La científica que busca desarrollar una terapia con virus en contra del cáncer de ovario

Es Ana Laura Alfano, biotecnóloga y nació en Choele Choel, provincia de Río Negro. Hizo un doctorado de la Universidad de Buenos Aires en la Fundación Instituto Leloir. Allí empezó a desarrollar una terapia genética con miras a ayudar a las mujeres que no encuentran respuesta en los tratamientos disponibles

Ana Laura Alfano tiene 31 años y nació en Choele Choel, Provincia de Rio Negro. En el CEM 47 eligió la orientación Ciencias Naturales. Pasó una adolescencia cargada de química, biotecnología, entre otras disciplinas, que influyeron para elegir su profesión. “Se me venía a la cabeza medicina, pero sentía que quería aportar desde otro lado. Supe que había otras carreras, busqué y encontré que biotecnología y biología molecular estaban en la Universidad de La Plata. Mi hermana estaba allá y se dio todo justo”, contó. En 2008, se fue a estudiar a La Plata y nunca paró de aprender. Quiere aportar al mejor control del cáncer de ovario, que avanza sin dar síntomas y puede llevarse la vida de las mujeres.

Hoy, Alfano es licenciada en Biotecnología y Biología Molecular egresada de la Facultad de Ciencias Exactas, Universidad Nacional de La Plata y Farmacéutica de la Universidad Kennedy. Jura que son carreras maravillosas, y que por eso decidió hacer un doctorado. Primero buscó qué laboratorios de Conicet tenían vacantes abiertas. Quería trabajar en terapias génicas, oncología o terapias con células madre. Encontró una convocatoria en el Laboratorio de Terapia Molecular y Celular del Instituto Leloir. “Golpeé la puerta, mandé mails para presentarme y por suerte se me dio”, dijo a RIO NEGRO. Durante 5 años realizó el doctorado de la Universidad Nacional de Buenos Aires, dirigido por María Verónica López.

Desarrolló su tesis con modificaciones al virus del resfrío para llegar al desarrollo de una terapia antitumoral.

Su tesis doctoral se basó en el desarrollo y caracterización de virus oncolíticos con el fin de utilizarlos en modelos preclínicos que permitan estudiar su aplicabilidad terapéutica en cánceres de origen ginecológico.

“En el laboratorio se trabaja en terapias génicas para tratar distintos tipos de cáncer. Este año, las terapias génicas, tomaron protagonismo y popularidad tras que ANMAT aprobara la comercialización de las primeras dos terapias génicas en el país: una para niños con atrofia muscular espinal tipo 1 (AME) y la segunda para un tipo de distrofia retiniana hereditaria. En el mundo hay muchas terapias génicas en desarrollo y seis de ellas han sido aprobadas para su comercialización. Es buenísimo que en el país se hayan aprobado dos”, dijo y explicó que para llegar a esos avances, hay un trabajo que se hace por muchos años.

La tecnología en la que Alfano trabajó se basa en la modificación genética de adenovirus, el virus del “resfrío común”. Es un virus que no causa patologías graves y por eso es seguro usarlo en terapia génica. Con este tipo de enfoque, se busca que los virus alcancen y reconozcan específicamente el tumor y que se llegue a desencadenar la muerte del tejido tumoral.

El cáncer es una enfermedad genética porque es causado por ciertos cambios en los genes que controlan la forma en que crecen y funcionan las células”, contó.

“Mi trabajo se basaba en modificar genéticamente adenovirus para ser utilizados como herramienta terapéutica en el tratamiento de cánceres ginecológicos. El objetivo era lograr no solo que estos adenovirus modificados ‘ataquen’ a las células tumorales, sino que también eviten al sistema inmune del organismo. Trabajamos con muestras tumorales de pacientes de Argentina y pudimos comprobar la presencia de anticuerpos preexistentes contra adenovirus. Radica allí la importancia de que el adenovirus pueda evitar al sistema inmune para poder así pensar en el éxito de nuestra terapia oncolítica”, aclaró Alfano.

La célula cancerosa tiene descontrolado su ciclo de vida. Se reproduce más rápido, genera proteínas que no son normales, aparecen mutaciones nuevas y es difícil de parar. Con el avance de la ciencia se puede entender la heterogeneidad tumoral, lo que se traduce en que no a todos los pacientes le puede resultar efectiva la misma terapia o incluso considerar que el uso de tratamientos combinados puede ser una opción superadora. La doctora Alfano aseguró que el mundo está cambiando hacia la medicina personalizada. “Si bien no será sencillo, es un camino que ya comenzó”, sostuvo.

“Una vez en el interior de las células cancerígenas, estos virus las destruyen sin dañar tejido sano y además activan el sistema inmune contra el tumor residual. Diseñamos un adenovirus que podía entrar en la célula tumoral y no en la normal. Estos virus ingresan en una célula tumoral, se reproducen y cuando se generan

muchas copias del virus la célula muere por un fenómeno llamado lisis celular. Estas copias de virus pueden infectar las células adyacentes generando una reacción en cadena que en último término acabaría con el tejido tumoral. Eso se busca con las terapias génicas oncoliticas (onco: cáncer, lítico hace referencia a la lisis viral)”, dijo.

En el desarrollo de su tesis doctoral, hizo una modificación en las proteínas de la superficie del virus. Como todas las personas tienen anticuerpos, había que modificarlo para que pueda evadir el sistema inmune y llegue al tumor. Usó dos técnicas: una fue incluir el virus en una célula madre que obtenían del flujo menstrual, y la otra fue modificar la proteína externa. “Es como cambiarle el saco al virus”, dijo Alfano.

Al repasar la experiencia se encontró con una foto de un día muy especial. “La biología no es matemática, donde 1 + 1 = 2, podés tener toda la teoría y a veces no funciona. Para tener la variante de virus que usé en la tesis generé unas ocho que no funcionaron. Eso es normal en los desarrollos científicos y, a veces, puede ser frustrante, pero cuando funciona y se publica un paper, o ves que en el mundo cada vez se aprueban más terapias génicas es claro que la ciencia avanza. Mi felicidad es gigante”, comentó.

El trabajo del laboratorio está probado y funciona. En poco tiempo saldrá una segunda publicación y el proyecto sigue avanzando. Su preocupación principal es el cáncer de ovario, que es una enfermedad de detección tardía y por ende la sobrevida de las pacientes en estadios avanzados es baja.

Demoras en los diagnósticos de los cánceres ginecológicos

“Las mujeres una vez al año vamos al ginecólogo, pero no lo hacen todas. Además, estos cánceres son silenciosos. Muchas veces los síntomas iniciales pueden confundirse con síntomas menstruales. Es por eso que es muy importante mantener controles ginecológicos frecuentes y ser conscientes de nuestro cuerpo”, dijo la doctora Ana Laura Alfano.

En la Argentina, el cáncer de ovario es el quinto más común en las mujeres, con unos 2.300 casos nuevos por año. Las herramientas para hacer el diagnóstico que existen en el mundo no son del todo adecuadas para el diagnóstico precoz de algunos tipos de cáncer ginecológico, según Alfano. “Incluso con el uso de la

ecografía intravaginal el cáncer de ovario en el nivel inicial podría no verse. Por eso, por lo general, se detecta tardíamente”, explicó.

Hace dos años Ana Laura Alfano defendió la tesis de manera pública en la Universidad de Buenos Aires. Actualmente trabaja en la industria farmacéutica. Es joven y apasionada por la ciencia. Lo que quiere es que su trabajo llegue a la gente en salud, de manera amplia.


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