La batalla mínima de dos gobernantes

Cuesta creer que, en medio de los graves problemas a resolver a nivel local, provincial y nacional, el debate entre dos autoridades esté centrado en el lugar físico de sus reuniones.

La discusión por los recursos previstos para Roca en el Presupuesto 2022 de Río Negro empezó en la Legislatura y creció la semana pasada, con las declaraciones de la gobernadora, Arabela Carreras.

La mandataria provincial ratificó en diferentes actos su idea de que la ciudad no tiene más fondos para obras porque la intendenta no pide le audiencia para gestionarlas en Viedma.

María Emilia Soria se defendió una vez más ante ese mensaje, que Carreras repite hace varias semanas. “Puedo ir a tomar mate, porque hablar, hablo con los ministros todo el tiempo. Capaz que ella no se entera”, dijo el viernes en una entrevista radial.

Buen uso de la ironía, pero mal presagio para los roquenses. Ninguna de las dos demuestra intención de salir de ese vuelo rasante, para elevar el nivel del debate público y resolver lo importante: por qué la segunda ciudad con más habitantes de la provincia recibe una inversión que es apenas el 25% de lo previsto para Cipolletti y una sexta parte de lo garantizado a Viedma y Bariloche.

De todas maneras, el gobierno provincial acusó el impacto por las acusaciones que lanzó el Frente de Todos.

Mientras Carreras sazonaba su discurso con el repaso del Registro de Audiencias de la Casa de Gobierno, el área de Comunicación y el Ministerio de Obras Públicas avanzaron en paralelo con gacetillas y posteos destacando avances en proyectos de agua y saneamiento.

Esa reacción tiene lógica. Alguien debe haber advertido dentro del oficialismo provincial que la disputa verbal con el sorismo es muy entretenida para el cierre de año, pero que también lleva implícito un riesgo: el capital ganado en Roca en las últimas elecciones puede diluirse bastante rápido si se abren las puertas para que el Frente de Todos instale el sello de “discriminador” a Juntos Somos Río Negro.

Aparecer en una campaña como el sector que quiere que a Roca le vaya mal puede ser una cuesta difícil de remontar. Y más ante un peronismo que ya trabaja bajo una definición: “Roca no se toca”.

El oficialismo local muestra clara su estrategia y ese pensamiento podría resumirse en dos oraciones: “La oposición no viene por la alternancia, por la renovación. Viene a romper lo que se consiguió desde que Carlos Soria ganó las elecciones en el 2003”.

El escenario parece avanzar hacia una campaña municipal con mucha apelación a las fibras más sensibles de la comunidad. A esa “poderosa mística” que encierra “el orgullo de ser roquense” de la que hablaba siempre Soria padre.

Por eso sería una muy buena noticia que los dos gobiernos salgan de las declamaciones casi caprichosas, para avanzar en una agenda común que resuelva los problemas urgentes e importantes de los roquenses.

Las elecciones de este año ya mostraron que la apatía predomina en el electorado, por la convicción de que la dirigencia partidaria se mueve en otra sintonía.

Insistir en batallas mínimas -como el lugar de reuniones para una gobernadora y una intendenta- sólo hará que esa burbuja política se aleje más de los ciudadanos de a pie.


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