El turismo enfrenta un quebranto sin final a la vista

Un trabajo técnico elaborado por el economista Joaquín Escardó para la Asociación Hotelera local demuestra que en el semestre marzo/septiembre Bariloche dejó de recibir 410 mil turistas. El dinero que dejó de ingresar en la economía local equivale a tres presupuestos anuales del municipio.

La actividad turística encabeza todos los relevamientos e informes sobre los sectores más golpeados por la pandemia y a los actores de ese segmento, además de las cuantiosas pérdidas acumuladas en el período marzo/septiembre, les preocupa la falta de una perspectiva cierta de reactivación, como la que empezaron a experimentar otros rubros de la economía.

 La profundidad del impacto se traduce en los indicadores de retracción económica, que ubican a los hoteles y restoranes en el fondo de la tabla.

Según el informe publicado en agosto por la Federación Hotelero Gastronómica, la caída de la actividad económica a nivel general fue en promedio de 20,6%, con algunos sectores favorecidos como la intermediación financiera (-4,3%) y electricidad/gas/agua (-5,1%), mientras que otros cayeron por debajo de la media. Entre ellos la gastronomía y hotelería (las de peor performance) con 72,1%.

 Los datos corresponden al Estimador Mensual de Actividad Económica difundido por el Indec para mayo pasado y desde entonces la parálisis del sector se mantuvo sin cambios, con la excepción de una reapertura parcial de los restoranes.

 La tabla referida es de alcance nacional, pero Bariloche -como principal polo turístico de la Patagonia- aporta también indicadores ilustrativos.

 Un trabajo técnico elaborado por el economista Joaquín Escardó para la Asociación Hotelera local demuestra que en el semestre marzo/septiembre Bariloche dejó de recibir 410 mil turistas y se perdió de facturar 2.028.000 pernoctes.

 El gasto promedio por visitante, en valores proyectados de la temporada anterior, da cuenta de que la ciudad resignó ingresos por 11.498.000 millones de pesos.

 Esa cifra surge de cruzar los consumos diarios de los turistas en alojamiento, comida y otros bienes y servicios con la estadía promedio. Escardó admitió que los 11 mil millones tienen “una nominalidad de difícil comprensión”. Para dar una referencia del “tamaño del agujero”, dijo que ese dinero que dejó de ingresar en la economía local equivale a tres presupuestos anuales del municipio.

 El impacto también es muy fuerte a nivel empleo, ya que el turismo genera en toda la zona andina (desde San Martìn de los Andes a El Bolsón) unos 5.700 puestos de trabajo efectivos permanentes y otros 3.000 temporarios.

 Los primeros perciben en forma mensual un 75% de sus salarios (entre ATP y el aporte del empleador) y los temporarios sólo han logrado una remuneración  de emergencia que no supera los 12.000 pesos, cuando en condiciones normales hubieran cobrado una media de 50 mil pesos mensuales, por un período mínimo de 45 días y en el caso del turismo estudiantil, a lo largo de seis meses.

 Esa retracción afecta también al comercio en general, que aun si no trabaja en forma directa con el turismo sufrió caídas de facturación estrepitosas. La última encuesta realizada por la Cámara de Comercio y difundida el mes pasado revela que el 76% de los comercios de Bariloche tuvo ventas que no superaron la mitad de las registradas el año anterior. Y sólo el 20% de los encuestados pudo cubrir sus gastos operativos.

 Escardó dijo que la caída de la actividad turística, proyectada hasta el cierre del 2020 será de un 55% y el valor llegaría al 80% si no entrara en la cuenta el período en el que se trabajó con normalidad, es decir del 1 de enero al 20 de marzo. Esa proporción, subrayó, supera por lejos la recesión estimada para toda la economía, que variaría entre un 12 y un 15%.

 “No hay nichos, nadie en turismo está ganando plata ni dejando de perder”, señaló el especialista. En general los prestadores sobrellevan el temporal a pura deuda y algunos buscan reconvertirse. Es el caso por ejemplo de las cabañas y bungalows que se apartan del turismo y empiezan a ofrecer alquiler permanente.

 Señaló que la situación observada en Bariloche es similar en toda la zona cordillerana, pero Las Grutas no se vio afectada al mismo nivel porque su temporada fuerte es el verano. Escardó dijo que “no hay registro ni experiencia previa para imaginar cómo puede ser la recuperación”. Aseguró que la dimensión de la crisis es enorme y que si no hubo más cierres definitivos es “porque muchas son empresas familiares y están decididas a sostenerse como puedan”.

Otros datos

 La desaparición abrupta del turismo internacional también contribuye al estrago que sufre la actividad y queda reflejado en un dato numérico elocuente. Según registros del ministerio de Turismo y Deportes de la Nación, el país recibió el año pasado entre abril y agosto 1.053.200 turistas extranjeros. Este año la cifra es cero. En marzo ya se hizo sentir el impacto porque de 237.100 en 2019 cayó a 97.300 este año.

 En Bariloche se sintió muy particularmente la falta del turista brasileño “de nieve”, de alto nivel de compra, que suele llegar en julio y agosto.

 Los hoteles abiertos en la Patagonia durante el invierno fueron apenas 40 (el 16,2% del total), con un movimiento mínimo. Según lo informado por el Ministerio de Turismo, en junio pasado los pernoctes registrados en Neuquén fueron apenas 2.693 y en Bariloche 198. A nivel nacional la sumatoria de pernoctes fue de 54.000, cuando la media de los últimos tres años para ese mes fue de 2.083.000. Una caída del 98,2%.

Escardó dijo que el empleo se sostuvo en forma provisoria con la ayuda de ATP, aunque “muchas empresas ya no pueden pagar su parte” y pactan retiros voluntarios con el personal, ante la prohibición de despidos. “A esta altura ya intriga saber cómo las cosas se mantienen así, sin un escape -dijo el economista-. Cuesta entender cómo no hay mayor conflictividad social”.


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