Hay muchos problemas en la “cocina” del Estado

Para el politólogo Diego Pando la principal característica del Estado argentino, más allá de su tamaño, es “un funcionamiento heterogéneo y desarticulado", con superposiciones de programas, problemas de coordinación entre los distintos niveles y escasa cercanía con la vida cotidiana de la gente

Uno de los debates más enconados a cada lado de la “grieta” política actual es sobre el rol de Estado: si debe haber un “estado presente” y activo en todos los ámbitos que regule los desequilibrios que genera el mercado, o si por el contrario, debería ser un Estado mínimo, que quite obstáculos al sector productivo y se concentre en tareas básicas, como educación, salud, seguridad,etc. En su disertación “La cocina del Estado”, Diego Pando, doctor en Ciencias Políticas y máster en Administración y políticas públicas, señaló que antes que pensar en el tamaño, quizás la pregunta inicial para arribar a algún consenso sobre qué hacer con el Estado argentino es otra: “¿tenemos un Estado fuerte o débil?”, se preguntó.

Seguidamente citó distintos modelos seguidos por la política argentina, como el Estado más “liberal” representado por Estados Unidos o Gran Bretaña, donde el accionar estatal es muy acotado, o el “continental Europeo” donde hay un sector público muy importante en áreas sociales y mayor regulación económica, y finalmente el modelo “escandinavo” donde el Estado de Bienestar está mucho más presente en la provisión de bienes y servicios a la sociedad. “Pese a todas las diferencias que pudieran tener, a nadie se le ocurriría decir que Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania o Suecia son estados débiles”, ejemplificó Pando, algo que sí se puede señalar de países latinoamericanos o de la misma Argentina.

Lo que no se ve

En este sentido, señaló que muchas veces los aciertos y errores que se cometen desde el Estado proviene de una “cocina” cuyo funcionamiento es invisible a los comensales (los ciudadanos), “pero que influye en la calidad y la consistencia de las políticas estatales” señaló el académico.

En Argentina, un estado federal, de cada 10 empleados públicos 2 pertenecen al nivel federal, otros 2 a los municipios y los 6 restantes se concentran en el sector provincial. A su vez, en el nivel nacional se dividen los ministerios, que responden al Ejecutivo y los organismos descentralizados, como el Anses o la Afip, que tienen otras lógicas de funcionamiento. Y al margen de los ejecutivos, están los otros poderes, el Legislativo y Judicial.

Pando señaló que la principal característica del Estado argentino, más allá de su tamaño, es “un funcionamiento heterogéneo y desarticulado, con superposiciones de programas, problemas de coordinación entre los distintos niveles y escasa cercanía con la vida cotidiana de la gente”, explicó. Como ejemplo, puso el caso de un beneficiario de la AUH, que como condición para recibir el beneficio debe acreditar la educación y vacunación de sus hijos y “es tratado como un cadete: debe recorrer tres dependencias estatales distintas (hospital, escuela, Anses) llevando papeles de un organismo a otro, perdiendo tiempo y recursos que muchas veces no tiene, para una tarea que se podría realizar en forma electrónica, todos sabemos que enviar información en forma electrónica es una pavada”. Advirtió para las personas “el Estado es uno sólo” , no le importan los niveles y esperan de él respuestas, más que múltiples trámites. Para lograr un fortalecimiento estatal propuso:

• Planificación: “tenemos que salir del presente continuo, pensar en 2030-2050, cómo estás, cómo querés estar y qué acciones a seguir, que hay que cambiar pero también que aspectos exitosos mantener. “Hay demasiado borrón y cuenta nueva en nuestros gobiernos, es la ceguera del tecnócrata recién llegado. El Estado es un continuo de políticas”, señaló Pando. Pero al diagnóstico debe pensar la implementación, “el patito feo de la política pública, porque no tiene el brillo de los grandes planes”, pero se debe tener en cuenta cómo se aplicarán a corto, mediano y largo plazo “en lo cotidiano, en la aplicación diaria es donde se definen los grandes planes”, dijo.

• Coordinación: los problemas que enfrenta hoy la sociedad como el cambio climático, la pandemia o la inseguridad son multidimensionales, complejos y necesitan acciones comunes entre todos los niveles estatales: municipios, provincias y Nación.

• Participación, transparencia y rendición de cuentas: se necesitan para recrear la confianza ciudadana en las cuestiones públicas, a todo nivel y no sólo en los Ejecutivos. “El gran elefante en el cuarto es el tema del financiamiento de la política”, sostuvo y dijo que tan importante como abrir canales de participación es interpelar esta participación y articularla con el conocimiento especializado.

• Evaluación de políticas: es una instancia clave para dar incentivos sobre las personas (los funcionarios, los políticos) y los organismos. “Si no se evalúa, no se puede corregir ni cambiar. Evaluar es caro, pero no hacerlo es más caro aún, porque gestionamos a ciegas. De cada diez programas sociales, solo 1 tiene contemplada evaluación, y son obligatorias por exigencias de organismos internacionales. No lo hacemos para mejorar sino por obligación”, sostuvo.

• Lo digital: sin las nuevas tecnologías no se puede, con ellas no alcanza. “El tema central es simplificar trámites: ahora muchas veces una gestión tiene siete pasos y lo único que hacemos es digitalizarlos. Lo que deberíamos hacer es simplificarle la vida al ciudadano y reducirlo a dos o tres. Yo sé que no es muy cool en política, pero la principal vinculación del ciudadano con el Estado son los trámites”, finalizó. Cómo procesar enormes volúmenes de datos para mejorar la eficiencia de las acciones del Estado.

• Gestión de las personas: “en la Argentina tenemos problemas del siglo XXI, que enfrentamos con ideas del siglo XX y herramientas del siglo XIX”, señaló Pando. En término de recursos humanos, el especialista mencionó la necesidad de ingreso por concurso a la carrera estatal, mejorar la inestabilidad y baja profesionalización de la alta gestión pública (direcciones y coordinaciones). “De cada diez altos directivos en la función pública, 9 están designados en forma transitoria”, cuya gestión se renueva cada 180 días, ejemplificó. La misma proporción ( 90%), está designada por “excepción”, es decir que no cumplen los requisitos de formación y experiencia para cumplir el cargo. “Se pierde memoria institucional y conocimiento especializado necesario en cada gestión”, dijo. La capacitación, el desarrollo, de carreras, igualdad de género, integridad interna y evaluación real de los recursos humanos del estados son tareas pendientes”.


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