Indio Solari, la pasión según el rock

Se esperan 100.000 personas en el recital de hoy, en Mendoza.

¿Quién es Patricio Rey? “Hace un montón de años pensaba que Patricio Rey era un personaje impresionante, alguien que podía brindar un techo conceptual y dar una prédica determinada a través de un canal como es el rock. Y con el tiempo he llegado a pensar que es un pobre tipo, que carga sobre sus espaldas todo aquello que nosotros no nos bancamos del rock. Encontramos en Patricio a alguien que puede soportar todo lo que a nosotros no nos interesa del circo roquero, lo que nosotros consideramos como no gratificante. Tenemos a alguien a quien enviarle toda esa pelota, y que la cargue él”. La respuesta, una posible, le pertenece a Carlos Alberto Solari, el Indio, dicha en una entrevista ¿la primera? Con las periodista Gloria Guerrero para la revista Humor. Era abril de 1984 y los Redonditos de Ricota no habían grabado todavía su primer disco, lo harían a fines de ese año y lo llamarían Gulp!, pero sí daban que hablar. Y mucho. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota fue una banda extraordinaria siempre. Al principio porque tocaban para pocos, en lugares chicos, underground y porque entre canción y canción intercalaban monólogos, performances y pequeñas escenas de teatro. Y todo sin apelar a medio masivo alguno. Y al final porque tocaban para demasiados. Tanto que ya casi pudieron hacerlo sin atravesar tensiones antes, durante y después de cada presentación. Y siempre producidos y gestionados por ellos mismos. ¿Cómo pasó que una banda que comenzó tocando en teatritos fuera del sistema y pubs mínimos pero míticos y repartiendo bocaditos de ricota entre el selecto público terminó tocando para una multitud incontenible? Una respuesta posible explicaría el fenómeno, pero, se sabe, no hay respuesta porque no hay explicación. ¿Sabían ellos, los músicos, que aquella noche del 4 de agosto del 2001 en el Chateau Carreras, de Córdoba, sería la última noche en que Patricio Rey sería parte de los Redonditos de Ricota? ¿Lo sabían? Quizás no en términos de disolución, pero parecía estar llegando a su fin y ellos seguramente debían saberlo. ¿Y nosotros, los que estuvimos en aquella noche cordobesa? ¿Sabíamos que “Un Ángel para tu Soledad” iba a ser la última canción que escucharíamos en directo? No. Definitivamente no lo sabíamos. La disolución, sucedida a fines del 2001, dicen ellos, fue por la custodia de todo el material fílmico de las presentaciones en vivo de la banda. Uno, Skay Beillinson, habló de que alguien pretendía apoderarse de un tesoro fílmico que le pertenecía a toda la banda. Y el otro, Solari, dado por aludido, habló de traición. Fin de la historia de una banda única en el mundo y de una amistad que llevaba 30 años. ¿Y Patricio Rey? ¿Qué dijo Patricio Rey de esta disputa fratricida que desangró la patria ricotera? Si aquella pelea material fue el detonante, tal vez el principio del fin de la banda haya sido el momento nunca precisado en que Patricio Rey se disoció de sus Redonditos de Ricota. ¿Recuerdan aquello de “un pobre tipo, que carga sobre sus espaldas todo aquello que nosotros no nos bancamos del rock” con que el propio Solari intentó definir a ese tal Patricio Rey? Puede que ese tal Patricio Rey no haya querido bancarse más todo eso del rock y se haya ido. Cuando Patricio Rey se cansó y se fue, todo pasó a manos de Los Redondos. Pero la carga era demasiado pesada. Los Redondos como techo conceptual fue superado. Tanto desmadre social fue demasiado, incluso para la propia banda. Ya no pudo contener aquello que había gestado desde los márgenes del show business y de la industria del espectáculo. Cada vez más marginados y desclasados de los arrabales suburbanos, apartados por la fantasía dolarizada del menemismo, encontró en la poesía, la estética y los principios “ricoteros” un espacio que los incluía, los representaba como nada entonces. Pero por una (sin)razón, todo siguió su curso, como si la disolución de la banda no hubiera alterado nada de todo aquello. La identificación del pueblo ricotero con sus héroes se mantuvo inalterable. Primero fue Skay, un año después de la separación, con “El Mar de los Sargazos”. Y en el 2004, el Indio editó “El Tesoro de los Inocentes”. Si con Skay se mantuvo el espíritu musical de Los Redondos, las presentaciones del Indio Solari, en cambio, reproducen la fidelidad del público traducida en una movilización que atraviesa el país motorizada por la fe en un líder más allá de lo musical. En este sentido, la herencia simbólica parece pertenecerle al cantante antes que al guitarrista. Porque ocurre que es una pregunta innecesaria. Es una cuestión de fe, un dogma poético. Y, ya se sabe, al dogma no hay con qué darle. Lo saben los realizadores de “Piedra que Late”, el extraordinario documental que narra la presentación del Indio Solari de Tandil, el 3 de diciembre del 2011 ante 100.000 personas, en la voz del propio pueblo ricotero, la pasión por un artista único en su especie. Julio Leiva, director del documental y productor de Vorterix, confiesa que a pesar del trabajo realizado no logró explicarse por qué pasa lo que pasa cada vez que el Indio Solari se presenta en vivo. “Nos motivó a hacer el documental las ganas de contar lo que normalmente los medios no cuentan de los recitales del Indio. Nos parecía que ahí había una historia que mostrar y lo queríamos hacer con la mejor calidad a nuestro alcance”, cuenta Leiva. El trabajo fue estrenado el 9 de julio pasado en la web a través de Vorterix y sigue estando, en la web, al alcance de todos. En este sentido, el proyecto se hizo del mismo modo que hicieron sus cosas los Redondos antes y el Indio ahora: autogestionado y por fuera de todo circuito formal. Así fue que consiguieron más de 350.000 vistas. ¿Cuántas salas habrían necesitado para igualar esa cifra? Agrega Julio Leiva: “Mostramos lo que nunca se había mostrado acerca del fenómeno. Mostramos la pasión de la gente, su sentimiento, pero sin exaltar eso que llamamos “aguante” en el mundo del rock. Es sobre los seguidores del Indio Solari. La figura del Indio está presente durante todo el documental, pero no a través de su persona, sino de los testimonios, las imágenes y su música. Lo que queríamos contar era la pasión. Lo que es capaz de provocar un artista.”. Y aclara: “También apostamos a generar imágenes de buena calidad, hay muchos videitos en YouTube, pero queríamos hacer algo de calidad, bien filmado, bien editado”. Esta noche, poco antes de las 22, ese fenómeno inexplicable o que sólo puede ser explicado a partir de las preguntas que genera, sucederá por primera vez después de casi dos años. Será en el autódromo de la ciudad mendocina de San Martín, el tercer escenario luego del estadio mundialista y del hipódromo mendocinos, que debieron ser reemplazados por la expectativa de una multitud incontenible. Serán más de 100.000 personas de todo el país, que responderán al llamado del Indio, como antes lo hacían con Los Redondos. Pero, ¿y si Patricio Rey nunca se fue? ¿Y si el tipo siempre estuvo ahí cargando sobre sus espaldas todo lo que no nos bancamos del rock? ¿Y si resulta que es el garante de mística, el ritual y la leyenda? Quizás entonces todo comience a tener sentido y la razón de todo siga siendo la misma desde el principio y lleve como nombre y apellido Patricio Rey.

Esta noche, poco antes de las 22, el fenómeno que genera el Indio se repetirá, después de casi dos años.

Juan Mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar


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