La triple A en Neuquén y Bahía Blanca conectados por un exrector

El docente Orlando Nano Balbo declaró en el juicio que se desarrolla en la localidad bonaerense.  

El educador neuquino, Orlando “Nano” Balbo, declaró, esta vez como testigo de concepto, en el juicio de Bahía Blanca en el que se juzgan los asesinatos de la Triple A en la Universidad Nacional del Sur y en distintos atentados contra dirigentes obreros, estudiantes y gremiales de Bahía Blanca durante 1974 y 1975.

La conexión del grupo de parapoliciales, que en Bahía asesinaron al estudiante David “Watu” Cilleruelo en los pasillos de Ingeniería de la Universidad Nacional del Sur (1975), con el grupo que integró la Alianza Anticomunista Argentina (triple A) en Neuquén, fue el exrector Dionisio Remus Tetu.

En el juicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en Colón 80, los acusados del homicidio de Cilleruelo y una docena de militantes políticos asesinados en 1974 y 1975 son cuatro integrantes de la “patota” liderada por el exrector, ya fallecido.

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Balbo declaró en forma virtual desde Neuquén, asistido por el fiscal Miguel Angel Palazzani.

En las audiencias de Bahía Blanca se le consultó específicamente por Cáceres, policía de inteligencia rionegrino que por una interna con Guglielminetti, terminó también detenido, encarcelado y torturado junto con los presos políticos luego del golpe militar.

“El decía que respondía al comisario (Benigno) Ardanaz (comandante de Gendarmería e interventor de la policía rionegrina), y que el jefe era Tetu”, dijo Balbo en alusión a las anécdotas carcelarias de Cáceres sobre las actividades y andanzas con los grupos armados que dependían del rector bahiense y que luego fueron interrogadores en los centros de detención clandestina.

Balbo aclaró que pese a que buscaba granjearse la confianza entre los presos políticos en las cárceles de la dictadura con “información muy precisa de los operativos” y ataques que eran atribuídos a la Triple A, siempre fue aislado por el resto de los perseguidos políticos por su condición de “servicio”.

Cáceres declaró en Neuquén en 2008, en el primer juicio por delitos de lesa humanidad. Su testimonio fue secreto, no se permitió el ingreso a la prensa y lo que se supo de su aporte fueron los nombres de los interrogadores que reconoció en el centro clandestino “La Escuelita”, ya que Cáceres los conocía porque había formado parte, antes del golpe, de la misma patota que después de 1976 manejaba la picana en el Alto Valle.


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