“Hacete cargo”, el ejercicio de mirar hacia adentro

La psicopedagoga Laura Collavini reflexiona sobre la comodidad de “culpar al otro” en lugar de hacer una revisión de nuestras propias conductas. ¿Por qué es más difícil aceptar nuestros problemas?

Toda semejanza con la realidad es pura coincidencia. “¿Viste lo que pasó con la de la esquina? ¿No te enteraste? Resulta que le metió los cuernos al marido con el José. El José. El que estafó al carnicero en la fiesta de 15 de la hija. Ese también, flor de chanta… Vende una carne buenísima, pero se cree que es el mejor de todos. Te revienta con los precios. Ahí también va a comprar el hijo de Alicia, el que le encanta meterse en el casino y gastarse toda la guita. Yo no sé cómo lo aguanta la mujer… Flor de vaga esa también, si se levanta a la hora que quiere y no hace más que mirar por la ventana la vida de los demás. Suerte que a mí ni me importa meterme en la vida de los demás, pero viste cómo es… La gente no entiende que lo que haga el resto es cuestión del resto”.


¿El ejercicio de desvinculación con nuestro propio ser podría llegar a ser un deporte? Opinar acerca de la vida del resto es el ejercicio exactamente contrario de no involucrarse en la vida propia. Compararse con el otro es el ejercicio de negarse. De no comprensión personal y de falta de empatía. No creo que tenga mucha más complejidad el concepto y doy paso a analizarlo.

No hay dos huellas digitales iguales, la maravillosa naturaleza nos ofreció la posibilidad de ser únicos e irrepetibles. Nuestra vida transcurre en la absoluta soledad de sabernos acompañados. La ausencia de registro de nuestro ser y su potencialidad única da comienzo a la sensación de escindirnos de nuestro eje y empezamos a considerar que para llenar ese vacío que trae la acción de enajenarnos, es menester llenarlo de otras cosas del afuera que nunca serán suficientes. Sensaciones de malestar, de desconcierto, de disconformidad, entre otras varias comienzan a surgir como manantial de ingratitud.

Sabernos implica una conciencia de sí. No es fácil en un mundo que nos llama constantemente a la distracción, al consumo y a mirar afuera como si ahí existiese la plenitud. El considerar que no se tiene tal plenitud, al menos en forma constante, provoca el ejercicio de “suponer” que otro si, por ende, el ejercicio de mirar al otro con malicia o crítica podría traer aparejado una supuesta verdad de que el otro la tiene porque hace algo mal: “Vaya a saber cómo hizo la guita”, “Vaya a saber qué hizo para estar ahí” y demás.

¿Qué significa la palabra crítica? “Es la acción dirigida, del intelecto crítico, expresada como opinión formal, fundada y razonada, necesariamente analítica, con connotación de sentencia cuando se establece una verdad, ante un tema u objeto usualmente concreto, pero que puede dirigirse hacia . En ocasiones la crítica es ejercida desde o hacia algún tipo de colectividad.”

Muchas veces señalamos al otro en lugar de revisarnos.


A partir de este significado podemos visualizar que la acción de hablar acerca de la vida del otro no es “critica”, ya que no es posible tener una opinión fundada, formal y razonada acerca de la vida del otro. Lo que hacemos es observar este caudal de ingratitud propio lanzado hacia otro.

Conductas habituales como decir que la culpa siempre es del otro, o esbozar un “qué querés que haga si…”. Culpar al otro es colocarnos es situación de víctima y negar nuestra posibilidad. Es fácil culpar porque deja la sensación de liviandad, pero si miramos un poquito más cerca es comodidad, es negarme, es no creer que puedo hacer algo mejor.

La energía que implica mirar la vida de otros es mucha. Energía que deja de estar destinada a nuestro único e irrepetible ser. Confieso que algunas frases me divierten y uso: “Le dicen bisagra, porque si no está en la puerta está en la ventana”. Son esas personas que siempre saben acerca de la vida de los demás.

“Si hubiera un negocio para comprar vidas”… Porque tal vez ahí, creyendo que el afuera provee lo que adentro no se logra encontrar.


El ejercicio de mirar hacia adentro implica encontrarnos con nuestros puntos oscuros, lo que es más fácil esconder bajo la alfombra pero que también en algún momento se va a pudrir y sí o sí será necesario destapar.

Poder indagar en nuestro ser trae aparejado libertad y plenitud en soledad. Y ahí, desde nuestro conocimiento podemos compartirla con otros seres tan únicos como cada uno.


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