El drama de una madre que hace 10 años busca a su hijo desaparecido en Bariloche

Teresa Catalán no baja los brazos y mantiene la esperanza de saber qué pasó con Juan Higuera Catalán, su hijo, que fue visto por última vez el 6 de enero de 2012. La investigación judicial no dio resultados.

Teresa Catalán sigue en pie. Todavía no se apaga en su corazón la llama de la esperanza de que algún día volverá a abrazar a su hijo, Juan. El paso de los años lo siente en el cuerpo, su vista se ha deteriorado y a pesar de los esfuerzos solo percibe figuras, pero su voluntad sigue inquebrantable. “Estando con vida y salud haré lo que pueda por encontrar a mi hijo”, sostiene.

Teresa Catalán lleva diez años buscando a su hijo, Juan Higuera Catalán, que desapareció la tarde del 6 de enero del 2012 en Bariloche. Nunca más se supo de su paradero. La investigación se desplegó en varias direcciones, se lo buscó en numerosos sitios sin ningún resultado. Ni un rastro. Solo sospechas.

Al dolor de la pérdida de su hijo, Teresa tiene que afrontar las enormes complicaciones de la pandemia causada por el nuevo coronavirus. Ella vive en Purranque, en el sur de Chile. Pero viajaba casi todos los meses a Bariloche para interiorizarse de la investigación en marcha, que durante años estuvo a cargo de la fiscal Betiana Cendón y su equipo.

Teresa encabezaba las marchas para pedir por la aparición de su hijo. Sin embargo, desde que Chile y Argentina cerraron sus fronteras para impedir el avance de la covid-19, no pudo regresar a esta ciudad.

Cada 6 de enero, Teresa con sus familia y amigos de su hijo organizaban una campaña solidaria para regalar juguetes a los niños y niñas de los barrios pobres de Bariloche. La pandemia le quitó esa pequeña alegría.

Pero no se entrega. La vida siempre le puso desafíos por delante, como cuando enviudó siendo muy joven con varios hijos pequeños que crió casi en soledad. Aunque sostiene que nada se compara con la pérdida de un hijo.

Teresa habló con RÍO NEGRO por videollamada. “Este 6 de enero fue un día que amaneció con mucha tristeza por no estar allá (por Bariloche)”, explica. Dice que esa mañana, se tomó unos mates, “y las lágrimas me corrían (por las mejillas)”. No lo puede evitar. “Siempre está ese dolor”, comenta.

“Uno está como amarrada de manos por estar acá, no podemos hacer nada, no podemos ir allá, no podemos visitar a la fiscal”, cuenta. El tiempo pasó muy rápido. Y en diez años no tuvo una sola respuesta del paradero de su hijo.

No puede entender cómo en todo este tiempo nadie aportó un dato para ayudar a la investigación. “Alguien tiene que saberlo”, sostiene. “El que lo llevó para entregarlo ¿cómo no va a decir que le pasó a Juan?”, plantea, desconcertada. “Nadie quiere romper ese silencio”, lamenta.

“No entiendo cómo pueden vivir con ese secreto, cómo no le remuerde la conciencia”, afirma.

Todos los días le pido ese milagro a mi Dios, que me lo haga llegar de alguna manera”.

Teresa Catalán

Desde el otro lado de la Cordillera de los Andes, Teresa se ilusiona con alguna novedad que reactive la causa. Un dato que revele dónde está su hijo. “Mi corazón de madre siente que mi hijo va a llegar de alguna manera”, asegura. Piensa que en el momento menos pensado aparecerá y lo podrá abrazar después de tantos años. “En alguna parte tiene que estar”, sostiene.

Teresa vive con sus hijas que la cuidan. Soportó varios problemas de salud, que superó pero que dejan sus marcas. Afirma que seguirá la lucha a pesar de la distancia. “Abriendo la frontera voy a llegar a Bariloche. Voy a llegar, aunque sea dos o tres días a mover un poco los palillos”, destaca. Relata que a su hijo lo ve en sueños. Siempre. “Lo veo que llega bien, igualito a como era”, describe. Y está convencida de que “va a llegar ese momento que saldrá a la luz lo que pasó con Juan”.


Una investigación que no dio ningún resultado


Juan Higuera Catalán desapareció la tarde del 6 de enero de 2012. Según pudo establecer la investigación, Roberto Ángel pasó a buscarlo por el barrio privado Pinar del Sol, ubicado en la zona este de Bariloche, donde trabajaba. Juntos se fueron en un Renault 12.

Higuera Catalán se comunicó con un sobrino y le avisó que pasaba a ver un trabajo y regresaba a su domicilio en el barrio Los Abedules. Sin embargo, nunca llegó y tampoco hallaron sus herramientas de jardinería.

Al día siguiente sus familiares que convivían con él sospecharon de que algo le había sucedido. Por eso, denunciaron su desaparición. A partir de ese momento comenzó el peregrinaje por encontrarlo.

El entonces fiscal de feria Marcos Burgos inició la investigación, junto con la exjueza correccional Silvia Baquero Lazcano. Pero el allanamiento en el domicilio del principal sospechoso se demoró demasiado.

A principios de octubre de 2013, el exjuez de Instrucción Ricardo Calcagno procesó con prisión preventiva a Ángel y Mirtha Cotaro, que era dueña de la heladería donde Higuera Catalán trabajaba. Casualmente, Higuera Catalán le había iniciado un juicio laboral a la mujer.

El fiscal de ese momento Eduardo Fernández los imputó y Calcagno dictó el procesamiento como presuntos autores del delito de homicidio por encargo.

Los defensores apelaron. Alegaron que no se podía hablar de homicidio sin tener el cuerpo de la víctima. El exFiscal de Cámara Carlos López desistió de sostener el procesamiento y los sospechosos recuperaron la libertad tras dictarles falta de mérito. Después, la fiscal Betiana Cendón siguió varias pistas, pero no llevaron a ninguna parte.

Dato

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