La trampa del año impar

Redacción

Por Redacción

Los resultados del Gobierno nacional tanto en materia fiscal como de control inflacionario, han sido el punto más fuerte del primer año de gobierno de Javier Milei y es algo que la opinión pública en general reconoce. Ese pasado tan reciente se contrapone con su actual momento, un rumbo bastante azaroso que se le disparó al presidente desde las necesidades políticas que plantea la compulsa legislativa de octubre, objetivo que podría estar poniendo en riesgo la ampliación secuencial de los logros económicos.

Los mercados financieros, los formadores de precios y la ciudadanía en general no son ajenos a esas cosas, porque saben cómo la política se obnubila cuando hay elecciones pero, sobre todo, porque observan que los eventuales obstáculos ya se han hecho presentes. Los más ruidosos surgen de una derivación no forzada de varias cuestiones que van más allá de la economía, las que el propio Milei se empeña en mostrar sin tapujos como atributos de su mensaje.

Es verdad que, desde su orfandad legislativa, el presidente necesita copar este año las bancas en el Congreso con leales, pero no debería tirar por la borda lo construido. Cuanto más se necesitaba tener cabeza fría para elaborar pautas que empiecen a darle forma al esquema económico, Milei respondió en las últimas semanas con mayor autoritarismo y con cuestiones ideológicas al menos controvertidas, cortó cabezas propias y salió a mostrarse ultra transgresor en el escenario global.

En materia de levantar las banderas libertarias, su paso por Davos, su discurso anti-woke, el pésimo manejo de la crisis comunicacional posterior y la resurrección del discurso kirchnerista han sido luces amarillas bien fuertes que marcan cómo las elecciones han comenzado a hacer su trabajo de desacople de objetivos. Hoy, Milei, al igual que otros presidentes, parece haber caído en la trampa de los años electorales y, en su caso, poniendo sobre la mesa una inoportuna “batalla cultural” más cercana a un probable capricho doctrinario que a la necesidad de consolidar logros.

Mientras se creía que en la Argentina ahora venía un proceso de sintonía fina apalancado en un eventual acuerdo con el FMI, lo que ha seguido es un torpe remedo de algunas políticas de Donald Trump, entre ellas la salida de la Organización Mundial de la Salud y la evaluación de otras disonantes alternativas. Más allá de las espaldas de uno y de otro presidente, la pregunta para hacerse es si éste era el momento, justo cuando había que avanzar hacia la salida del cepo y también comenzar el proceso de reducción de los impuestos más distorsivos.

La suspensión transitoria de parte de las retenciones ya ha ido en esa senda, pero falta mucho todavía. Por ejemplo, comenzar a reducir –tal como se prometió- el llamado impuesto al cheque que, en su origen (2001), fue “de emergencia por un año” y por lo tanto, provisorio, pero quedó estratificado. Su larga mano afecta a la economía, ya que se aplica a casi todas las transacciones financieras.

Pero sobre todo, habrá que terminar de una vez con Ingresos Brutos, un tributo ultra distorsivo que se aplica “en cascada”, ya que en todas las etapas (producción, mayorista, distribuidor y minorista) suma costos y distorsiona precios. En general, las provincias lo usan como contrapeso de la poda de ingresos coparticipables y les es muy difícil prescindir de él.

La Nación pide que los gobernadores usen la motosierra, pero las realidades provinciales no son todas iguales y muchos se niegan. Por eso, se necesita creatividad y muñeca política, algo que es propio de un gobierno que sea más quirúrgico que disruptivo.

El punto más sensible de la cuestión fiscal es que la ingeniería para terminar con esos lastres debe convencer a todos que la pérdida de recursos se va a compensar sí o sí con mayor actividad o con mejor recaudación o con otros ingresos que equilibren las cuentas o bien con más motosierra y menores gastos. Ese sensible parapeto debería necesariamente construirse entre todos, pero el presidente Milei parece haber elegido, por ahora, meterse solo en el brete de los años impares.


Certificado según norma CWA 17493
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Certificado según norma CWA 17493 <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios