Las estrategias en las chacras del Alto Valle para enfrentar las heladas

Las chacras de Río Negro se preparan para recibir el frío con poda tradicional hasta sistemas modernos de riego. Tres productores de tercera y cuarta generación explican cómo trabajan para cuidar la producción y proteger la próxima cosecha.

Aunque aún faltan varias semanas para las heladas más intensas, los productores del Alto Valle ya están abocados a tareas de poda, limpieza y preparación del suelo. Estas labores, silenciosas pero fundamentales, fortalecen las plantas y ayudan a conservar el calor durante las noches frías.

“Después de la cosecha, cuando comienza la caída de hojas, iniciamos la poda y limpieza del suelo, luego lo abonamos y más adelante empezamos con el riego y los cuidados para la floración”, explicó Mauricio Molinaro, presidente de la Cámara de Productores de Villa Regina. Según indicó, estas prácticas permiten que la planta “cumpla su ciclo de horas frío y retraiga la savia”.

La poda de los frutales busca optimizar la producción: al quitar las ramas improductivas, el árbol concentra su energía en las que sí darán fruto. Realizarla a tiempo es clave para cuidar los frutos ante la llegada de bajas temperaturas. Si bien en algunos lugares se están comenzando a aplicar plataformas de poda, en otras chacras sobrevive el método tradicional: escalera, tijera y serrucho.

El trabajo del suelo, otro método tradicional y fundamental en los cuidados de la planta, tiene como objetivo “oscurecer la tierra para que tome energía calórica”, señaló Martín Borocci, productor de Allen. “Se busca generar un cuerpo oscuro con el suelo compactado y humedecido”, indicó.

Una vez preparado el terreno y ante la llegada de posibles heladas, cada productor se prepara y define qué tipo de defensa, activa o pasiva, aplicará dependiendo el tipo de tecnología que disponga, del terreno y del clima. 

Peras y manzanas

33.000 hectáreas
de fruta de pepita tiene el Valle de Río Negro en la actualidad, según la secretaría de Fruticultura.

Borocci detalló que en los cuadros con defensa pasiva se utiliza riego por manto, es decir, gravitacional que utiliza la capacidad de filtrado del suelo. En cambio, en los lotes con defensa activa, Molinaro explicó que el riego por aspersión subarbórea sirve para cuidar las plantas más sensibles ante la llegada de heladas tardías, “un riego por aspersión, microaspersión moja la planta y forma un cubito manteniendo dentro de este la florcita o fruta y esto ayuda a protegerla”.

Podas y trabajos culturales antes de que llegue el crudo invierno en el Alto Valle. Foto. Juan Thomes

Tecnología en las chacras: lo que se usa y lo que se proyecta


La incorporación de tecnología avanza progresivamente en las chacras del Alto Valle. Los sistemas de riego por aspersión se consolidan como herramientas clave para mitigar los daños provocados por las heladas.

Facundo Fernández, secretario de Fruticultura de Río Negro, detalló que la provincia cuenta con tres créditos de apoyo para los productores. “Uno destinado a la incorporación de tecnología, dividido en dos ramas: por un lado, para maquinaria y equipamiento; por otro, para sanidad, a través del programa anual de agroquímicos que permite a los productores adquirir insumos y mantener la sanidad de sus cultivos. Además, contamos con dos ejes estratégicos: la malla antigranizo y los sistemas de riego por aspersión, que sirven tanto para proteger del granizo como de las heladas”, explicó el funcionario.

El tipo de fruta cultivada también influye en la tecnología a aplicar. Molinaro explicó que las frutas de carozo -como duraznos o ciruelas- son más sensibles que las de pepita, como la manzana y la pera, y requieren un mayor volumen de agua. “Los sistemas de aspersión aérea son los que forman hielo sobre la planta. Utilizan otra lámina de agua, otro milimetraje; son equipos que trabajan con mucho más caudal porque el fruto es más delicado”, indicó.

En las chacras preparan el terreno y los frutales para afrontar el invierno. Foto: Juan Thomes

Sobre estos dos últimos puntos, Fernández enfatizó: “El riego por aspersión y la malla antigranizo son las dos patas tecnológicas para poder combatir el clima y ser predecibles en las cosechas”.

“La aplicación de tecnologías en el Valle es algo relativamente reciente”,

Facundo Fernandez, secretario de Fruticultura de Río Negro.

