El «demonio verde» azota las chacras de la región

La invasión de cotorras argentinas o monarca ya es un verdadero problema en las plantaciones frutícolas. Inta asegura que pondrán en marcha un plan de monitoreo. Los productores están alarmados.

Los chacareros no solo tienen que ocuparse de las heladas, de la cosecha, de la floración, de la poda, de los precios de la fruta. Sumaron visitas que no estaban en los planes y que llegaron sin que nadie las invite: la invasión de cotorras se vive y se sufre en las chacras de la región.

Y es tanto el daño que están provocando que ya se animan a ponerla a la par de las otras plagas que padece la producción, aunque no hay números oficiales sobre las pérdidas que provocan. Hay varias provincias en alerta por la situación que se vive en el campo y en las zonas productivas.

Tanto es el impacto en la región, el país y el mundo, que la llaman demonio verde, maldito perico, pericos indeseables. De ahí a la denominación más formal como cotorra argentina (Myiopsitta monachus) perico monje o cotorra monarca. En el norte argentino la llaman catita o cata verde y en algunos casos paloma chica.

Del demonio verde a la cotorra argentina, hablamos de la misma ave, que recorre cada lugar donde hay comida, que no distingue estación del año y que se da el gran banquete con sus preferidos frutos secos. Les gustan las almendras, las nueces, pero también el maíz forrajero, el choclo, las manzanas (aunque no todas las variedades), los damascos, las cerezas, las peras maduras y cuando no hay fruta optan por las yemas de los árboles o por las flores, según sea la época del año.

Hay casos en el Valle donde los chacareros calculan que perdieron un tercio de su cosecha de almendras, es decir que cada tres años pierden en total una cosecha completa de ese fruto (ver aparte). Pero también hay chacras que no sufrieron pérdidas. El daño no es uniforme.

En casa tengo una planta con almendras. Coseché tres después del paso de las cotorras. Pero no tres kilos, tres almendras»

Horacio Pierdominicci, productor de Fernández Oro

En el caso de otros frutales se calcula entre un 5 y un 10 por ciento de pérdidas, pero en las cerezas son capaces de devorar media cosecha en el corto período de madurez. El problema es serio y los productores buscan que el Estado defina qué quiere hacer con las cotorras y cómo combatirlas para evitar males mayores. El Inta anunció la puesta en marcha de un plan de monitoreo para dimensionar la cantidad de cotorras presentes en las chacras y el daño que provocan.

Ya dejó de ser un fenómeno menor y la invasión se expande sin que se vean claramente políticas del Estado nacional o provincial para terminar con los daños. Hasta ahora los métodos de ahuyentarlas con sonidos o espantapájaros, el volteo de nidos y los predadores naturales, no dieron resultados y en el mejor de los casos apenas se dio un pequeño respiro que luego volvió con más fuerza. Un chacarero llegó a encargar un halcón de madera para espantar a las cotorras. En apenas un día las cotorras le perdieron el miedo y hasta se animaron a estacionarse sobre el enorme predador de madera. El halcón es un predador natural, pero no abunda en la región y lógicamente no garantiza que la población de cotorras baje o al menos deje de crecer.

La provincia de Río Negro autorizó el volteo de nidos fuera de la época de reproducción, aunque la sensación de los productores es que eso habría agravado el problema, porque la dispersión de cotorras pudo haber derivado en el armado de más nidos. La misma experiencia en otros países no dio resultados.

La presencia de cotorras se multiplica en el Valle. En los nidos pueden convivir algunas decenas. (Foto Néstor Salas)

No está autorizada ninguna eliminación de las cotorras, ni el uso de venenos ni cebos, como tampoco el combate con armas. Solo se autorizó el volteo de los nidos. Es decir, además de este método solo queda esperar que los predadores naturales hagan su trabajo, aunque para la región está claro que no alcanza. No hay halcones ni cernícalos en cantidad, los que serían los más efectivos. La comadreja es otro de los predadores, pero su población en la región no sería suficiente como para controlar las cotorras.

Su reproducción y capacidad de adaptación a los más diversos climas hizo que se esparciera por el mundo en corto plazo, porque se habla de un período a lo sumo de entre 5 a 10 años para llegar a todos los puntos del planeta, donde ya se la denomina especie invasora. En España la consideran plaga, pero también en Bolivia, Brasil, Paraguay, Chile y Uruguay. Se vendían como pequeños animalitos exóticos y así fue introducida en Europa, donde España fue la pionera, pero sin pausa se metió en Francia, Italia, Portugal, Reino Unido, Holanda, Bélgica. No se detuvo y también hay grandes poblaciones en Grecia, Israel y Marruecos.

