Divididos

Redacción

Por Redacción

Opinión

Bastaron noventa y seis horas, las que mediaron de la goleada en San Juan a un nuevo cachetazo en Toluca, para ratificar que el oscuro presente que atraviesa Boca Juniors va mucho más allá de lo futbolístico… Señoras, señores, el vestuario vuelve a estar dividido. Así de simple y de contundente, así de preocupante.

Esta división quedó en evidencia en San Juan con las discusiones entre Leandro Caruzzo y Santiago Silva contra Juan Sánchez Miño, y con lo sucedido ayer en Toluca, cuando Guillermo Fernández fue a festejar su gol con los suplentes, ignorando olímpicamente a Nicolás Blandi, el hombre que le había dado el pase.

Pocos hubieran imaginado hace meses que en Boca se volvería a vivir un sismo como el que provocaron Juan Román Riquelme y Martín Palermo, sobre todo teniendo en cuenta que el entrenador ahora es Carlos Bianchi, un hombre con algo más de plafón que su antecesor, Julio César Falcioni.

Pero el sismo volvió a producirse. Dicen que al término del primer tiempo del partido con San Martín de San Juan los jugadores le pidieron al cuerpo técnico que se retirara del vestuario para aclarar algunas cosas. Cuentan que después Bianchi preguntó si esas cosas se habían aclarado y le dijeron que sí.

Está claro que, como mínimo, los jugadores no dijeron la verdad y las diferencias siguen. Si no, será muy difícil de entender la actitud de Fernández para con Blandi. Es imposible que no lo haya visto. La imagen pareció retrotraer la memoria a aquella noche en que Palermo convirtió su gol número 219 con la camiseta de Boca. El 9 fue a buscar a Riquelme, quien le había dado el pase, y el 10 salió corriendo para otro lado.

Por supuesto que ni Fernández ni Blandi representan para la historia de Boca lo que representan Riquelme y Palermo, pero lo sucedido en Toluca es todo un signo de los malos tiempos.

Boca no juega ni bien ni mal, no juega a nada, y esta nueva ruptura en el seno del plantel no ayuda para nada. Así será imposible revertir esta tendencia. La pelota está en el campo de Bianchi, habrá que ver qué hace el “Virrey” con la globa.

Por Omar Lavallén, para DyN


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