En una agenda se combina el trabajo y la maternidad

Lucía Querejeta creó Charo Cuadernos. Vende sus producciones en el mercado artesanal. El emprendimiento surgió cuando nació su hija que fue diagnosticada con trastorno del espectro autista.

Lucía Querejeta transformó su hobby por la papelería en un emprendimiento tras recibir el diagnóstico de autismo de su hija Emma. Debió renunciar a su trabajo en relación de dependencia para quedarse en casa a cuidarla.

Charo Cuadernos es mucho más que un emprendimiento para Lucía, es un medio de canalización. Según comentó, siempre le gustaron los cuadernos y la papelería pero no fue hasta que nació su hija que decidió explotar sus habilidades: “Junto con la maternidad llegó la creatividad”, aseguró.

La emprendedora empezó con la papelería hace cinco años. “Al principio fue una especie de hobby, me gustaban mucho los cuadernos y quise aprender a hacerlos. Empecé a regalar y con el tiempo se fue convirtiendo en mi trabajo”, contó. Cuando nació Emma y dejó su trabajo en Bahía Blanca, donde solo estuvo por dos años, volvió a la capital neuquina y se dedicó a trabajar en su propio proyecto y cuidar de su hija.

Reparte su tiempo entre ser madre full time y Charo Cuadernos. Comentó que separarse la ayudó mucho para poder dedicarse al emprendimiento. “El papá se la lleva para pasar tiempo con la nena y yo puedo dedicarme a trabajar”, señaló y añadió que desde este año en la nena empezó el jardín, dispone de más tiempo para la papelería.

Arrancó haciendo cuadernos cocidos, pero se dio cuenta de que le tomaban demasiado tiempo y cambió de técnica. Ahora utiliza anillados porque según explicó son mucho más prácticos para ella y los clientes. Además de ser cómodos, los cuadernos de Lucía son muy originales y como son a pedido quien lo desee le puede dar su toque personal. “Mucha gente me pide que les haga las tapas con fotos de sus hijos”, contó la joven.

Los cuadernos tienen un gran recibimiento entre la clientela pero las agendas son el fuerte de las ventas. Próximamente arranca con su fabricación para contar con el stock suficiente a fin de año. Además, la emprendedora destacó que se empeña en diseñar nuevos modelos cada temporada.

Pese a que desde que comenzó hasta hoy el emprendimiento creció bastante, la mujer de 33 años asegura que no podría vivir únicamente de sus cuadernos artesanales. Cuenta con la mensualidad del padre de Emma y toma los ingresos de Charo como algo extra que la ayuda a llegar a fin de mes. Más que por un beneficio económico, Lucía reconoce que lo hace por una cuestión personal. “Lo hago sobre todo para mantenerme activa y creativa”, enfatizó.

Agregó que como el emprendimiento depende de las diferentes ferias, las ventas son muy inestables ya que no siempre puede asistir porque tiene que cuidar a su hija.
De todas formas asegura que no cambiaría por nada la libertad que le brinda trabajar en su casa y ser su propia jefa: “Ahora estoy mucho mejor”.

Al principio fue un hobby, me gustaban los cuadernos y quise aprender a hacerlos. Luego fue un trabajo».

Lucía renueva sus diseños cada temporada.

Al enterarse que su hija tenía autismo, Lucía comenzó a utilizar su ingenio y sus habilidades dentro de la encuadernación y la papelería para ayudar a Emma en su evolución.
“Cuando empecé a trabajar con imanes se me ocurrió hacerle un pictograma”, dijo, y explicó que son imágenes que ayudan a los chicos a comunicarse cuando tienen dificultades en el habla. Contó que los pegó en el baño, en forma de secuencia, para que Emma aprendiera a ir al baño. “Sirven un montón para estimular el lenguaje”, resaltó.
“No los vendo pero si alguien me los pide porque los necesita para sus hijos, se los hago y solo cobro los materiales”, remarcó. La mujer manifestó que no son fáciles de conseguir y si se consiguen, es a un precio excesivo.


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