Los conmovedores encuentros de una terapeuta con un niño ¿autista? durante 6 años

Liliana Kaufmann acaba de publicar un libro donde describe los sentimientos que germinaron en el espacio clínico del tratamiento: el dolor, la soledad, la indiferencia, el encuentro, el amor y la libertad.

Después de seis años de encuentros en el espacio terapéutico, en el último día de tratamiento de Martín, un niño diagnosticado con condiciones del espectro autista dibujó una flor con seis pétalos y luego escribió seis palabras: oscuridad, agua, viento, fuego, tierra, luz. Liliana Kaufmann, su terapeuta, realizó una lectura de ese dibujo y decidió escribir el libro “Encuentros con un niño ¿autista? Seis pétalos para una terapeuta” (Lugar editorial), que narra la exploración del camino recorrido junto a Martín. El libro se sumerge y ahonda en los sentimientos que germinaron en el espacio clínico del tratamiento: el dolor, la soledad, la indiferencia, el encuentro, el amor y la libertad.

Seis pétalos es la historia de varios años de encuentro terapéutico que logró sacudir las certezas-sentencias propias del sistema de etiquetas diagnóstico y rompe el circulo vicioso de estigmatización y exclusión habituales en nuestra sociedad actual.

Ya desde el título este libro sale de los caminos trillados para aventurarse en otras exploraciones, otros modos de producción de sentido. Ni novela, ni tratado, es un ensayo extraordinario. Siguiendo los pasos de Oliver Sacks, Liliana Kaufmann recupera la maravillosa tradición de historias clínicas que no se limitan al registro de datos, sino que son capaces de dar voz y pensamiento a las trayectorias de vida donde convergen el profesional de la salud y su paciente. En este libro, a diferencia del gran neurólogo norteamericano, también se manifiesta lo que le va ocurriendo a la terapeuta.

En un estilo narrativo profundamente personal las historias se entrelazan con el pensamiento en un juego permanente de saberes sentidos. Es desde la afectación mutua que la terapeuta puede pensar y lograr comprender, cuidar y promover la potencia vital de su paciente y de la suya propia. ¿Qué puede un niño? ¿Cómo va a cambiar a lo largo de la vida? No podemos saberlo sino haciendo camino al andar…».

¿En qué momento de nuestras vidas Martín y yo habíamos pasado tan cerca uno del otro? Mi corazón da un vuelco. Una tenue sensación de angustia no me deja hablar, mi respiración se acelera. Sospechaba que ya no lo iba a volver a ver y que todavía su dibujo podía revelarme un sentido desconocido acerca de nuestra historia juntos (…).

Liliana Kaufmann, doctora en Psicología, licenciada en Psicopedagogía y Fonoaudiología

Por eso los signos de interrogación sobre la condición ¿autista? son imprescindibles para entender el itinerario de transformaciones en forma de pétalos que permitió a Martín salir de su encierro, abrirse al mundo y a su terapeuta habilitar preguntas sobre su propia vida que habían estado dormidas.

“Por eso creo que Martín y yo pudimos recorrer juntos el ciclo entero de la flor porque los dos conseguimos, deshojando cada uno de sus pétalos, liberarnos de nuestras ataduras subjetivas. Se trataba a todas luces del preludio de una nueva vida para ambos”, afirma Kaufmann.


El libro de Liliana Kaufmann ayuda a entender y abordar las distintas problemáticas presentes en la infancia; ¿qué puede un niño? ¿cómo se va a transformar a lo largo de la vida? ¿qué puede gestarse en un encuentro terapéutico?

Kaufmann inicia el relato de la historia por el final.

