El colapso kirchnerista

Panorama nacional

Por orden del juez Bonadío, Cristina Kirchner deberá presentarse mañana en los tribunales federales de Comodoro Py para ser indagada como presunta jefa de una asociación ilícita en el expediente por los cuadernos de las coimas en la obra pública kirchnerista. Una investigación que se inició en abril y que lleva apenas diez días bajo la luz pública. Desde que dejó el poder, la ex presidenta acumula cuatro procesamientos y tres causas con elevación a juicio oral. Probablemente nunca había estado más cerca de un derrumbe como en ésta.

Dos días después, el Senado tratará un pedido del mismo juez para que se autorice el allanamiento de tres domicilios de la señora, en Buenos Aires, Río Gallegos y El Calafate, un trámite postergado por la extensa sesión que rechazó en la madrugada del jueves el aborto legal en la Argentina. La doctora Kirchner dejó una mala impresión esa noche fría en el Congreso, cuando cerró las intervenciones del bloque kirchnerista. Tenía la difícil tarea de la explicar los motivos por los que se negó a habilitar el debate sobre el aborto en sus ocho años de gobierno. No logró hacerlo. Tampoco contó las razones del giro que la llevó a acompañar el proyecto para su legalización. Ni siquiera reconoció alguna influencia de su propia hija en esa decisión. Lejos de su mejor forma, entregó un discurso desarticulado y errático. Es difícil no asociar ese desempeño con el vértigo en el que ingresó la causa de los cuadernos.

En apenas cinco días, el testimonio de personajes clave de la industria de la construcción en la Argentina confirmó todas las sospechas sobre el sistema de corrupción sobre el que se sostuvo durante más de una década la adjudicación de la obra pública.

El viernes, el ex titular de una cámara, Carlos Wagner, reveló ante el juez el funcionamiento del sistema de cartelización que regía durante el kirchnerismo y habló de los retornos que se pagaban, de entre el 10% y el 20% para acceder a los contratos. Mencionó a Julio De Vido, preso por malversación de fondos públicos.

La declaración de Wagner significó el impulso definitivo a la una causa. Lo hizo como arrepentido y quedó esa misma noche en libertad. Su testimonio podría liquidar los acuerdos de colaboración a los que llegaron días antes otros empresarios a cambio de permanecer en libertad durante el proceso. Esos empresarios habían declarado que los aportes de dinero sucio estaban destinados al financiamiento de las campañas electorales del kirchnerismo, un delito menor a la asociación ilícita y al cohecho activo. Uno de los primeros en declarar fue Angelo Calcaterra, de IECSA, primo del presidente Macri. Hasta la noche del viernes eran nueve los arrepentidos. No se descarta que algunos de ellos vuelvan a ser detenidos en las próximas horas.

También estuvieron frente el juez Bonadío Luis Betnaza, de Techint, y Aldo Roggio, de Roggio SA, que en un arranque de urgencia anticipó su declaración prevista para el martes. Betnaza ratificó el testimonio de otro de los hombres del grupo, Héctor Zabaleta, que declaró haber efectuado pagos ilegales. Betnaza dio precisiones: dijo que tres ex funcionarios de Planificación reclamaron dinero para que el gobierno intercediera ante Hugo Chávez por la expropiación en Venezuela de la empresa Sidor, propiedad de Techint, y el rescate de unas 200 familias argentinas en riesgo por amenazas veladas del régimen.

El ex juez Oyarbide, otro personaje que aparece en los cuadernos, recuperó la custodia policial de la que disponía en los años del fulgor. Después de su declaración del miércoles, confesó en los pasillos del quinto piso de tribunales que aceleró el sobreseimiento del matrimonio Kirchner en una causa por enriquecimiento ilícito por presiones del expresidente muerto. En una entrevista por radio dijo que teme que lo maten. Oyarbide representa el último punto de una urdimbre que comenzaba en los empresarios y terminaba en los Kirchner.

El inevitable colapso kirchnerista amenaza con dar un nuevo golpe a la frágil economía argentina. Acaso sea el último precio a pagar por una sociedad que naturalizó la obscenidad y la indecencia.

Desde que dejó el poder, CFK acumula cuatro procesamientos y tres causas con elevación a juicio. Probablemente nunca había estado más cerca de un derrumbe como en ésta.

El inevitable colapso kirchnerista amenaza con dar un nuevo golpe a la frágil economía argentina. Acaso sea el último precio a pagar por una sociedad que naturalizó la indecencia.

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Desde que dejó el poder, CFK acumula cuatro procesamientos y tres causas con elevación a juicio. Probablemente nunca había estado más cerca de un derrumbe como en ésta.
El inevitable colapso kirchnerista amenaza con dar un nuevo golpe a la frágil economía argentina. Acaso sea el último precio a pagar por una sociedad que naturalizó la indecencia.

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