Los “ex” de EE. UU., longevos y todavía consultados
WASHINGTON (AP).- Durante los primeros 200 años de la existencia de Estados Unidos, sólo tres presidentes sobrevivieron más de dos décadas después de dejar el cargo: John Adams, Martin Van Buren y Herbert Hoover. Pero, gracias a la longevidad de la era moderna, los expresidentes más recientes han demostrado que hay amplias oportunidades para trabajar e influir en la política después de abandonar la Casa Blanca. Jimmy Carter, quien marcó la pauta como activista y trabajador incansable después de dejar la presidencia, tiene hoy en día 88 años y lleva 32 fuera de la Casa Blanca. Nadie ha sobrevivido más tiempo como expresidente. George H. W. Bush, de 89 años, superó las dos décadas como ex primer mandatario este año. Los dos presidentes más recientes, Bill Clinton y George W. Bush, son relativamente jóvenes. Gerald Ford vivió casi 30 años después de dejar el cargo. Los expresidentes están muy activos por estos días gracias a la mejor longevidad, las personalidades en cuestión y las más amplias oportunidades para ejercer influencia. Tras mayormente guardar silencio público como expresidente, en semanas recientes George W. Bush ha dado que hablar al apoyar una reforma a las leyes de inmigración y viajar a África para acompañar al actual mandatario Barack Obama a una ceremonia de homenaje a las víctimas de ataques terroristas allí. Clinton, por su parte, nunca está lejos de los titulares, pues está involucrado en grandes proyectos filantrópicos y su esposa podría ser candidata presidencial. Bush padre, aunque delicado de salud, estuvo recientemente en la Casa Blanca (y con unas estrafalarias medias rojiblancas) para publicitar el programa de voluntariado que fundó como presidente. Carter, célebre por sus viajes alrededor del mundo en defensa de la democracia y los derechos humanos, condenó recientemente “los sobornos legales” en que se han convertido las contribuciones a los candidatos. ¿Es éste el nuevo modelo de vida para los expresidentes? En realidad, todos tienen abundantes precedentes para poder comparar, estudiar y emular. “Hay una gran cantidad de expresidentes que dejan la Casa Blanca y siguen teniendo una vida hiperactiva en la sociedad estadounidense”, asevera Douglas Brinkley, historiador especializado en la presidencia estadounidense y profesor en la Rice University. Varias etapas de la vida política Señala como ejemplo a Andrew Johnson, quien fue elegido al Senado tras ser objeto de un juicio político durante su presidencia; William Howard Taft, quien pasó a ser juez de la Corte Suprema; John Quincy Adams, quien expresó su oposición a la esclavitud como congresista; Theodore Roosevelt, quien creó el Partido de los Bull Moose y se volvió a postular a la presidencia, y muchos otros. “No se puede generalizar –dice Brinkley–. Cada hombre ha sido distinto”. Y, aunque cada uno ha sido distinto, los más recientes tienen en común que han comenzado su pospresidencia calladamente, fuera de la luz pública, tomando un tiempo para descansar, reagruparse, sanar, dejar trabajar al nuevo mandatario. Se concentran en la recaudación de fondos para sus centros de estudio, escriben sus autobiografías. Con el tiempo, al atenuarse las divisiones políticas, sus índices de apoyo popular se recuperan. Digamos que ésa es la primera fase. La popularidad de Bush hijo, por ejemplo, se ha recuperado. En abril su instituto académico fue inaugurado en Dallas y en el 2010 salió su autobiografía, “Decision Points”. Ahora el exmandatario parece estar ingresando en la fase dos: dice que quiere ayudar a alguna causa, manteniéndose distanciado de la política y sin criticar a Obama. La presencia de Bush en África durante la visita de Obama a ese continente subraya sus esfuerzos por contribuir a la lucha contra el sida allí. Sin embargo, su exhortación a aprobar una reforma migratoria en Estados Unidos no inmutó a los republicanos. Los legisladores del partido dijeron que los comentarios de Bush ni siquiera surgieron en sus reuniones. “Lo que nos importa es lo que opina la gente en nuestros estados, no lo que diga algún expresidente”, expresó el representante republicano Tim Huelskamp, de Kansas. Aun así, los expresidentes recientes parecen estar más dispuestos a permanecer activos en el escenario político, opina Thomas F. Schaller, un politólogo de la Universidad de Maryland-Baltimore County que escribió un estudio sobre los mandatarios previos de la era moderna. “Tienen más oportunidades”, expresó Schaller, señalando el papel más preponderante de internet, la globalización y la tendencia de los expresidentes de cooperar entre sí y con el actual ocupante de la Casa Blanca. Después de que Clinton y Bush padre colaboraran en enviar ayuda humanitaria a las víctimas del huracán Katrina y del tsunami en Indonesia, Clinton bromeó: “La gente me está diciendo que me he acercado tanto a la familia Bush que me he convertido en la oveja negra de la familia”. En el pasado, otros exmandatarios también mantuvieron cierto perfil en el escenario público, aunque no con la proyección que permiten hoy en día los medios de comunicación. Herbert Hoover, quien vivió casi 32 años después de su presidencia, viajó por el mundo y participó en labores humanitarias en Europa durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Luego, bajo las presidencias de Harry Truman y Dwight Eisenhower, participó en comisiones sobre reforma pública y declaraba: “Viví más tiempo que esos necios” que lo culpaban por la Gran Depresión, según Schaller. Brinkley dice que Carter, quien al final de su mandato tenía un índice de popularidad sumamente bajo, “cambió radicalmente” el concepto de un expresidente al embarcarse en una serie de actividades diplomáticas y humanitarias. En círculos políticos se dice en broma que Carter usó la presidencia como trampolín a una exitosa expresidencia. Ganó el Premio Nobel de la Paz en el 2002. Clinton, a raíz de su fundación humanitaria, parece estarle siguiendo los pasos a Carter, aunque las relaciones entre ambos son tensas debido en parte a las iniciativas diplomáticas no solicitadas de Carter durante el mandato de Clinton y a las críticas de Carter respecto del escándalo Lewinsky. Obama dejará la Casa Blanca con 55 años, unos 14 más joven de lo que era Reagan cuando ascendió a la presidencia. Obama tendrá que pensar bien en cuáles serán sus planes para un futuro que probablemente durará varias décadas. “¿Quién se atreve a pensar que sus días de gloria ya han pasado cuando se tiene poco más de 50 años? –se interroga Brinkley–. Uno se pregunta: ‘¿cómo puedo mejorar la situación de la sociedad?’. Y eso es lo que están haciendo Clinton y Bush a su manera”.
NANCY BENAC
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