Es la última sesión de Martín conmigo como terapeuta después de seis años de tratamiento. Se muda a otra ciudad junto con su familia y por eso habíamos estado trabajando en las últimas sesiones el tema de las separaciones y de los hori-zontes que se abrían a futuro… Sin embargo, la circunstancia de la mudanza profundizaba aún más la sensación de “fin de terapia”. A mí también se me hacía difícil el adiós, tal vez tanto como a él. Le pido entonces que dibuje a su manera qué sintió, vivió, pensó a lo largo de los encuentros que compartimos en mi consultorio. Su primera reacción es de desconcierto. ¿Cómo es que yo me animaba a formularle una sugerencia tan compleja? De todos modos, toma el lápiz y muy decidido traza algo parecido a una flor de seis pétalos, y en cada pétalo diseña unos símbolos que no puedo dilucidar a primera vista. ¡Una hermosa y extraña flor a modo de despedida! Me asombra, me toma desprevenida, hay algo sorprendente en ese dibujo y la emoción pronto se anuda en mi garganta”.

Entonces la terapeuta le sugiere que le cuente de qué se trata el dibujo, qué quiere decir; “tengo la esperanza de que él mismo me transmita un atisbo del significado sobre esos símbolos mudos, ¿por qué una flor? Entonces escribe al lado de cada pétalo una palabra. La primera es oscuridad. Luego va agregando otras: agua ,fuego, viento, tierra, luz.. Esas palabras recuerdan los elementos de la naturaleza, aquellos que para los filósofos antiguos constituían el principio de todas las cosas. Para mí, en cambio, esas palabras designan elementos que se esconden mucho más allá de la conciencia”. ¿Habrán emergido en él esas expresiones entre las sombras más recónditas de su alma?, se pregunta Kaufman de inmediato. La presencia del dibujo que condensa en un papel estos seis “pétalos-palabras” reclama a cada momento mi atención, no puedo dejar de percibir el magnetismo con el que me atrae esa figura. Encuentro ahí un enigma, un sentido oculto que me siento interpelada a descifrar, en tanto me enfrenta a un desafío intelectual que me involucra afectivamente al mismo tiempo. Por ello me propongo dilucidar esta obra de Martín, sugestiva conjunción de trazos y palabras donde anidan a la vez ideas y emociones».

“¿De dónde había tomado mi pequeño paciente esas palabras? Su potencia creativa me resulta admirable, pero el dibujo encierra a la vez un misterio que no alcanzo a vislumbrar. No sería desatinado pensar que alguna clase de alquimia también se había producido entre nosotros a través del trayecto terapéutico. ¿Cuál era el secreto que había trasmudado a lo largo de estos años la oscuridad en luz?”, plantea la autora del libro. “(…) Intuía que el resultado de nuestros encuentros contra- riaba de algún modo el vaticinio del primer diagnóstico médico, el que lo encuadraba en una herencia biológica inconmovible, sin posibilidades de transformación: “autismo”. Sin embargo, la intuición no bastaba para comprender ese mágico dibujo de despedida, los símbolos, los seis pétalos, las seis palabras. Seis años también habían transcurrido desde nuestro primer encuentro”.

No les puedo contar mucho más de esta historia. Solo me animo a decirles que ante la perplejijdad de la terapeuta, Martín se para a un costado de la silla de Kaufmann, toma la hoja con las dos manos y con mucha seguridad lentamente va girando el dibujo al modo de una figura caleidoscópica. “Los pétalos desfilan ante mis ojos, parecen tener peso propio y en ellos veo reflejados instantes de oscuridad y luz que se reúnen en pocos episodios. Como si la magia de la vida me tomara por sorpresa de manera maravillosa. Cada pétalo se transforma en el eco de un recuerdo, una lágrima, una sonrisa, y al mismo tiempo siento que un halo de luz brillante me despeja la vista. Por todas partes en mi cuerpo se despiertan impulsos para dar voz a los silencios que me rodean. ¿En qué momento de nuestras vidas Martín y yo habíamos pasado tan cerca uno del otro? Mi corazón da un vuelco. Una tenue sensación de angustia no me deja hablar, mi respiración se acelera. Sospechaba que ya no lo iba a volver a ver y que todavía su dibujo podía revelarme un sentido desconocido acerca de nuestra historia juntos porque no solo me estaba mostrando de ese modo su propia metamorfosis sino también el recorrido de mis propias transformaciones”, escribe la terapeuta.

Y sigue contando con un estilo tan justo e intenso que el lector queda involucrado entre ellos dos. Pero, ahora, saber lo que sigue queda en cada uno de ustedes.


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