El Círculo Católico de Roca, un caso testigo de los clubes sociales

Los clubes en Argentina cumplen una función que tiene al deporte como excusa y a lo social como leitmotiv. En Roca, el Círculo Católico de Obreros, ubicado en el centro de la ciudad, cumplirá 90 años de historia en agosto y atraviesa un proceso de reconstrucción.

Uno de los espacios más singulares del lugar, ubicado en calle Sarmiento del centro roquense, es la cancha de bochas. Son las mismas que hace 90 años, es una de las pocas que tiene su piso de tierra original.

Tienen medidas reglamentarias, de hecho estaba pautada para abril una fecha del Torneo Argentina de Bochas que quedó suspendida por la pandemia.

“Llevan un trabajo diario, de regado y apisonamiento, que precisa mucha dedicación. Calculamos que cuando se vuelva al funcionamiento normal, volveremos a tener la visita de jugadores de todo el país”, cuenta Alejandro a Río Negro.

Junto a su compañera de vida, María de los Ángeles, llevan adelante la administración del lugar desde hace algo más de un año.

Históricamente, al Círculo llegaron jugadores de bochas de todo el país y Roca fue un faro en la actividad para el ámbito de la disciplina. En este último tiempo, se han organizado torneos de manera individual.

“El patio interno nos permite tener gente al aire libre y evitar el amontonamiento. No llegamos al nivel de convocatoria previo a la pandemia, pero dentro de todo estamos bien”, explica Alejandro.

Si bien es un deporte que habitualmente juegan mayores de 60 años, por su practicidad es para toda la familia. Hay jugadores que han representado a Roca y al país en mundiales, en las distintas categorías de las bochas.

“Tenemos el objetivo de trabajar con chicos, formarlos y que de Roca salgan jugadores que representen a la provincia”, afirma.

El 11 de diciembre abrió la parrilla, que sirve desde lo comercial para sostener el día a día para Alejandro, su pareja y las tres personas que trabajan en el lugar.

Por problemas de la comisión directiva anterior, entre fines de 2017 y 2019, estuvo a punto de desaparecer. Los últimos años había estado cerrada y a mediados de 2019 le dieron a Alejandro la concesión del lugar, por decisión de la Federación Católica.

En Roca, el Círculo fue fundado por el padre Murphy, el 27 de agosto de 1931. Siempre tuvo una importancia principal en la localidad, ya que fue el lugar de encuentro a partir de las bochas, la confitería y otras actividades. Es un club social con todas las letras.

La institución tuvo una etapa complicada y ‘’cosas que no vienen al caso’’, comenta Alejandro.

Tener un local gastronómico podría ser una opción en cualquier otro punto de la ciudad, pero Ale tiene una razón de ser en este lugar. Nació en Sierra Grande, pero vive en Roca desde muy pequeño y allí creció.

“Soy medio bohemio, llevo 20 años como marinero y me gustan los lugares históricos. Creo que los edificios son muy importantes porque recuerdan las raíces de los lugares. Este emprendimiento lo encaramos con la idea de devolverle a Roca un sitio que le da identidad a la ciudad. La parrilla es un medio, hemos invertido un capital importante, fue un esfuerzo nuestro para autosustentarnos y brindar el servicio que siempre brindó el lugar a la comunidad”, explica.

“Pusimos en funcionamiento en diciembre de 2019 el salón de eventos y la cancha de bochas, pero en marzo tuvimos que cortar todo y estuvimos cinco meses sin ingresos ni eventos. A través de ventas de pollos y empanadas, reabrimos en agosto, con protocolos y menos gente que de costumbre por las indicaciones sanitarias. Hay un costo elevado, porque el trabajo de limpieza es caro y desgastante. De a poco fuimos avanzando y hoy dentro de todo está volviendo la gente”.

Encarar el desafío de levantar un lugar con estas características es, de por sí, dificultoso. La pandemia fue un golpe inesperado, como nos pasó a todos, pero ellos no aflojan: “Lamentablemente esta enfermedad ha hecho estragos en la economía y las actividades recreativas son las que más han sufrido por las exigencias sanitarias que implican. Pero en nuestro caso apostamos al acompañamiento de la gente y creemos que a medida que la gente acompañe va a mejorar”.

Alejandro se hizo un rato entre una actividad y otra. Mientras termina su tarea de cada mediodía en la parrilla, se toma un tiempo para reflexionar.

“Nos ha tocado transitar este año lamentable con la pandemia, pero estamos en camino, llevando adelante el predio. No es fácil porque es un lugar grande. Creemos que en el transcurso del año todo el complejo estará en funcionamiento. Tenemos el compromiso de devolverle la actividad a lugar, más allá de la actividad comercial, que tenga su función social”.

Fueron cinco meses de parate total, en los cuales la actividad gastronómica y social se vio muy afectada. La relevancia de estos lugares recorre distintas aristas, ya que es la caja de resonancia para mucha gente.

“El 15 de marzo tuvimos que cerrar hasta agosto. Pudimos abrir con protocolos y una limitada cantidad de gente. Las actividades no se pueden cruzar, pero vamos volviendo a la actividad. Han cerrado lugares históricos de la ciudad. Queremos brindarle a esa gente, que frecuentaba esos sitios, la oportunidad de concurrir”, sostiene.

El mensaje final de Alejandro es significativo y pinta de cuerpo entero sus intenciones. “Emprender algo hoy cuesta muchísimo por la crisis económica. Además el trabajo es mucho, pasamos casi 14 horas diarios para sostener esto. Pero las ganas de sostener esto para mi es un empuje diario que hace que me levante todos los días. Creemos que estamos haciendo las cosas bien y que la institución volverá a ser lo que fue”.