La tarea solidaria de Manos que Ayudan

La ONG, nacida en Cipolletti en 1996, se ha extendido a la Línea Sur y Neuquén. Su misión: asistir a quienes más lo necesiten y mejorar su calidad de vida.

La fundación Manos que Ayudan lleva más de veinte años de trabajo interrumpido, sumando esfuerzos para asistir a quienes más lo necesitan. En Río Negro y Neuquén, la entidad logró incorporar voluntarios para multiplicar las acciones solidarias.

La historia de Manos que Ayudan está ligada a una mujer: Noemí Bascur. Tenía 32 años cuando le dieron el primer diagnóstico oncológico y en ese momento sus ganas de vivir la llevaron a poner en marcha un proyecto que trascendería las fronteras de Cipolletti. “Hice un trato con Dios. Le pedí calidad de vida y a cambio yo me iba a ocupar de las personas que sintieran frío, tuvieran hambre, problemas de salud y demás, buscando las alternativas de solución”, recordó Noemí.

Junto a un grupo de amigos Noemí formó Manos que Ayudan. Durante dos años funcionaron como agrupación hasta que mediante un decreto lograron la personería jurídica para convertirse en una fundación legalmente constituida. El primer caso fue ayudar a un hombre que en Allen perdió sus piernas cuando intentó pasar por debajo de una formación ferroviaria, cuando el tren bloqueaba permanentemente los lugares de tránsito por la carga y descarga de yeso. Conseguir las prótesis fue la primera misión solidaria y la lograron.

“Todo lo que hemos ido desarrollando fue impensado”, contó Noemí al relatar cómo la fundación comenzó a trabajar en la Línea Sur luego de recibir la carta de una docente de escuela de un paraje en la que les pedía ayuda. “Hicimos una campaña solidaria, cargamos un camión y un día partimos a la Línea Sur. Me enamoré de la gente, de los lugares, y desde entonces nos fuimos extendiendo más en esa región”.

Además de contar con dos filiales en la Línea Sur, Manos que Ayudan también tiene acción en Neuquén, desde Rinconada hasta Cuyin Manzano, con otra filial que funciona en San Martín de los Andes. Los años de trayectoria y el trabajo sostenido llevaron a la fundación a emprender relaciones de todo tipo y a encarar diferentes desafíos. “Hoy estamos muy bien instalados con respecto a las campañas que hacemos para reunir fondos y mejorar la calidad de vida, generalmente, de pacientes que sufren diagnósticos de patologías músculo esqueléticas”, agregó.

“Hice un trato con Dios. Le pedí calidad de vida y a cambio yo me iba a ocupar de las personas que tuvieran problemas de salud”,

comentó Noemí Bascur sobre la decisión de poner en marcha el proyecto.

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“Hice un trato con Dios. Le pedí calidad de vida y a cambio yo me iba a ocupar de las personas que tuvieran problemas de salud”,

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