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Dos hermanas neuquinas escalaron un cerro en El Bolsón en busca de los restos del avión en el que murieron sus abuelos

Las gemelas Malen y Suyai Otaño hallaron en el cerro Paleta partes del Twin Otter que se estrelló en 1977 en el que fallecieron los cuatro tripulantes y sus abuelos maternos. Antonio Carnaghi era gobernador de facto de Santa Cruz y sus nietas cerraron así una historia familiar cargada de silencios y tabúes. Desde San Martín de los Andes, donde viven, cuentan la historia que llevaron a un libro.

A través de la ventana de la cocina de doña Ema se recorta el cerro Paleta del otro lado de la ruta nacional 40, a unos 14 km de El Bolsón. La dueña de casa aún recuerda sorprendida aquel hormiguero de uniformes que lo coparon desde la tarde del domingo 7 de agosto de 1977. Eran efectivos de la Gendarmería, el Ejército y la Fuerza Aérea que durante cinco días buscaron los restos del avión que se estrelló a 1995 msnm con cuatro tripulantes y dos pasajeros a bordo, el gobernador de facto de Santa Cruz, comodoro Antonio Carnaghi y su mujer Miren Felder, que regresaban a Río Gallegos de la Fiesta Nacional de la Nieve en Bariloche y habían despegado pese al mal clima. Los rescatistas tardaron otros cinco días en bajar a pulso los cuerpos sin vida y el fuselaje del Twin Otter. Quemaron antes los restos de la nave para alivianar peso.

Imagen tomada durante la búsqueda de los restos del avión. Foto: Proyecto Twin Otter.

Si aquellos hombres hubieran pasado a preguntar por la casa de doña Ema y su familia habrían ahorrado tiempo y esfuerzo entre la nieve y los temporales de invierno de la Comarca Andina: los Ruiz conocían como nadie la montaña donde pastorean sus ovejas, los lugares más y menos peligrosos, los trucos para acortar camino y disminuir el riesgo.

Debieron pasar 40 años para que alguien se acercara a preguntar cuál era la mejor forma de subir a ese cerro que no está en ninguna guía de trekking. Fueron las gemelas neuquinas Malen y Suyai Otaño las que golpearon su puerta: las nietas del comodoro que la dictadura militar había puesto a cargo de una provincia querían dejara atrás el tabú familiar que lo envolvió todo este tiempo, saber más sobre su abuelo, llegar al punto del accidente. “Desde muy niñas queríamos, desde que mirábamos las fotos y los recortes en las cajas de mamá”, cuenta Suyai.

Es fotógrafa, vive en San Martín de los Andes (donde coordina la residencia para artistas Manta) y cuenta la historia mientras su beba duerme en brazos de Malen, que sabe del peso de las palabras y los silencios: es psicóloga y vive en la misma ciudad de la cordillera.

Aquí, en San Martín de los Andes, donde viven. Malen es psicoanalista y Suyai fotógrafa. Foto: Proyecto Twin Otter.

Se criaron en Neuquén capital, en el barrio Carnaghi que lleva el nombre de su abuelo. Juntas, alumbraron un libro en el que cuentan la historia, Twin Otter T-87. Nacieron en 1984, un año después del retorno de la democracia. Y en el CPEM 29, donde hicieron la secundaria, un 24 de marzo se asomaron a la tragedia de los años de plomo cuando vieron un documental.



La investigación comenzó en el 2015, cuando Suyai vivía en Buenos Aires y buceó con su prima Sofía en el Archivo General de la Nación y la Hemeroteca del Congreso. Así dieron con las crónicas de los diarios, el punto de partida para empezar a acomodar las piezas del rompecabezas.

De boca en boca, armaron la cadena para que un movimiento permitiera hacer el siguiente. Un tío les hizo el contacto para llegar a Carlos Bottazzi, el experto en rescates en la montaña que en agosto de 1977 fue trasladado en helicóptero desde Bariloche para que se formara un panorama desde las alturas y pudiera guiar a los que avanzaban desde la base.

Cuatro décadas después, se le escapaban detalles, pero tenía fresco el recuerdo de lo complicado que fue el operativo y la tensión entre militares y montañistas en aquellos días de infierno en los que arreciaban los rumores. Uno de ellos decía que un chico había sido testigo del accidente y se desesperaban por encontrarlo, sin suerte. Otro, que desapareció parte del equipaje que cargaba el avión, entre dardos cruzados que nadie pudo comprobar.

Guillermo, un amigo, aportó sus conocimientos de montañismo y equipos para el ascenso. Foto: Proyecto Twin Otter.


