El comedor que nació con la cuarentena en Valentina sur

Con un megáfono en mano porque estaban prohibidas las reuniones sociales, Marcos Ancatén convocó a los vecinos de Valentina Sur, desde la calle y frente a su casa, para armar un comedor. 

Cuando comenzó la restricción de circular por la pandemia, eran 50 asistentes. Hoy más de 200 familias acuden por los alimentos que se obtienen de las donaciones.

“Lo primero fue hacer bolsones de comida para los vecinos que la estaban pasando mal”, explicó Marcos, quien trabaja de pintor de obras. Como él, muchos están “parados” y sin poder salir a trabajar. 

“La gente tiene miedo de contagios, así que no quieren que uno vaya a la casa. No sabemos cuándo se va salir de esto”, expresó.

Agregó que en el barrio lograron donaciones de los vecinos, comerciantes de la ciudad y productores de Centenario que se solidarizaron con el comedor.

Diariamente se reúne la mercadería y en 3 cocinas del barrio se preparan los alimentos.

“Comenzamos con una olla para 50 personas y ahora ya tenemos 3 ollas”, comentó Ancatén.

Añadió que están buscando que les donen un freezer y una cocina industrial, para poder enfrentar mejor el trabajo de hacer la comida día a día.

“Cada vez que íbamos cocinando, más gente apareció pidiendo un plato de comida”, detalló.

Algunos vecinos se acercaron con ropa y entonces se armó un ropero para distribuir según la necesidad que tenga el que llega.

Todo el que acude con un tupper de plástico en busca del alimento del mediodía, queda anotado en una planilla. Allí se consigna para qué grupo familiar lleva la vianda.

Por esto saben que el registro de comensales llega a 200 familias. “Acá en Valentina es lo único que hay, por eso viene toda gente del barrio, también de La Balsa y hasta de San Lorenzo”, sostuvo.

Los equipos de trabajo se conforman con los vecinos del frente, de la esquina y su familia, entre otros colaboradores.

“Todos los días viene gente a dejar algo: leche, fideos, salsa, por Facebook publicamos cómo hacemos la comida y si alguien quiere colaborar, por eso por una u otra cosa, llega lo que cocinamos”, señaló Mario.

Agregó que las panaderías de los alrededores colaboran con pan y hasta con facturas del día anterior para la merienda, que arranca después de las 16 y se sirve a las 18.

“Hubo un vecino que nos donó un sommier; lo estamos sorteando y con eso vamos a comprar carne o pollo, para que la comida tenga lo que se necesita”, dijo.

Ancatén recalcó que todo se realiza con donaciones y que el trabajo “es voluntario, nadie cobra un peso; los vecinos de la cuadra, amigos, la gente se va sumando y se ofrece para trabajar”, aseguró.

Cuando no hay para la merienda “inventamos algo, como chocolatada o arroz con leche; mientras se pueda, vamos a seguir”, contó.

El comedor tiene nombre: “Mejor es dar que recibir”.

Sábados de activiad solidaria

La entrega de viandas durante la semana se complementa en Valentina Sur con una actividad solidaria los sábados.

Los vecinos preguntan quién puede recibirlos, y se instalan en una casa donde llevan el ropero comunitario (que surgió de manera espontánea) que se instala en la vereda, se entregan viandas de comida al mediodía, la merienda a la tarde y se corta el pelo.

“Todos con alcohol en gel, barbijos, manteniendo las distancias; y la gente viene, busca lo que necesita y se va, no se queda ni arma grupos”, aclaró Marcos Ancatén.

Debido a la organización que logró en el barrio, el comedor consiguió la adhesión al Banco de Alimentos de Neuquén, que lo asiste con algunos dispositivos desde hace una semana.

“Vimos la necesidad de la gente y dijimos que teníamos que colaborar con algo: algún alimento no perecedero o lo que sea; así surgió esto”, explicó.