Una familia que se construyó con pasión por las abejas

Desde hace 25 años se dedican a la producción de miel. El entusiasmo lo transmitió el padre a sus hijos.

Casi al final de Senillosa, cerca de Arroyito, hay una familia que desde hace 25 años se dedica a la producción de miel y de otros subproductos derivados de la abeja.

La apicultura es la actividad que Eduardo Sosa eligió hacer desde hace más de veinte años, y la cual continúan hoy dos de sus hijos por la herencia y sobre todo por el entusiasmo que les transmitió su padre.

Roberto Sosa, de 23 años, hijo de Eduardo, comentó que su principal actividad económica es la apicultura. Decidió dedicarse a esta tarea “un poco por la pasión que nos inculcó nuestro viejo. Eso fueron los inicios, y después continuamos por pasión”, dijo.

Hoy atiende las colmenas de su familia. Describió que los apiarios se ubican en Río Negro y en Neuquén. En Aluminé posee unas colmenas que las trabaja junto a un colega. “Entre todos los lugares andaremos entre 250 y 300 colmenas. La aspiración es llegar a 500-600 colmenas”, comunicó Roberto que tiene una producción anual que ronda entre 2000 y 3000 kilos de miel. También su actividad apícola incluye la elaboración de subproductos y crianza de reinas.

La admiración a esta especie es parte del incentivo para Roberto que optó por esta actividad como parte de su vida. “Amor a la naturaleza y al ser vivo que es la abeja, que produce tanto, y nosotros no lo alcanzamos a valorar. No solo produce miel sino un montón de otras cosas. Por ejemplo el 70 por ciento de los alimentos que consumimos nosotros pasa directa o indirectamente por la abeja”, apuntó.

Eduardo Sosa preside la Asociación Agrícola y Apícola del Comahue. Si bien hoy no sigue en la producción por cuestiones de salud, marcó que es una satisfacción que sigan sus hijos “porque por lo menos, todo el sacrificio y el esfuerzo que se hizo los primeros años, ellos hoy mejoraron un poco las técnicas, y no van a pasar la que pasamos nosotros”.

Evaluó que en la provincia “no se llega a las jóvenes con promociones y capacitaciones” y marcó con preocupación que no observa una renovación generacional. Opinó que no “hay políticas ni metas claras” en la región para la producción y afirmó que es una actividad que “podría generar mucha mano de obra”.

Contó que con mucho coraje se relacionaron “con el Ministerio de Trabajo de Nación y con el Centro Empleado de Comercio, y en los dos años que hicimos la capacitación hemos terminado con 40-50 egresados”.

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Apis mellifera es la especie usada por los productores apícolas

Matías Subat.-

Cuando se llega a su casa un conjunto de cajones apilados que fueron colmenas en su momento no hacen dudar que se está en presencia de una casa de productores de miel.

Gabriel, de 27 años, otro de los hijos de Eduardo que encaró esta producción como un estilo de vida. Inició como ayudante de su padre y hoy tiene sus propias colmenas en Vista Alegre, y realiza experiencias en Centenario, y San Patricio del Chañar. Egresó en la EPEA N° 2, y se especializó al terminar el secundario en Apicultura. Realizó un curso de inspector sanitario y realizó la carrera de Técnico en Gestión y Producción Apícola.

“Los años son muy variables y dependemos del clima. Pero estamos alrededor de los 15-20 kilos de producción por colmena. También producimos núcleos, propóleos, jalea real, cera, reinas, y se hace servicio de polinización. Es una actividad que tiene muchas vetas”, informó Gabriel. El productor desde hace unos años vive en Centenario y se dedica además a la docencia en la EPEA Nº 3 de San Patricio del Chañar.

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Declaró que ve que faltan productores apícolas locales. “A nivel mundial y en Argentina el consumo de miel aumentó, y nos damos cuenta que lo que producimos no alcanza para abastecer el mercado interno”, manifestó. El joven destacó que es una actividad que dentro del rubro agropecuario no requiere una gran inversión inicial.

Alentó a que otros se sumen a la actividad. “Tenemos que aprovechar este momento en que la gente ha tomado conciencia del beneficio de la abeja para la salud y el medio ambiente”.

Aunque no todo siempre fue fácil. Contó que hace unos meses sufrió un incendio que le hizo perder un tercio de sus colmenas, pero logró reponerse y hoy ya cuenta con 120 colmenas. Dijo que se requiere un núcleo económico de 500 colmenas para poder vivir de la actividad. “Calculo que en 3-4 años en mi producción particular estaré en condiciones de ya poder estar viviendo de la actividad”, analizó.

Las abejas lo llevaron a Hawaii a capacitarse

La apicultura llevó a sus integrantes a viajar por la provincia e incluso el mundo. Roberto Sosa, luego de egresar en la EPEA N °2 de Plottier viajó en 2013 a Hawaii para conocer más sobre esta producción y en especial sobre la crianza de reinas.

“A través de una pasantía en un apiario de un amigo en Buenos Aires, fui y aprendí mucho de él. Le gusto como trabajé y la garra y el interés que le puse, y me ofreció la posibilidad de ir a Hawaii, a una cabaña de crianza de reina. Y después de un año de trámite pude ir” recordó Roberto.

Dijo que esta experiencia que duró un año le enseño “un poco cómo trabajan ellos, y después el manejo que tienen para la crianza de reina. Y aprovechar a hacer un poco más rentable la actividad en la zona”. Estos saberes lo compartió con sus pares través de seminarios que se hicieron a través de la asociación de apicultores local.


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