitaron a cenar, charlamos dos horas, me desearon suerte para la final, están con nosotros, como los árabes. Estamos hermanados», cuenta Mauro, mientras toma unos mates en un bar en el centro de Doha. Tiró puntas por todos lados y en todos los idiomas, pero los turcos le pasaron un precio imposible: 6.000 dólares. Quedó en verse con hinchas de Chacarita para negociar.

El chat con un árabe que tiene entradas y le pasó la cotización: de 4000 a 6.000 dólares. «En promedio está en unos 3.500 dólares» ahora, dice Mauro.
Tomando unos mates a la espera de los hinchas de Chacarita.

Una cita en un bar de Doha con hinchas de Chacarita


Mauro está acostumbrado a negociar: es jefe de compras en la constructora. Cuando aparecieron los hinchas de Chacarita se pusieron a tomar unos mates. «¿La verdad? Eran buena onda, charlamos un rato y bajaron mucho el precio. Les pagué muchísimo menos que lo que pedían los turcos. El domingo voy a estar en la final, con la bandera de Malvina, el Diego y las islas, la voy a entrar como sea. Mirá si me iba a imaginar esto cuando era un pibe allá en Sapere…»


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