Lejano y cercano al mismo tiempo

Una forma diferente de pensar la estructura, en esta casa de Luján de Cuyo.

Fotografías: Pablo Betancourt En Luján de Cuyo, en Mendoza, el arquitecto Sebastián Serrani –alma máter del estudio Arquinoma– proyectó una casa de 220 m² donde el fuerte énfasis en la relación con el exterior brinda la principal característica de la construcción. En el trabajo del equipo formado por Julia Prieto y Nicolás Guerra, más la colaboración del ingeniero Jorge Tanus, Serrani comenta que “la casa, como casi toda casa, se resuelve por adición de elementos. Dicha adición busca, en este proyecto, dar idea de masa. Más precisamente de masa ahuecada. Una vez supuesta la masa comienza el diagrama de agujeros. Agujeros que son ventanas. Ventanas que son maneras de mirar. Maneras de mirar que son maneras de habitar. Maneras de habitar que son agujeros. (Algunos de tamaño tal que hacen olvidar la masa)”. “Cada ventana, como casi toda ventana, permite una relación con la lejanía y la cercanía. Nos preguntamos sobre la lejanía y cercanía en tanto a las vistas del terreno –sería lo obvio– y también sobre otras lejanías y cercanías; sobre todo a estas últimas atiende la disposición de la casa en el terreno y la sucesión de puntos de vista que la componen. Si la ventana es entendida como detalle; un detalle vacío. De allí que los espacios se orientan tanto a sus funciones específicas como a lo que –desde ellos– es posible ver. Qué ver, cómo ver, todo que ver, nada que ver. (Un muro es un tope del ojo). Una maquinaria para ver supone un ir y venir desde el ojo hacia el afuera, su viceversa. Andar por una maquinaria: ir, venir, ir”, afirman desde el estudio. Fuente: colaboración de Arquinoma

En Luján de Cuyo, en Mendoza, el arquitecto Sebastián Serrani –alma máter del estudio Arquinoma– proyectó una casa de 220 m² donde el fuerte énfasis en la relación con el exterior brinda la principal característica de la construcción. En el trabajo del equipo formado por Julia Prieto y Nicolás Guerra, más la colaboración del ingeniero Jorge Tanus, Serrani comenta que “la casa, como casi toda casa, se resuelve por adición de elementos. Dicha adición busca, en este proyecto, dar idea de masa. Más precisamente de masa ahuecada. Una vez supuesta la masa comienza el diagrama de agujeros. Agujeros que son ventanas. Ventanas que son maneras de mirar. Maneras de mirar que son maneras de habitar. Maneras de habitar que son agujeros. (Algunos de tamaño tal que hacen olvidar la masa)”. “Cada ventana, como casi toda ventana, permite una relación con la lejanía y la cercanía. Nos preguntamos sobre la lejanía y cercanía en tanto a las vistas del terreno –sería lo obvio– y también sobre otras lejanías y cercanías; sobre todo a estas últimas atiende la disposición de la casa en el terreno y la sucesión de puntos de vista que la componen. Si la ventana es entendida como detalle; un detalle vacío. De allí que los espacios se orientan tanto a sus funciones específicas como a lo que –desde ellos– es posible ver. Qué ver, cómo ver, todo que ver, nada que ver. (Un muro es un tope del ojo). Una maquinaria para ver supone un ir y venir desde el ojo hacia el afuera, su viceversa. Andar por una maquinaria: ir, venir, ir”, afirman desde el estudio. Fotografías: Pablo Betancourt Fuente: colaboración de Arquinoma


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