El clima es otro factor determinante. Borocci, productor de Allen, señaló que la defensa pasiva funciona con eficacia mientras las temperaturas no bajen de los -2 °C. “Si la temperatura cae más, sí o sí necesitás equipos de defensa activa, como los sistemas de riego por aspersión. Si están bien diseñados, pueden proteger hasta los -4 °C”, explicó.

Sin embargo, la implementación de estas tecnologías no está exenta de dificultades. Las condiciones del terreno y la baja rentabilidad son dos de los principales obstáculos. 

Daniel Pérez, presidente de la Cámara de Productores de Roca, comentó que sólo cuenta con defensa pasiva y que las últimas heladas afectaron fuertemente a sus cultivos. “La incorporación de tecnología es muy buena, pero muy pocos productores pueden acceder porque es muy cara. Queremos riego, mallas, escaleras mecánicas, pero hoy la rentabilidad es prácticamente cero, o incluso negativa”, advirtió.

En ese sentido, Molinaro agregó que la adopción tecnológica también depende de la infraestructura de cada chacra. “Una plataforma de poda, por ejemplo, tiene una rapidez bastante importante, pero sólo si la plantación está adaptada para su uso. No cualquier terreno es apto”, explicó.

Heladas en las chacras del Alto Valle. (Foto: Archivo/ Juan Thomes)

INTA, saber local y el monitoreo constante frente al clima


Los productores también destacan el valor del conocimiento profundo de la chacra: identificar zonas más frías, la dirección de las brisas y los núcleos donde suelen asentarse las heladas forma parte de una experiencia construida con el tiempo y transmitida de generación en generación. 

“Hemos tenido años críticos con heladas muy tardías, un 7 de noviembre, un 8 de diciembre, es muy relativo”, explicó Molinaro. “Los viejos siempre decían que si el invierno es bien crudo, la primavera suele ser más amable. Y el cuidado también depende del tipo de fruta: quien tiene carozo -duraznos, pelones, ciruelas- empieza mucho antes que quienes cultivan manzanas o peras”.

Las variables climáticas más amplias también son observadas con atención: el volumen de precipitaciones en la cordillera, las lluvias en el valle y la cantidad de nevadas pueden anticipar cómo será la temporada. “Si no hay precipitaciones en el Valle, se generan climas más secos y la amplitud térmica es más marcada”, indicó Borocci. “Tenés noches de -3°C o -4°C y días de 13°C a 16°C. Cuando el aire está tan seco, ni bien cae el sol, la temperatura se desploma. Son situaciones complicadas para los cultivos. Todo dependerá de lo que ocurra en los próximos 45 días, antes del inicio de la floración de los frutales de carozo, que comienza a fines de agosto”.

Clima extremo en las chacras

30% de pérdidas
En el 2022, la llegada de heladas tardías y granizo provocaron importantes pérdidas en la producción frutícola regional. Algunas chacras perdieron hasta el 70% de su cultivo.

Borocci advirtió también sobre las limitaciones de los pronósticos climáticos, que suelen contemplar zonas demasiado extensas. “Es entendible que los informes pueden anunciar mínimas de -1°C a -3°C, pero esa diferencia es clave: el fruto puede tolerar -1°C, pero a -3°C ya hay daño”, explicó. “Además, un mismo pronóstico puede abarcar desde Roca hasta Cipolletti, pero hay chacras dentro de esa franja que son mucho más frías. Por eso, cada productor tiene que prepararse según el conocimiento microclimático de su campo”.

El trabajo articulado con organismos técnicos como el INTA es muy “esencial y necesario” según Molinaro. “Nosotros trabajamos mucho con el INTA: dan cursos de poda, y ahora estamos peleando para que no lo cierren”, remarcó. “Por ejemplo, en noches de helada hacemos control de termómetros porque dentro de una misma chacra puede haber diferencias notables: en el fondo quizá tenés un grado bajo cero, pero cerca de la casa uno sobre cero. Se forman núcleos fríos que varían según el ambiente, la brisa, muchos factores”.

Además del acompañamiento técnico, el INTA también brinda respuestas rápidas a problemas cotidianos: “Llevás los termómetros y en un día te los calibran. Si tenés dudas con una plaga o un producto, te acercás con una hoja o incluso va el ingeniero al monte. Eso ayuda muchísimo”, valoró.


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