Literatura para niños, algo muy grande y serio
Editado por el sello Norma, “Feroz... Feroz!” narra la historia de ‘Lobi’, un lobito que está creciendo y al que su familia educa para que se convierta en uno de ellos.
LECTURAS
“La literatura para niños es algo muy grande y serio”, asegura la escritora Liliana Cinetto con motivo de su nuevo libro, “Feroz… Feroz!”, y reflexiona sobre la huella de las primeras lecturas, cómo elegir títulos en una escena cada vez más basta y variada, y sobre los niveles de lectura de un género tildado injustamente de menor pero con autores e historias excepcionales.
Editado por el sello Norma, “Feroz… Feroz!” narra la historia de ‘Lobi’, un lobito que está creciendo y al que su familia educa para que se convierta en uno de ellos: le enseñan a aullar, asustar y pelear, pero a él le gustan otras cosas: jugar al gallito ciego, cantarle a la luna y tener amigos.
En ese cuento de sutil ironía, el protagonista es un lobo muy parecido al que se comió a Caperucita, cuenta a Télam la autora, pero “es chiquito y por eso pide upa, quiere que lo mimen o que le narren cuentos, igual que pasa con los niños”.
El humor, presente en toda su obra, sirve aquí para desandar viejos preconceptos, porque “el lobo, paradigma del miedo, es sumamente tierno” comenta la escritora.
La autora de “Cuidado con el perro” afirma que “simplemente” quiso contar una historia en la que “se sientan reflejados los chicos y aquellos que los acompañan en la vida y en su recorrido literario”.
“Creo que nunca hay una única lectura de un texto, sino tantas como lectores”, asegura.
En tiempos que las pantallas captan la atención de grandes y chicos la pregunta es cómo orientar a los padres para seleccionar libros. Para Cinetto “es fundamental darle un lugar de privilegio a la poesía, género imprescindible que es la puerta de entrada a la literatura”.
“A los más chiquitos les fascina la rima y la musicalidad de las palabras, y su brevedad favorece a los pequeños, que tienen un período de escucha breve y a los lectores principiantes, a quienes a veces desalienta un libro con muchas letras”, describe.
La autora de “Cuentos cortitos para leer un ratito” advierte que “tampoco deben faltar los cuentos populares, tradicionales o los clásicos pero hay que elegir buenas versiones donde se respeten los elementos que tenían originalmente, porque a veces se comente el error de eliminar partes fundamentales de esas historias”.
Otro de los puntos fundamentales para la ganadora del premio Alfonso Grosso es “no olvidar que todos los elementos de un cuento popular son símbolos sabiamente acuñados por la humanidad durante siglos que el niño sabrá interpretar y decodificar y que le servirán para espantar sus miedos inconscientes”.
¿Qué leía de chica? “Todo afirma Cinetto-. Como dice en ‘El Quijote’, leía hasta los papeles rotos de la calle. Era una lectora voraz. Crecí en un casa con una gran biblioteca que era mi lugar preferido para jugar”.
“Así descubrí la colección Robin Hood, de tapas amarillas, donde estaban las novelas de Verne, Salgari, Twain y Louise May Alcott; los veintitantos libros de Monteiro Lobato, con la inolvidable Naricita; o los álbumes con grandes ilustraciones donde se mezclaban ‘Las mil y una noches’ con ‘Heidi’ y ‘Corazón’ o ‘El soldadito de plomo’ con ‘Blancanieves”, recuerda.
“Me volví adicta a la lectura. No podía dejar de leer. Por eso es que mi mamá, que era maestra, y mi papá, que tenía dos trabajos, seguían comprándome libros aunque a veces la plata no alcanzaba para llegar a fin de mes”, rememora.
“Cuando se me ‘gastaban’ algunos libros (no porque se me hubieran roto, sino porque ya los sabía casi de memoria), exploraba en los otros estantes de la biblioteca y descubría la poesía con Machado, Neruda, Hernández, Lorca y León Felipe, hasta que un día llegó el ‘Tutú Marambá’ de María Elena Walsh”.
La literatura dirigida a los niños muchas veces es tildada como un género menor, “un viejo prejuicio” con el cual Cinetto no concuerda.
“Desde el supuesto nombre de ‘género’ queda claro que el que descalifica no sabe nada de literatura y tendría que buscar la definición de este término en un diccionario de teoría literaria”, indica.
“Yo hablo de literatura destinada a públicos de distintas edades. Lo que cambia es el destinatario y no siempre, porque las fronteras se han desdibujado bastante en estos últimos tiempos”, asevera.
La Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) “ha demostrado que es grande, que ha crecido cuantitativa y cualitativamente, que merece ser respetada, que tiene autores extraordinarios y que de menor no tiene nada”, sentencia Cinetto.
Y no duda: “Un buen libro puede ser disfrutado por adultos y niños por igual. Obviamente, la extensión, la temática, el registro deben ser apropiados para la edad, pero esto de las múltiples lecturas que tiene un libro (tantas como lectores) deja en claro que no se puede ser demasiado categórico”.
“En ‘Feroz… Feroz!’ -grafica los chicos leerán una historia pero los padres con su experiencia, sus expectativas acerca de lo que uno espera de los hijos y sus mandatos, leerán otra. Los niños son los lectores más críticos que existen y escribir para niños es realmente algo serio”.
Su nuevo libro cuenta con ilustraciones de Poly Bernatene, con quien “existe un verdadero diálogo y un mutuo respeto que termina reflejado en la obra”, señala Cinetto.
Bernatene “contó la historia desde otro lugar, aportando su propia lectura, mi texto y su imagen realmente se complementan, acoplan y enriquecen”, remarca la escritora para quien “eso es lo que define a un verdadero libro álbum”.
“Ahora están demasiado de moda, diría, porque en mi opinión no todos son álbumes ni todos son buenos: a veces falla el texto, a veces la trama, a veces no se da ese diálogo entre palabra e imagen”.
“La oferta de libros infantiles en este momento es variada y hay que ser cuidadoso. Escribir y hacer libros para chicos es algo grande y serio”, se despide.
Télam
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