La cultura del riesgo


Los equipos instalados en Caviahue-Copahue forman parte de una red de monitoreo volcánico. Foto: Gentileza Neuquén Informa

Al territorio es posible abordarlo integralmente desde enfoques distintos y complementarios. Uno de estos, desarrollado en anterior columna de opinión, es el de reducción de riesgo de desastres. Cuando pensamos en los desastres, tal vez en nuestro imaginario aparezcan grandes eventos, lejanos territorialmente, devastadores como los terremotos seguidos de tsunamis en Chile, el huracán Katrina, los incendios en Australia, entre otros.

Ahora bien, estos eventos sin duda son claros exponentes de cómo el riesgo se puede materializar en desastre, pero existen otros sucesos más cercanos, de mediano o bajo impacto, que pueden ocasionar inconvenientes, pérdidas y daños de los medios de vida en nuestras comunidades y muchas veces no los tenemos tan presentes.

Desandar ese camino es posible y desde Copade asumiremos una parte de este desafío. Para ello habrá de adoptarse acciones de sensibilización y difusión, entre otras.

Es indudable que uno de los efectos del cambio climático es la mayor potencia y frecuencia de los eventos. Y ello no parece reversible, al menos a corto plazo. De allí la necesidad de contribuir a la construcción colectiva de una “cultura de prevención del riesgo”.

Que la comunidad toda conozca qué eventos pueden llegar a ocurrir en su localidad, en su región, pero sobre todo que sepa cómo debe actuar, antes, durante y después de los mismos. Que al tiempo de adoptar una decisión evalúe y valore junto con otros elementos de ponderación el nivel de riesgo asociado al lugar donde habita.

Para reducir el riesgo debemos conocerlo, evaluarlo y gestionarlo de modo adecuado teniendo siempre presente que estos fenómenos no saben de límites políticos ni fronteras, el ambiente es uno solo y así debemos abordarlo.

En la misma línea, la sustentabilidad es un valor colectivo que trasciende el plano individual aunque se agrava o se beneficia desde el actuar personal. Al momento de evaluar el riesgo, en algunos casos, toma relevancia la utilización de instrumental de monitoreo como el recientemente instalado por el gobierno de la provincia en los volcanes de la provincia: el Copahue y próximamente el Lanín.

Por otro lado, cuando pensamos en la gestión del riesgo aparece como central el paquete de medidas estructurales (obras) y no estructurales (sensibilización, prevención, planes) que se deben implementar.

Este proceso debe ser continuo y permanente, pues no tiene fin, siempre habrá un escenario de riesgo que gestionar y alguien más que pueda aportar su percepción y/o conocimiento para lograrlo.

El desafío es evitar que la recurrencia de un evento repita el mismo escenario de riesgo y genere nuevamente un desastre. Y para ello la forma en la que construyamos ciudades y ciudadanía podría hacer la diferencia.

Cuando incorporemos esto a nuestro cotidiano habremos fortalecido nuestra cultura del riesgo y sin dudas tendremos comunidades y territorios más preparados y resilientes.

* Secretario y directora provincial de planificación del Copade


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios