“El derecho a una educación”

Como todos los años, terminan 3 meses de vacaciones y hacen huelga por tiempo indeterminado. Se ríen alegremente de los derechos de millones de niños y adolescentes en el país reclamando su derecho. Paralizan todas las escuelas, desde Humahuaca hasta Tierra del Fuego, por tiempo indeterminado. Lo llaman democracia. ¿No se dan cuenta de que tienen la gran responsabilidad de forjar las próximas generaciones de argentinos? ¿Qué futuro les aguarda a estos jóvenes escasos de conocimientos? Van a ser resentidos sociales e inservibles que nadie va a emplear y que no van a poder mantener un trabajo simplemente por falta de formación y conocimientos. Miren, señores docentes: si ustedes se sienten capaces de asumir otras tareas mejor remuneradas, ¿por qué no cambian de trabajo y se granjean otras oportunidades? Nadie los obliga a ser trabajadores de la educación. El país necesita verdaderos maestros, a quienes les gusten los niños y amen enseñar, no por simple salida laboral. Necesitamos de esos maestros por vocación, que todos respetamos y apreciamos. Vemos con mucha tristeza cómo va bajando la educación en el país, que históricamente ha tenido el mejor de los niveles en todo el continente. Ustedes tienen la noble misión de forjar la próxima generación de argentinos, capaces de hacerse cargo de un país venido para abajo, en buena medida, a causa de su responsabilidad. Deben formar personas con mucho conocimiento, que aprendan a cumplir con sus tareas con entusiasmo y responsabilidad, ¡dando el ejemplo! El chico se va formando con los ejemplos que tiene de sus mayores, incluidos los docentes. En 1963 fundé la Escuela Nº 3, cuando la Provincia de Neuquén empezaba a hacerse cargo de las escuelas. Ésta era para los hijos de los empleados de la empresa forestal que me tocó administrar por esos años, en el paraje Quechuquina. Ellos sabían que sus hijos tendrían una buena educación. También fundé la Escuela Nº 117 en Meliquina. Por entonces la situación ya estaba cambiando rápidamente.

La Ruta Provincial 64 a Paso Córdoba pasaba cerquita, había luz, agua corriente y asistirían chicos de la empresa que administraba allí, así como de todo el Valle, donde varias otras empresas acompañaban los proyectos forestales. De todos modos, se daba clases y no se hacia huelga, incluso cuando el tiempo meteorológico era malo.

Me permito agregar un dato de mi propia infancia: no era ningún santo y recibía castigo en la escuela. Pero en mi casa, cuando mi madre se enteraba, había otras palizas más. El chico tiene derechos, ¡muy bien! Pero tiene que aprender que tiene obligaciones también.

Tengamos presente que se forman los próximos ciudadanos. ¡Preparémoslos para la vida! Y sepamos que la vida puede ser muy dura. Sepan que esto lo escribe un padre de 4 hijos y abuelo de once nietos.

Eberardo Hoepke

DNI 93.328.470

Eberardo Hoepke

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