Dieron también con un fotógrafo que estuvo en el lugar y que obtuvo las imágenes que publicó La Nación, que luego se perdieron en el incendio de un depósito. Pidieron verlas a una agencia de noticias, pero no se los permitieron. La tapa del lente de la cámara del reportero se cayó en la montaña y al ser hallada por personal de Gendarmería fue considerado un indicio de que había un intruso en la montaña en tiempos de censura. Un periodista aportó datos certeros sobre la Patagonia que fue rebelde y después trágica en Santa Cruz, de los peones rurales asesinados de los años ’20 a los desaparecidos de los ’70. Y Juan Matamala, autor de Mitos y leyendas de El Bolsón, el encuadre para entender mejor ese territorio donde el vuelo de las aves puede traer malos augurios.




Del cerro Paleta tenían el nombre y una captura de Google Maps. Un amigo les hizo el puente para hablar con Fernando Nahuelpan, de la comunidad mapuche de El Bolsón, clave en esta historia: les contó que desde la ruta nacional 40 se veía un brillo en la montaña, las llevó a verla de cerca y al campo de los Ruiz. “Hay restos del avión arriba”, les confirmó Ariel. Y les dijo dónde y les trazó la mejor forma de subir.

Aquel primer viaje de exploración fue en el otoño del 2016. Volvieron en diciembre de ese año para escalar el cerro en verano, acompañadas por Guillermo, un amigo con los conocimientos y equipos de montañismo necesarios. También fue parte de la partida Ailín, amiga y compañera de aventuras artísticas. Y Sofía, la prima que compartía el deseo de saber más. Volvieron a escalarlo el 7 de agosto del 2017, para estar ahí justo 40 años después, con frío y nieve en la cima, como entonces.

Emoción: el momento del hallazgo. Foto: Proyecto Twin Otter.


Malen fue la primera en encontrar restos del avión: conservaban el tono verdoso original sobre el que va la capa de pintura impermeabilizante. Aprendieron eso y que el aluminio no se oxida. Después apareció la estructura de hierro de los asientos. Se emocionaron sin perder la calma para documentar la aventura en fotos y videos.

“Los restos estaban esparcidos. El tiempo, la nieve, el deshielo los fueron corriendo de lugar”, cuenta Malen. No pudieron llegar al punto más alto, el del impacto: el ascenso era demasiado arriesgado. Pero sí cerrar la historia. Y escribir, como hizo Malen: “Los restos son parte del paisaje. La naturaleza de apoderó de ellos” .

Malen y Suyai cerca de la cima del cerro Paleta. Foto: Proyecto Twin Otter.

Se propusieron parar cada tanto en el ascenso y narrar cada una en su diario las impresiones que luego serían parte del libro. Finalmente, decidieron bajar una pequeña parte de lo que encontraron. “Malen dice que es un exorcismo. Yo pienso dónde las vamos a esconder”, escribió Suyai.

¿Y cómo reaccionó después la familia? «Mamá estaba contenta. Como nuestras dos hermanas y parte de nuestros primos. Y papá también siempre nos alentó a seguir a pesar de todo. Pero a otros no les interesó, ni antes ni ahora, es una familia grande donde el tabú no era tanto el accidente sino el rol del abuelo en el proceso militar «, explican.

Antes de esas reflexiones fue el tiempo del descenso ese mismo día, de despedirse de los Ruiz, de abrazar a doña Ema, que a sus 90 años aún seguía asombrada de que hubiera transcurrido tanto tiempo para que les preguntaran qué pasó aquellos días, cómo subir a lo alto de esa montaña y sus secretos.



Twin Otter T-87, el libro de Malen y Suyai, fue publicado por Ediciones DocumentA/Escénicas con un mapa que vertebra la narración, que incluye el contrapunto de sus diarios mientras escalaban, un poema con frases de la cobertura periodística de la época, un manual de rescate en la montaña y otros relatos en primera persona sobre la historia familiar.

El libro. Foto: Proyecto Twin Otter.


“Recibimos una beca del Fondo Nacional de las Artes y también apoyo de Plataforma Futuro del Ministerio de Cultura de la Nación, destinado a obras experimentales. Es importante remarcarlo porque sin financiamiento es difícil llevar adelante proyectos como el nuestro”, dice Suyai.

El libro, de 116 páginas, incluye también las fotografías tomadas durante sus ascensos y las de los rescatistas. De la investigación que realizaron también surgieron videos, muestras fotográficas, instalaciones y performances que obtuvieron distinciones y se presentaron en el país y el exterior, por caso en el Salón Nacional del CCK y la Bienal de La Habana, entre otros escenarios. Si la pandemia lo permite, el próximo verano estarán con otro formato en el Festival de Teatro de San Martín de los Andes del 2022.

El libro cuesta $ 1.500 y está disponible en la tienda de la editorial


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