Las características de la cotorra argentina o monarca. Infografía Jorge Portaz

Solo España avanzó con un censo de población de la cotorra argentina, pero en el resto de los países ya consideran inmanejable la presencia de la cotorra, aunque no tienen datos sobre cuántas son. Está claro que cada nidada puede tener desde 8 a 16 huevos, dependiendo de las condiciones del tiempo y de la alimentación. Solo se detectó su ausencia en zonas donde el agro no está presente.

En el Valle es un fenómeno relativamente nuevo. Los productores, los más presentes en el día a día de la invasión, coinciden en que la llegada en grandes cantidades de cotorras se produjo desde hace cinco años, pero que desde el 2015/16 no paró de crecer.

Un chacarero de Fernández Oro describió que en una hectárea de su chacra, en los árboles más altos, pudo detectar al menos cinco grandes nidos.

Desde hace un par de años, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), empezó advertir sobre los daños que causan los hábitos de alimentación de estas aves; y a partir de las próximas semanas implementará un protocolo de monitoreo para determinar el real grado de afectación que produce en las plantaciones frutales.

La ingeniera agrónoma Soledad Urrazalleva adelante el programa desde la Agencia de Extensión Rural del Inta Alto Valle, a partir del planteo de la problemática de daños que presentaron productores de almendras.

“Desde hace un par de años los productores empezaron a ver a estas cotorras que se llevaban ramitas para hacer sus nidos y luego que se comían las flores a partir de las yemas hinchadas. En estos días ya hicimos recorridas y vimos daños en los frutos. Lo que hacen es que se comen el pelón, porque la almendra es la semilla de un carozo de un fruto muy parecido a un pelón o durazno, otras comen el carozo y otras la semilla”, detalló.

Detrás de las cotorras se ve el enorme nido. Si no consiguen comida viajan y vuelven. (Foto Néstor Salas)

Sin embargo, no solo los ataques se dan sobre este tipo de frutales, sino que también provoca daños en cerezas, peras, manzanas, pelones y duraznos. “Hoy no existe un método establecido para mitigar los daños, lo que hacen los productores es utilizar distintos métodos, pueden ser estruendos con disparos de escopeta, la colocación de espantapájaros, plumeros, cintas o colgar CD. El problema es que, si se utiliza un único método, las cotorras rápidamente se adaptan y vuelven a provocar daños. Otra alternativa que está avalada es el volteo de nidos durante el otoño-invierno, antes del inicio del período reproductivo”.

En cuanto al origen de la presencia de estas aves en el Alto Valle, indicó que respondería a la búsqueda de alimentos y favorecida por el desarrollo de la actividad forrajera como alternativa de la actividad frutícola. “Es un ave originaria del norte del país que ha ido expandiendo su área territorial. Es probable que haya crecido un poco la población con el aumento de la siembra de maíz, el cambio de uso del suelo”.

Urraza comentó en cuanto a los sistemaspara reducir la incidencia de daños por las cotorras, que no existe un plan de acción definido; “lo que sí está en claro, es que ninguno funciona solo. Estas aves tienen un gran nivel de adaptación y luego de cinco o siete días de que se implementó un plan para espantarlos se acostumbran a los métodos de ahuyentamiento. Han usado ultrasonido, han colocado CD en las espalderas, cintas de casetes, usan bombas de estruendo o disparos al aire, y rápidamente se adaptan”, agregó.

El caso de Paraná

La ingeniera Soledad Urraza (Inta), indicó que en la zona no hay un especialista ni un área específica para analizar las alternativas para mitigar los daños, por lo que se recurrió a la experiencia desarrollada por el Inta de Paraná por la bióloga Sonia Canavelli. “Ellos trabajaron bastante este tema, sobre todo en cereales y en Pecán, y nos acercó un protocolo para monitorear el daño, que para nuestra zona fue adaptado con la participación de la Facultad de Ciencias Ambientales. El protocolo permite identificar el daño que produce la cotorra y cuál es producido por el loro barranquero”.

