La osadía de querer seguir educando

Sabemos que el gobierno amaga con descuentos por los días no trabajados y que finalmente no aplica sanciones.

Sabemos que Educación mantiene latente la posibilidad de revisar el Régimen de Licencias, porque un rumor lanzado a tiempo relacionado con cambios en ese esquema siempre ayuda a ordenar los debates con el gremio docente.

Sabemos, en definitiva, que unos hacen que controlan y que otros hacen que cumplen. Y que bajo esa dinámica se desenvuelve el vínculo desde hace años, con episodios de tensión pero con muchos más acuerdos que desencuentros.

Lo que no sabíamos -y se reveló en los días finales de la semana pasada- era que el gobierno rionegrino era fiel custodio de los intereses sindicales. Y que si esa misión demandaba militar activamente el cierre de las escuelas, habría funcionarios dispuestos para presionar a quienes opinaran diferente. 

La Unter pidió trasladar a este lunes la jornada no laborable por el Día del Maestro. En faena preelectoral, el Poder Ejecutivo emitió un decreto, que justificó el asueto en el “desgaste” padecido por los trabajadores de la educación durante la pandemia.

No sólo a muchos padres les pareció un despropósito la medida, sino que propios docentes, directivos y administrativos del sistema educativo consideraron el asueto como un privilegio que no correspondía. Y así fue como algunos se asesoraron, analizaron el decreto y resolvieron mantener sus actividades sin alteraciones en el inicio de esta semana, que por cierto era fundamental porque para hoy estaba previsto el regreso a la presencialidad plena en el Nivel Medio.

Fue ahí cuando se activó la maquinaria del apriete, con acciones que sirvieron para conocer un costado pocas veces visto de la gestión provincial, alejado de la imagen de diálogo y consenso que intenta mostrarse a través del marketing oficialista.

En Roca hubo un caso concreto dentro del sector privado. No fue uno ni dos mensajes. Los directivos de una institución contaban el viernes pasado por la tarde con tres advertencias realizadas en forma verbal y escrita por parte de representantes del gobierno provincial, exigiéndoles que cierren las puertas del colegio este lunes.

Dentro de la rusticidad general, las comunicaciones tuvieron momentos insólitos. El mayor: cuando la voz estatal puso en aviso a los directivos que se exponían incluso a una protesta activa de la Unter en las mismas instalaciones de la escuela.

La posibilidad de ese despliegue gremial también fue advertida a la propietaria de un jardín maternal de Roca, que también manifestó su rechazo al asueto decretado.

El gremio debería aclarar si realmente pensó implementar esas prácticas o si se trató de un exceso de celo del gobierno a la hora de quedar bien con ellos.

Ahora bien, más allá de estas prácticas, lo que no puede perderse de vista es que un asueto de estas características no representa un inocuo gesto de reconocimiento a un sector “desgastado” por los efectos de la crisis sanitaria.

La decisión del gobierno de paralizar alegremente un día del sistema educativo también tiene un costo económico millonario para las cuentas del Estado.

Claro que si no hay interés en descontar los días no trabajados por medidas de fuerza intempestivas, iluso sería esperar que alguien repare en el despilfarro que representa este nuevo regalo para el gremio.


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