El fenómeno Maradona

Por Julio Rajneri

La muerte de Diego Maradona ha despertado una repercusión dentro y fuera del país de una magnitud sin precedentes. No es, sin embargo, sorprendente. Se trata de un futbolista destacado, qué duda cabe, tal vez el mejor de todos los tiempos, que en vida generó un fenómeno de popularidad que alcanzó dimensiones inusitadas.

Para decirlo en pocas palabras, en su apogeo Maradona pudo haber sido la persona más conocida en la historia de la humanidad.

Ha habido grandes líderes espirituales y religiosos, conquistadores que hicieron proezas militares increíbles, políticos que cambiaron el curso de la historia. Pero en principio la geografía puso límites a su popularidad. Las conquistas del Gengis Kan fueron impresionantes y superiores a las de Napoleón, pero para Occidente es casi un desconocido. Los líderes religiosos son respetados y admirados dentro de su grey, pero apenas trascienden en los dominios de otras religiones.

También la edad juega un papel esencial. Hitler fue un protagonista estelar del siglo pasado. Pero los niños del África, de entonces y de ahora, mirarían azorados si se les preguntara sobre su existencia.

Con Maradona confluyeron dos circunstancias especiales para generar un caso diferente. El fútbol es el deporte más popular en virtualmente todos los países del mundo, con excepción de los Estados Unidos. Despierta una pasión que no reconoce límites de edad, de sexo o de fronteras.

La actuación de Maradona coincidió con el espectacular crecimiento de la televisión. Pelé pudo haber sido tan brillante como Diego, pero sus veinte años de diferencia coincidieron con una expansión de la televisión que estableció grandes contrastes en el nivel de conocimiento.

Y Maradona siguió siendo noticia, aun después de haberse retirado. Fue un transgresor. Un hombre de origen humilde que ganó fortunas. Una víctima de las drogas, del alcoholismo, de las paternidades inesperadas. Un incontinente verbal. Un admirador de personajes polémicos. Messi y Pelé pueden competir con su destreza futbolística, pero sus respectivas vidas privadas son discretas y, en cierto modo, convencionales y aburridas. Maradona después de su retiro, vivió una vida que muchas veces bordeó el drama y puso en vilo a sus admiradores.

El reconocimiento por sus virtudes futbolísticas no tiene contradictores. El resto de su vida es materia opinable. Pero ser un personaje de popularidad semejante, debe haber sido una carga difícil de soportar.


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