Los adolescentes ya no creen en cuentos de hadas

Aunque las sagas reproducen la fórmula del romance, cambian los protagonistas.

Dolores Pruneda Paz (Télam)

La literatura juvenil afianzó un fenómeno de producción y marketing que trasciende franjas etarias y el mercado editorial. Y mientras tanto, busca la fidelidad del lector con sagas que reproducen la fórmula de romance clásico aderezado con seres sobrenaturales, una estética oscura y temáticas posapocalípticas. Las adolescentes ya no quieren ser princesas ni hadas buenas. Se acabó el tiempo en que las chicas soñaban con la corona de princesa y el zapatito de cristal. Las dos colecciones que más fanáticos reunieron este año son “Monster High” (Alfaguara), historias protagonizadas por las hijas de Drácula y Frankestein; y “Emily, the strange” (SM), aventuras en clave punk de una emprendedora y enigmática joven. Mientras las heroínas se independizan, poseen una belleza imperfecta, abastecen a su entorno y luchan por él; los arquetipos masculinos juveniles, lejos de humanizarse, continúan enmarcados en los mitos clásicos. Luego de que “Harry Potter” demostrara que los jóvenes podían seguir historias extensas y secuenciadas –con récords de ventas acompañados por el cine y otras industrias– y “Crepúsculo” confirmara un nicho de lectores voraces, la modalidad del ‘YA’ (literatura para jóvenes adultos), del ‘crossover’ (textos para grandes y chicos) y el ‘marketing 360’ (un mismo producto ofrecido en diferentes áreas de mercado) siguió profundizándose. Así, el último episodio de la saga de Stephenie Meyer llegó al cine local en noviembre, con un éxito que por semanas aglutinó en largas filas a adolescentes para conocer el final de la historia que muchos leyeron y otros lo harán tras verla en pantalla. De la misma forma, “Los juegos del hambre”, el best seller posapocalíptico de Suzanne Collins, permaneció semanas entre los más vendidos de Argentina antes de ser estrenado en el celuloide; y el segundo tomo de “Juego de tronos”, la creación George R.R. Martin se lanzó junto a la temporada de TV por cable. En este marco se inscribe el fenómeno “Monster High”: la misma juguetería que creó las impecables Barbie’s –parámetro de belleza apolínea de las últimas tres décadas, junto al delicado Kent– llevó a las jugueterías a las ‘Bratz’, muñecas sexis de estética gótica, que se agotaron en las principales ciudades del mundo. Otro ejemplo es “Emily”: mientras la saga literaria avanza en Argentina, la marca de diseño independiente que la vio nacer en California hace 16 años se vuelve culto; y a las páginas de sus libros se suma la misma imagen que su creador Rob Reger dibujaba en los panfletos que repartía en recitales hace más de una década. La dueña del fenómeno Los editores argentinos refirieron este año un fenómeno de producción más que de ventas, con un crecimiento del 7,20 por ciento en el consumo, según Ilhsa, y un 55 por ciento más de títulos registrados informó la Cámara Argentina del Libro (CAL). Un suceso lo protagonizó Tiffany Caligaris con “Lesath”, una estudiante de abogacía que escribió la épica de una guerrera mitad elfa y mitad humana, libro que a dos semanas de ser lanzado por Planeta tuvo que ser reimpreso, con 5.000 ejemplares vendidos. Otra singularidad que cobró visibilidad es el fantasy local, un género anglosajón que tenía pocas voces en el país y este año redobló su apuesta con la sorpresa de “Lesath”; el lanzamiento del segundo volumen de la trilogía “El último reino”, de Leo Batic; y novedades como “Hechicera de relojes”, de María Inés Linares. A este entramado de libros especialmente dirigido a adolescentes, se suman escritores muy jóvenes como Julián Cáceres Narizzano, con 22 años autor de “El niño dragón”; Pablo Nieto, creador de “La fortaleza oscura”; y “Vikingos en la Tierra Verde”, de Patricio Killian y Sebastián Vargas. Alfaguara lanzó este año como experimento “Mar cruzado”, la primera novela juvenil on-line local, escrita por Cecilia Pisos y leída por 3.000 cibernautas a un mes de su lanzamiento. En ese lapso la historia reunió 1.500 seguidores por Facebook y ofreció el aporte local a la experiencia de ‘lectura 2.0’ y la tendencia ‘in the making’, como un folletín de entregas por Internet en cuya trama intervienen los lectores a través del chat. A nivel mundial, la cordobesa María Teresa Andruetto recibió el Premio Hans Christian Andersen, el más destacado del globo dentro de la Literatura Infantil y Juvenil (LIJ). En tanto que la bahiense Claudia Bombara se alzó con el galardón iberoamericano “El barco de vapor” y Jorge Accame ganó el “Premio Norma de LIJ”. Como síntesis del fenómeno, por primera vez en el país se reimprimió la septualogía completa de Harry Potter que permanece desde julio en el ranking con tres títulos.

Un suceso protagonizó Tiffany Caligaris con “Lesath”, que a dos semanas de ser lanzado por Planeta tuvo que ser reimpreso.


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