El rechazo al cristinismo, un dato fuerte

El país lo presagiaba. Las elecciones neuquinas no serían sólo una elección meramente provincial, cuanto una contienda de fuerte impacto nacional. Lo fueron.


De hecho, la compulsa se transformó en un anticipo de cómo podría comportarse el electorado en una futura votación nacional.

Dicho de otro modo, los actores y electores neuquinos actuaron, en cierta forma, en función de las repercusiones que en el orden nacional podría tener su decisión.

Los resultados dieron claves importantes. Reflejaron no sólo que el fuerte triunfo de Gutiérrez necesitó de colectoras que las traccionaran. También –y sobre todo– demostraron que el rechazo al cristinismo ha sido contundente.

El porcentaje cosechado por Rioseco ni siquiera alcanzó el estándar mínimo conocido de la feligresía kirchnerista.

El hecho de que Rioseco se haya impuesto al hombre de Cambiemos, se convierte en un dato relativo a la hora de imaginar cómo resolvería el electorado provincial una antinomia Cristina-Macri, por ejemplo.

Ha sido más fuerte ayer la aversión al kirchnerismo que al macrismo si juzgamos cuál tendería a ser –en la elección nacional– el comportamiento de parte de los electores del MPN, de Quiroga y de Sobisch, más proclives seguramente a un pensamiento alejado de las arbitrariedades y evidencias de corrupción que dejó la gestión K.

Si ayer el electorado hubiera querido reaccionar contra el gobierno nacional, tenía la oportunidad de volcarse sin ambages a la alternativa de Rioseco. Y no lo hizo.


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