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La nueva «guerra» de Internet: inteligencia artificial y buscadores

Los gigantes tecnológicos pelean para ver quién incorpora primero -y mejor- la inteligencia artificial a sus buscadores. Microsoft apuesta por ChatGPT, Google hace lo propio con Bard, y las inversiones son cada vez más millonarias. ¿Quién ganará terreno?

Si algo tiene de cíclico el mundo de Internet es la obsesión por imponerse en la adaptación de las nuevas tecnologías ni bien salen a la luz. Tomemos un ejemplo básico: las historias de Instagram, que fueron un éxito apenas se presentaron y luego adaptaron Facebook, WhatsApp y demás plataformas.


En la actualidad, la gran “guerra” digital apunta a quién podrá imponer primero su propio modelo de inteligencia artificial. Por un lado tenemos a Microsoft, que pone sus fichitas con el reconocido programa ChatGPT (un bot que puede, por ejemplo, sostener una conversación profunda con nosotros); mientras que en la vereda de Google, la apuesta va por el lado de Bard, que promete instalarse como una de las referencias en este sentido. Baidu, el motor chino de búsqueda que es uno de los más grandes del mundo, también tendrá su propio servicio.

Pero, ¿cuál es el objetivo? En principio, que ante una pregunta al buscador, la primera respuesta no sea simplemente un listado de direcciones. Que, aprovechando las ventajas que dan este tipo de programas, la inteligencia artificial pueda también formular una respuesta concreta en lenguaje natural, de forma que se complemente con el resto de la información brindada al usuario. Y más complementos aún: por ejemplo, puede enlazar nuestras búsquedas con análisis de imágenes, reuniones de trabajo y demás.

Lógicamente, a medida que estos proyectos empiezan a crecer, las empresas detrás invierten más dinero. Por ejemplo, Microsoft con ChatGPT, el bot conversacional lanzado por OpenAI. Con más de 100 millones de usuarios en los dos meses que pasaron desde su lanzamiento, ChatGPT se convirtió en la joyita que todos querían… y Microsoft no lo dejó pasar. Ya invirtió más de 3.000 millones de dólares allí, y planea inyectar otros 10 mil millones. ¿Y en cuanto a proyectos? En principio, la integración a su buscador Bing, algo que le plantearía una verdadera dificultad a Google. Pero también lo incluyó en una nueva versión de Teams, que tiene un costo extra. Allí, por ejemplo, ChatGPT realiza resúmenes después de que se mantiene una reunión.

Claro, ni lerdos ni perezosos, en Google decidieron contraatacar. Es por eso que anunciaron el lanzamiento de Bard, su propio sistema de inteligencia artificial. Y para tratarse de Google, que maneja el 90% del tráfico de búsquedas online, se espera que sea algo masivo. Según indicó el CEO Sundar Pichai, “Bard busca combinar la amplitud del conocimiento global con el poder, inteligencia y creatividad de nuestros grandes modelos de lenguaje. Se nutre de la información de la web para ofrecer respuestas frescas y de alta calidad”.

Incorporar inteligencia artificial a los buscadores permitiría múltiples opciones de personalización en la búsqueda.


Este nuevo proyecto estará basado en LaMDA (“Language Model for Dialogue Applications” o “Modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo”), un sistema propio de Google que viene aceitado hace varios años. Lógicamente se espera que sea incorporado al mismísimo buscador, para competir con la potencial fusión entre ChatGPT y Bing.

Mismo panorama tendrá Baidu, el gigante chino, que lanzará “Ernie Bot” con la misma intención. Según comentaron desde la empresa, las últimas pruebas serán realizadas en marzo, de forma que en breve se largue el chatbot para todo el público.

Claro, todos estos avances también pueden tener sus fallas. Según explicó Thierry Poibeau, director de investigaciones del CNRS, “un motor de búsqueda que integre la inteligencia artificial dará una respuesta estructurada a una pregunta”. Pero en ese mismo sentido, Claude de Loupy, dirigente de Syllabs (una empresa francesa especializada en la generación automática de texto), advirtió que “se corre con el riesgo de que el usuario se considere satisfecho, a pesar de posibles tergiversaciones o control de la respuesta única”.

En ese sentido, vale repasar lo ocurrido con Meta, la compañía a cargo de Facebook. Es que antes del surgimiento de ChatGPT, habían llevado adelante un proyecto propio denominado “Galactica”. Esto se trataba de un modelo de lenguaje que, entre otras cosas, resumía artículos científicos y podría redactar textos propios. Sin embargo, debió ser retirado del mercado porque entre otras cosas, generaba respuestas absurdas, sin sentido y hasta insultantes, con frases racistas.

Queda claro que la carrera por incorporar la IA a los buscadores ya tuvo su largada. Ahora restará ver quién llega primero y quien gana a la larga.


Una preocupación que crece cada vez más



Robots que difunden información errónea a través de un chat, aplicaciones que producen videos pornográficos y voces clonadas que defraudan a millones de empresas: ante el auge de ultrafalsedades creadas por inteligencia artificial, los gobiernos del mundo comienzan a organizar su respuesta.

La inteligencia artificial está redefiniendo el dicho “ver para creer”, con una avalancha de imágenes creadas de la nada y personas que aparecen diciendo palabras que nunca pronunciaron en ultrafalsedades con un realismo desconcertante, también llamadas “deepfakes”, que socavan la confianza online.

China adoptó recientemente normas para regular las manipulaciones digitales, pero la mayoría de los países parecen estar luchando para mantenerse al día con tecnología de rápida evolución en medio de preocupaciones de que la regulación podría obstaculizar la innovación o ser mal utilizada para restringir la libertad de expresión.

Google contraataca con Bard, su propio sistema de IA integrado con LaMDA. Lo incorporarán al buscador, con la intención de sumar una respuesta “diferente” a la habitual.


Expertos advierten que las herramientas para detectar este tipo de contenidos son superadas por sus creadores, que operan de forma anónima gracias a técnicas de inteligencia artificial que antes requerían cierta especialización pero que ahora son accesibles y a bajo costo.

Meta anunció en 2021 que había eliminado un video ultrafalso del presidente ucraniano Volodimir Zelenski llamando a los ciudadanos a deponer las armas y rendirse a las tropas rusas.

Kate Isaacs, una británica que hace campaña para que toda pornografía que se haga sin consentimiento se elimine del sitio Pornhub, le dijo en octubre pasado a la BBC que se sentía “devastada” por la publicación en la red Twitter de un video porno falsificado con su rostro.


La amplia posibilidad de crear de manera automatizada contenido de texto, audio y video, y su uso potencialmente malicioso, con fines de fraude financiero o robo de identidad, genera serias preocupaciones en todo el mundo.

Estas tecnologías fueron bautizadas como “armas de disrupción masiva” por la firma de análisis de riesgos Eurasia Group.

El aumento de “deepfakes” podría llevar a un “apocalipsis de la información”, un escenario en el que muchas personas no pueden distinguir la realidad de la ficción, advirtió la agencia policial europea Europol.


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