Puntualmente el sistema de control consiste en la cobertura de algunas ramas con telas para luego comparar el daño producido en frutos con ramas que no tienen esa cobertura, que se suma al conteo de frutos en el suelo. “Esta será la primera temporada que lo vamos a poner en marcha en chacras de Cipolletti y Cinco Saltos. Tenemos denuncias por daños en chacras del Valle Medio y del todo el Alto Valle, pero el inconveniente que se nos presenta es que no tenemos, por ahora, la capacidad para extender este sistema de monitoreo a otras zonas”, dijo la técnica del Inta.

Los nidos son realmente grandes y pueden llegar a pesar más de 20 kilos. (Foto Juan Thomes)

Urraza remarcó que “este no es un problema que puedan resolver los productores; con métodos de control y de disminución de daños, como la colocación de coberturas en las plantas desde la copa hasta el piso, van a poder reducir la incidencia; pero debería implementarse un programa a nivel regional”.

Opinan los productores

La sensación que resumen los productores es de impotencia. Todos los cuidados de la temporada se pueden perder en un rato. Si bajan las cotorras es posible que una o varias plantas pierdan todo. Pero no es que la historia se termina ahí. Mañana volverán por más comida y se harán dueñas de otras plantas más. Y así siguen hasta abandonar esa chacra e instalarse en el vecino.
Eduardo Olano produce manzanas y peras, pero el daño mayor se da en su plantación de almendras. Las padece todo el año. “No tienen estación para hacer daño, se mueven todo el tiempo, se adaptan al calor intenso del verano y al frío más crudo. Pero todo el año son capaces de hacer daño”, afirmó.

Y no baja los brazos. Ya puso en marcha las tareas para experimentar con una hectárea cubierta por una malla como la de las heladas. “No podemos seguir perdiendo producción, si no hago nada son capaces de comer un 30% de las almendras. Es decir cada tres años se comen una cosecha entera. No me pasa a mi porque cuando nos autorizan bajo los nidos o las corremos con cuestiones sonoras, pero a los que no las combaten les comen un tercio de su cosecha”.

Y detalla: “se comen la flor, la yema, pero cuando está maduro se comen la almendra. Y cuando pasan los días y la cosecha avanza, intentan comer la almendra y está tan frágil su conexión con la planta que se les cae. Y ese fruto si no lo cosechás rápido se pierde. Pero la cosecha del piso la tenés que pagar también. Es decir, de un modo u otro hacen daño”.
Olano definió el tema como “un problema grande. Tenemos que contratar una grúa para bajar los nidos en época no reproductiva. Costaba cuando lo hice unos 5 mil pesos la hora. Y a veces se trabaja varias horas. Se van, pero al poco tiempo vuelven y hacen nidos más altos aún”. La cosecha de almendras comienza a fines de febrero y se extiende hasta abril.
Admitió que no es tan grande el daño en frutas de carozo o de pepita. “No es tan grande, pero es significativo”.

Solo a modo de graficar el daño, Olano explicó que un calculo matemático arroja números preocupantes. “Si tenés 10 hectáreas y te comen tres hectáreas, son aproximadamente 4.000 kilos, a mil el kilo, hablamos de unos cuatro millones de pesos de pérdida”.

Horacio Pierdominicci es productor de Fernández Oro. Las padece y las sufre todo el tiempo. “Encima que estamos mal, tenemos que ocuparnos de las cotorras. No sé cuánto dinero llevo gastado en grúa para bajar los nidos”.

“Creo que la aparición de cultivos diferentes atrajo más a las cotorras. Llegamos a un punto en que no se salva nadie. Y nada, porque les gustan todas las frutas. Mire, en casa me quedé con una planta de almendras para la familia en la chacra y ¿sabe cuántas pude comer? tres. No tres kilos, tres almendras”, contó Horacio. Estimó que las pérdidas en su chacra van entre el 5 y el 10%, según la especie.

Desde la margen sur hasta la barda

La ingeniera Soledad Urraza precisó que “cuando hicimos los círculos marcando los cinco kilómetros desde el centro de Cipolletti, abarcan desde la margen sur hasta la barda, es decir que se mueven sobre la zona de chacras y la ciudad”.

Indicó que este año en la provincia de Río Negro, a partir del pedido de productores y un informe técnico elaborado por el Inta, autorizó el volteo de nidos durante la época no reproductiva que terminaría ahora. “Esta actividad de voltear nido retrasa, pero no es un sistema de control muy efectivo”, advirtió la ingeniera del Inta.


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