La población de jabalíes crece y preocupa a Bariloche

Sin política de control, cada vez hay más animales y están más cerca del vertedero municipal, lo que implica no solo un riesgo ambiental sino también un problema de salud pública.

El avistaje de chanchos jabalíes en el barrio Costa del Sol, a pocos kilómetros del centro de la ciudad de Bariloche, generaba pánico un año atrás. En ese entonces, Parques Naciones facilitó jaulas y se logró atrapar a un animal.

En otra oportunidad, un jabalí llegó a morder la pierna de un turista santiagueño en un camping de la zona del lago Mascardi y en enero del 2011, una pareja de chanchos jabalíes ingresó al área de seguridad del aeropuerto a través de la rotura en un cerco perimetral.

El guardaparque Gastón Marchioli reconoció haber recibido gran cantidad de reclamos de pobladores de la zona por la presencia de estos animales.

“Estos bichos están llegando a los pueblos. Transitan por las calles, rompen los tachos de basura. Y no hay ninguna política de control”, resumió el hombre que se define como “naturalista” y tomó la posta de esta problemática cada vez más cercana.

Hoy preocupa la presencia de estos animales en sectores del cerro Ventana, al sur de Bariloche, y crece la posibilidad de que en el corto plazo lleguen al vertedero, ubicado a unos 7 kilómetros del centro de la ciudad, en busca de alimentos.

Se reproducen en promedio cuatro veces al año y suelen tener ocho crías.

De ocurrir, no sólo sería un problema ambiental sino de salud pública por las enfermedades que el animal puede transmitir.

“Un vecino del barrio Pilar dijo que hay osadas de jabalíes. Por lo tanto, están en la zona aunque la presencia de perros ayuda a ahuyentarlos un poco. Pero es un animal que no tiene control”, advirtió Marchioli.

Aumento demográfico

Los jabalíes se reproducen en promedio cuatro veces por año y suelen tener ocho crías.

El aumento demográfico de estos animales sin una política de control sumado al asentamiento de familias en zonas periféricas van generando un corrimiento de esta especie hacia los lugares más insólitos.

Marchioli se reunió con productores del valle para evaluar esa zona de paso por donde los chanchos jabalíes avanzan hacia el sur. Advirtió que en la Línea Sur, hay grandes poblaciones de jabalíes y últimamente, también han surgido denuncias en la zona de El Bolsón, Foyel, El Hoyo.

El jabalí es oportunista. Consume lo que encuentra en más cantidad. A donde le quede más cómodo, ahí es donde va

Gastón Marchioli, guardaparque.

Hay que tener en cuenta que se trata de una especie exótica introducida en el país en 1905 y que hoy se transformó en una plaga en la zona centro de Argentina.

Marchioli contactó a técnicos de la provincia de Buenos Aires a fin de replicar el programa de control en la bahía de Samborombón que ya lleva seis años en esta zona.

“La idea es convertir al cazador poblador en controlador. No usamos la palabra caza porque el cazador busca trofeos. Acá se trata de concientización y de delimitar la población”, señaló Hernán Améndola, del Plan de Manejo de Especies Exóticas Invasoras, de La Plata, que en este momento, está focalizado en el chancho jabalí.

“Fui cazador, hoy me considero controlador, conservacionista”, agregó el hombre.

Están llegando a los pueblos. Transitan las calles, rompen los tachos. No hay política de control

Gastón Marchioli, guardaparque.

Control a través de la caza

El proyecto de conservación en bahía Sanborombón, a cargo del biólogo Bruno Carpinetti, surgió cuando el Organismo Internacional de Sanidad Animal pidió a Senasa un relevamiento de los animales en estado silvestre.

“Argentina fue declarada libre de gripe porcina clásica lo que permitió la exportación. Por eso, pidieron un relevamiento de las poblaciones de cerdos silvestres ya que hay contacto con los chanchos de criadero. Ahí comenzó nuestro proyecto”, relató Améndola.

Los pobladores rurales entendieron que el jabalí es una especie muy fuerte, que da buenas crías.

Concientes de que conviven con ellos, muchas veces, sueltan a las hembras de chanchos domésticos para que se crucen con los silvestres.

“De esa manera, consiguen mejores pariciones. Pero no comprenden el impacto en la salud pública. Los bichos silvestres son reservorios de muchas enfermedades. Entonces pasa de ser un problema ambiental a uno de zoonosis, enfermedades de animales silvestres transmitidas al humano”, advirtió Améndola.

El más oportunista

El chancho jabalí es uno de los animales que mejor se adaptan a cualquier condición y es sumamente oportunista. Los especialistas coinciden en que comen “lo que tienen a mano y en mayor cantidad”.

“El bicho es un colonizador por excelencia. Hay un poco manejo de la especie y un bajo impacto de caza. Los pobladores y cazadores han dejado de cazarlo porque tienen miedo a determinadas enfermedades del chancho, por ejemplo triquinosis e incluso tuberculosis”, señaló Améndola.

Además, destrozan los mallines, las áreas de contención del agua, en busca de bulbos y raíces. Pueden dar vuelta una hectárea en cuestión de horas, aseguran los especialistas.

El jabalí es el mayor dispersor de rosa mosqueta de la zona. Come la semilla pero no la digiere y en todo su recorrido, “va sembrando rosa mosqueta que destruye la flora nativa”. Se come también todos los rebrotes tiernos de cualquier especie nativa que quedan a su altura.

El animal es el mayor dispersor de la rosa mosqueta, que destruye la flora nativa.

Un grave problema para la salud pública y la seguridad vial

En bahía Samborombón, el jabalí compite con el venado de las Pampas y reduce cada vez más su espacio. Los especialistas aseguran que genera una modificación “gigante” del ambiente más allá del grave problema en la salud publica y los accidentes viales.

“Los bichos se van moviendo cada vez más a lugares más aptos y tenemos muchos problemas de accidentes de autos”, enfatizó Améndola.

Además, destruyen los humedales y los pastizales donde anidan lagartijas, anfibios y pájaros.

“Los chanchos no dejan nada. Lo que encuentra se lo come”, indicó.


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