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La sanguchería de Gabriela Boezio en Aluminé: el éxito de su cocina callejera, este verano

Gabriela Boezio, cocinera de Aluminé… la rompe vendiendo sándwichs en pleno centro de la ciudad.

Hace ocho años atrás, cuando su hijo tenía recién 6 meses, Gabriela Boezio (39) se quedó sin trabajo. Lloró dos días sin parar.

El tercer día salió a hacer compras al mercado para cocinar y no paró más.

Hoy, Gabriela es algo así como la “reina del sánguche” en Aluminé, donde tiene un foodtruck en pleno centro del pueblo.

Esta temporada, que explota de turistas y visitantes, en su puesto “Cosas ricas” llueven clientes todo el tiempo.

“Este es un muy buen momento para mi emprendimiento, por suerte”, resalta. “La temporada está tremenda de buena para todos”.

Instantánea del carro de Gabriela Boezio, a minutos de levantar la cortina y empezar a despachar sandwichs, en Aluminé.

Cómo trabaja Gabriela Boezio en su carro gastronómico

El carro está a media cuadra de la plaza. Alquilo una parcela de pasto, no me dio para un local. Atiendo de miércoles a domingos, mediodía y noche. Estoy sola y al palo. Feliz de tanto trabajo”, comparte.

“Mientras estaba de licencia por maternidad vendieron el fondo de comercio donde trabajaba. Cuando volví estaba todo raro. Ni mis compañeros ni yo sabíamos qué pasaba pero lo cierto es que a los días quedé en la calle”, recuerda.

“Lloré ese jueves, lloré el viernes y el finde semana me puse a hacer budines, no podía quedarme quieta. Pasada de estrés y miedo. Mi hijo tenía 6 meses. Salí con una pila de tapers a vender budines y el primer mes gané más de lo que ganaba laburando para otros”, admite.

Fue en ese momento que tuvo la certeza que su trayectoria laboral pasaba por la gastronomía.

Gabriela llegó a los 9 años a Aluminé desde Neuquén capital. A los 18 se fue a la UNCo a Roca a estudiar comunicación.

Anduvo por el Alto Valle hasta los 28 cuando decide volver a sus pagos.
Al regreso hizo un curso de pastelería en el CFPA N° 4 “por hacer algo, por gusto nomás”.

“En esta institución obtuve una excelente capacitación con excelentes profesionales que supieron y quisieron compartir sus saberes”, agradece.

Ahí obtuvo sus primeras herramientas como cocinera. Después fue sumando más capacitaciones. “El amor por la cocina lo heredé de mis abuelas”, reivindica.

“Ya van a hacer 8 años que me dedico a full a esto. También hago asesoramientos y capacitaciones”, dice.

Un espacio precioso e ideal para una pausa con amigos y comer «cosas ricas», como dice la anfitriona del lugar, Gabriela Boezio.

– Y un día apareció el carro…

– … “sí… fue de repente. Fue algo que no lo pensé mucho. La idea era hacer algo diferente con un buen pan de base y adentro, lo que vos quieras… Sanguchería y ensaladas era algo que mis clientes venían pidiendo…”.
Saludable, casero, todo fresco, hecho en el día. “Para generar un producto digno necesitás buena materia prima y buen manejo de técnicas. Todos los productos y materia prima las compro acá: hay que devolver siempre lo que se nos da”, recalca.
“Soy una agradecida de cómo crecí en estos lugares… Aluminé brinda calidad de vida. De la buena, de la que hace bien a la cabeza y al corazón”.

– ¿Cómo es ser emprendedora por estos pagos?

– Emprender, acá en Aluminé o donde sea, es encarar lo que puedas y sostenerlo con mucho esfuerzo. Me costó mucho correrme del laburo formal y entender que hoy por hoy los emprendedores y emprendedoras somo un eslabón muy fuerte en la generación de trabajo. No olvido que el empoderamiento tiene una base de carencia; todo bien con el brillo del emprendedor pero la verdad es que siempre se trata, en el fondo, de una ausencia (trabajo ausente, Estado ausente, contrapartes ausentes y así sucesivamente…

“Por definición emprender es realizar una acción que requiere esfuerzo y trabajo, o sea que vas al arco. Siempre al arco (ríe) con lo mucho o poco que se tenga o se sepa. El resultado puede variar pero mañana tenés que levantarte y seguir haciéndote cargo de lo tuyo”.

Acá, en verano, todo bello. Pero ¿cómo es remarla acá en Aluminé en invierno? “Con campera: esto si que te empodera. Salir a patear la calle con nieve, lluvia o lo que sea”.

Con este espíritu Gabriela prepara los sandwichs en su carro. “Que no me falte nunca el pimentó ahumado”, dice. “Ni una bebida espirituosa de las fuertes”, agrega.
“Un sánguche y una birra, lo más. Es la fórmula perfecta para pasarla bien”, concluye Gabriela al hablar con YO COMO.

Para saber más de «los sánguches» de Gabriela Boezio

“Las zanahorias en escabeche son las estrellas de alguno de mis rellenos de sánguches”, resalta Gabriela Boezio, cocinera de Aluminé.

La calidad del pan es fundamental para que no pase el “efecto azulejo”: que se resbalen los ingredientes. El relleno debe integrarse perfectamente a los entre panes, comenta la emprendedora neuquina. “Los panes los hago en la cocina de Cosas Ricas, que está habilitada desde el día uno. Es ahí donde arranqué con los budines.. En el carro se hace el ensamble y se procesa la verdura de las ensaladas”, dice la entrevistada.

Gabriela Boezio con la consigna laboral de su vida… todo un estilo de vida.

Los sánguches son mágicos. Se comen con la mano: imposible de aparentar lo que uno no es… con esta idea la entrevistada diseña su comida.

Algunos piden nuevos formatos y para otros lo mejor siguen siendo los clásicos. “Lo cierto es que el sánguche es bien argentino, presente en todas las zonas y en cualquier segmento. Los hay simples y otros más extravagantes o gourmet. Fríos o calientes Veggies, con jamón o carne. Lo cierto es que hay para todos los gustos”.

Una ensalada bien puede acompañar un sánguche, invita la anfitriona. ¿Qué nos ofrece para mezclar? Lechuga, espinaca, tomate, zanahoria, remolacha, chauchas, choclo, arroz yamaní, garbanzos y lentejas.

¿Ingredientes de algunos rellenos? Pueden ser algunos de los vegetales antes mencionados más palta, queso, zucchini, morrón, cebollas y huevos.


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