Levantan alertas y reabren playas en las Galápagos

Las autoridades ecuatorianas decidieron ayer levantar algunas de las restricciones impuestas por la emergencia que causó el varamiento del buque cisterna “Jessica” que encalló en una de las islas, derramando miles de galones de petróleo. Aseguran que el impacto ambiental ya es “mínimo”, aunque siguen monitoreando el área. El deteriorado barco no pudo ser remolcado.

Puerto Baquerizo Moreno, Ecuador (dpa/Télam) – Las autoridades del Parque Nacional autorizaron ayer el levantamiento de alertas y la reapertura de playas en cuatro islas del archipiélago ecuatoriano de Galápagos, después de que los riesgos causados por un derrame de petróleo fueron declarados “bajo control”.

Pero el barco Jessica, varado el 16 de enero en un arrecife frente a la isla de San Cristóbal, todavía no pudo ser remolcado aguas afuera.

“Vamos a tener que desarmarlo, porque si lo arrastramos se parte”, anunció Cecilia Falconí, superintendente del parque.

Pequeñas manchas de petróleo, restos de la marea negra que causó el derrame de 240.000 galones de combustibles, siguen moviéndose a la deriva entre las islas, empujadas por el viento y las olas. “Pero el impacto ambiental ya es mínimo”, de acuerdo con el informe final de la Estación Científica Charles Darwin, que evaluó los daños.

Según esa evaluación, la marea negra impactó contra las islas de San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela y Floreana, y “tocó” tres islotes. Los daños causados fueron calificados de “moderados y reversibles en el mediano plazo”.

El archipiélago de Galápagos, compuesto por 13 islas mayores y 40 peñascos e islotes, está en el océano Pacífico, a mil kilómetros de las costas sudamericanas, frente a Ecuador. Allí viven especies de fauna y flora únicas en el mundo, que evolucionaron libremente, en pequeños nichos ecológicos sin depredadores ni contacto con especies extrañas.

El levantamiento de las alertas permite el retorno a sus nidales de los animales, especialmente tortugas gigantes y lobos marinos, que fueron evacuados durante la emergencia. La reapertura de playas tiene efectos sobre el turismo, que seguía sufriendo ciertas restricciones.

El capitán del Jessica, Tarquino Arévelo, quien se declaró único responsable del encallamiento de su barco, sigue detenido en una base naval en Puerto Baquerizo Moreno, en la isla de San Cristóbal, mientras los fiscales recopilan declaraciones y testimonios para el juicio por “grave daño ambiental” que debe empezar la próxima semana.

Científicos ecuatorianos de la Estación y del Parque, con apoyo de voluntarios extranjeros de grupos ambientalistas, están recorriendo diariamente las islas e islotes en busca de animales que se hubieran enfermado por el impacto que provocó el combustible derramado en los frágiles ecosistemas de Galápagos.

En Quito, mientras tanto, el Ministerio del Ambiente anunció que está listo el “primer borrador” de un nuevo reglamento para normar la navegación y, sobre todo, el transporte de combustibles en la zona de influencia de Galápagos.

Situado a unos 1.000 kilómetros frente a las costas de Ecuador, el archipiélago está constituido por 19 islas volcánicas consideradas “un museo viviente de la evolución”.

El problema comenzó el pasado 16 de enero al encallar un buque cisterna en las cercanías de San Cristóbal, dejando en el agua unos 240.000 galones de petróleo.

Según expertos, pasarán muchos años antes que se pueda saber de qué manera afectó al complejo y único sistema ecológico de las islas.

La NASA vigila el impacto

Washington (Télam-SNI).- Satélites de la NASA vigilarán la situación ambiental en las islas Galápagos por el temor que un reciente derrame de petróleo en la zona haya provocado una crisis a largo plazo en el delicado sistema ecológico del archipiélago.

Los satélites observarán la presencia de los más pequeños organismos marinos que constituyen el primer eslabón de la cadena alimentaria en la fauna del archipiélago ecuatoriano, considerado patrimonio de la humanidad por las Naciones Unidas.

Una evaluación sistemática del daño ocasionado a corto plazo por el derrame tardará seis meses, pero el estudio del impacto a un plazo mayor probablemente se efectúe en dos o tres años, según informó la Fundación Charles Darwin, encargada de la protección ambiental del archipiélago. (Télam)


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