Doble intento de femicidio en Neuquén: el relato de las vecinas que ayudaron a la mujer cuando pidió auxilio
"Soltame porque me vas a matar", gritaba la víctima desde su casa. Cuando fueron, vieron cómo su expareja saltaba el portón y huía.
Los policías que trabajaban en la comisaría 18 de Neuquén sabían que Claudio Calfuqueo no podía acercarse a la casa de su expareja, en el barrio Almafuerte II, ya que había sido denunciado reiteradamente por violencia de género. A ella se le asignó una consigna, que es la presencia de un móvil de forma permanente para custodiar a una persona. En su caso se cubría «a demanda»: llamaba cuando lo necesitaba. Uno de los agentes que declaró en el juicio recordó que en enero de 2024 había más de 35 consignas en la zona, y la cantidad de efectivos era insuficiente.
Calfuqueo está siendo juzgado por un jurado popular tras haber intentado cometer un femicidio en dos ocasiones. La última ocurrió el año pasado. En este episodio las vecinas fueron quienes auxiliaron a la mujer.
En la segunda jornada del debate prestaron su testimonio tres de ellas. Aseguraron que el 19 de enero de 2024 se despertaron durante la madrugada cuando escucharon los gritos de la víctima y golpes. «Soltame porque me vas a matar», decía. Desde la casa más próxima arrojaron piedras sobre el techo de chapa para que el hombre se detuviera.
Fueron hasta la vivienda. El esposo de una de ellas cortó con una pinza el alambrado para poder ingresar. Vieron a Calfuqueo saltar el portón y huir. ¿Qué llevaba puesto? Una remera azul y una bermuda, respondieron. Cuando lo localizaron la ropa que usaba era otra, según la criminalística que revisó las prendas.
«¿Qué hiciste?» alcanzó a preguntarle una de las vecinas, mientras lo siguió durante un tramo. Todas coincidieron en que era común oírlos discutir y que la habían visto golpeada.
Antes de que llegara la ambulancia, la víctima pedía que alguien entrara a la casa a buscar «los papeles»: las denuncias que había presentado ante el juzgado de Familia. Calfuqueo tenía una prohibición de acercamiento vigente, lo que comúnmente se conoce como «perimetral».
La mujer había sido herida en el cuello con un cuchillo, y le colocaron un trapo para contener el sangrado. «Yo pensé que no estaba viva», afirmó una de las testigos.
En la jornada de hoy también se presentó la médica forense que le hizo el examen físico al imputado. Indicó que tenía escoriaciones (raspones) a la altura de la clavícula, recientes, de menos de 24 horas, al igual que en la pierna izquierda, tanto en la parte delantera como posterior.
La misma profesional revisó a la víctima en 2015, cuando denunció ante el juzgado de Familia que había sido agredida por Calfuqueo. Las lesiones se constataban con sus dichos.
El ciclo de la violencia de género
El fiscal jefe Agustín García intenta probar que la sobreviviente sufrió violencia de género de manera crónica, por más de una década.
Justamente una de las abogadas que trabaja en la guardia de la Oficina de Violencia del Poder Judicial declaró hoy que habló telefónicamente con la mujer el 31 de diciembre de 2023, una de las tantas veces que llegó a la comisaría 18. En aquella oportunidad la profesional detectó indicadores de riesgo: Calfuqueo la había amenazado con un arma de fuego y no era la primera vez que lo hacía.
«Estaba angustiada y cansada de la situación», remarcó. La jueza de Familia, Adriana Saralegui, le impuso a él medidas cautelares.
Sostuvo que el 95% de los casos que reciben, ya que sean derivados de comisarías, de la Línea 148 u hospitales son de violencia de género que tiene un ciclo característico. Primero la tensión, que implica el aislamiento y el control que ejerce el varón, luego el estallido que puede venir acompañado con episodios de violencia física, y por último el período de luna de miel, que es la promesa de que no volverá a suceder. Por eso es frecuente que el vínculo se retome.
Uno de los últimos testimonios de la jornada fue el del oficial de la comisaría 12 que le tocó notificar a Calfuqueo de la medida dispuesta por la jueza, que le impedía comunicarse con la víctima. Cuando el 6 de enero de 2024 logró ubicarlo, el hombre se encontraba molesto. «No me quería firmar el acta», mencionó. Él manifestó que ella ya se le había acercado, y que si volvía a hacerlo «la iba a agredir», que iba a actuar «por su cuenta».

Los policías que trabajaban en la comisaría 18 de Neuquén sabían que Claudio Calfuqueo no podía acercarse a la casa de su expareja, en el barrio Almafuerte II, ya que había sido denunciado reiteradamente por violencia de género. A ella se le asignó una consigna, que es la presencia de un móvil de forma permanente para custodiar a una persona. En su caso se cubría "a demanda": llamaba cuando lo necesitaba. Uno de los agentes que declaró en el juicio recordó que en enero de 2024 había más de 35 consignas en la zona, y la cantidad de efectivos era insuficiente.
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