Mauricio Kartun y la dramaturgia de emergencia
Apasionado por poder trasmitir herramientas de su oficio el dramaturgo y director teatral ofrecerá durante tres días un seminario en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), en Roca.
El dramaturgo y director teatral Mauricio Kartun llega a Roca para desarrollar, en el Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA), el Seminario Dramaturgia de Emergencia, una clínica y metodología para la escritura teatral, tal su título completo. Allí abordará operaciones técnicas de creatividad, concepción del personaje, dinámica de la acción y diseño de la estructura, para dramaturgos, guionistas, escritores de narrativa, directores, actores, bailarines, docentes o estudiantes de diferentes ramas artísticas. Desde hoy hasta el miércoles, día en el que también dará una charla abierta a todo público.
P-El subtítulo de tu seminario en Roca, “Breviario de arte y oficio para la escritura teatral”, contiene dos palabras que me recuerdan la Escuela de Artes y Oficios de mi pueblo cuando niño, Bragado; al hacer con las manos elementos que sirvieran a la vida cotidiana. Me llevan al teatro, también…
R-En principio, la combinación arte y oficio es el círculo virtuoso del trabajo del creador. El oficio no es otra cosa que la capacidad de resolver los problemas de lo creativo, con el cuerpo. Es decir, resolverlos con él, no con la cabeza. Que haya algo impulsivo, una naturaleza, que haya un instinto, una práctica que permita satisfacer las cosas de una manera espontánea. Eso le da vida, naturalidad y belleza a la creación.
Pero, por otra parte, si no existe el concepto de arte –en el sentido profundo de entender por qué, para qué y el cómo interno, qué se produce dentro del creador para que salga lo otro– el mero oficio no sirve. Así como no sirve el arte solo, el oficio solo tampoco sirve. Yo también creo mucho en esa combinación. Es un trabajo de reflexión, de profundización en lo que uno tiene, en su sentido y en cómo lo hace, y luego una práctica intensa que crea el oficio.
P-El músico y además sociólogo de la Universidad de Chicago, Richard Sennett, afirma en su libro “El artesano” que –cito– “la presente era tecnológica es la muerte de las manos”.
R-Sí, pero me parece que el teatro en general y la dramaturgia en particular, es un modo de eterna recuperación de la energía artesanal. Fijate que la técnica con la que trabajamos los dramaturgos, tiene veinticuatro siglos… Cuando yo analizo, en líneas generales, piezas del teatro griego, es decir del origen hace dos mil cuatrocientos años, y las de hoy, no hay grandes diferencias. Bueno, claro, las hay en lo cultural, en el lenguaje, pero las acciones, las posibilidades, incluso las convenciones con la que operan, son prácticamente las mismas.
Entonces, hay algo en lo nuestro, una especie de recuperación de un saber ancestral, de una transmisión de cabeza a cabeza y si se quisiera decirlo más específicamente, de mano a mano, en la que un dramaturgo transfiere sus herramientas a otros.
El curso que voy a dar en Roca, se llama justamente “Dramaturgia de emergencia” por las dos acepciones posibles de emergencia. En principio, porque atiende a aquellos que están emergiendo, a esos llamados artistas emergentes, al artista que está saliendo. Bueno, pues, se trata de tirar cuerdas, de tirar la soga para que esa salida sea más fácil y más elegante.
Y, por otro lado, es emergencia en el sentido de auxilio, de urgencia. ¿Qué hago, cómo me las arreglo en la premura de escribir una obra. ¿Cuáles son los elementos básicos para no ahogarme? De eso se trata. Juntarnos tres días, en tres jornadas muy intensas de cuatro horas cada una, para ver esto justamente. ¿Cuáles son las sogas con las que subir y cuáles los salvavidas para no ahogarse?
P-También, ayudar a superar el miedo a expresarse, frente a tantas cuestiones que hoy perturban, agobian, con tantos cambios económicos y éticos. Ayudar que el dramaturgo emergente libere sus ataduras y manifieste todo lo que tiene adentro.
R-Ese es el sentido profundo del trabajo del artista. Nosotros actuamos en un campo expresivo. El origen de la palabra expresión es el mismo que el de exprimir: exprimere, ir por encima de lo primero.
Digo, sacar más de lo que sale al principio. Y cada uno de nosotros somos exprimidores de la realidad que nos rodea. La tomamos y la apretamos, la violentamos, la procesamos para que de ella salga el jugo, la esencia que se va transmitiendo de década en década, como herencia cultural que deja el arte.
Por lo tanto, efectivamente, cuando uno piensa en herramientas para escribir teatro, por ejemplo, no está pensando en materiales para construir algo alejado de uno, sino todo lo contrario. Se construye dentro de uno. No se trata de darte herramientas para que hagas algo adentro tuyo y luego sí lo vuelques sobre la mesa. De eso, también por supuesto, tratara el seminario en Roca.
P-Un texto sobre tu persona, habla de “capacidad de construcción en tiempos de adversidad”.
R-Sí, yo tengo siempre la sensación de que el arte trabaja de sobrepique…
P-¿A ver?
R-Como en el fútbol. Es muy difícil pegarle a la pelota en el momento en que pica en el suelo. Es cierto que el de adversidad, es el peor para escribir. Es un momento de desequilibrio absoluto donde se junta la energía de la pelota que está bajando con la de la que está subiendo. No le podés pegar, nunca va a ser bueno el tiro, la patada. Pero, el arte siempre trabaja de sobrepique. Apenas se levantó el balón unos centímetros sobre el suelo, apenas pasó un tiempo breve de un acontecimiento violento, de un choque histórico, el artista habla sobre él.
Continuamente lo hacemos. Esperamos que la pelota se levante lo suficiente como para el patadón. En verdad, esta ha sido una Argentina que nos ha llenado de posibilidades de shot, ¿no? De continuo, estamos recibiendo centros de todos lados y tratando de devolverlos.
P-En tu caso personal, ¿cómo ha sido tu transición interna para recuperar la energía creadora y superar la instancia, entenderla o hablar de ella al menos, expresarte?
R-El arte tiene una condición curiosa, posee una naturaleza reparadora. En realidad, te diría, más que tratar de hacerse, uno se rehace a través del arte. Yo siempre he sentido que la manera de entender, de catalizar, de profundizar en las cosas que me han pasado, entendiendo que son las que le han pasado a mi país, fue poniéndome a escribirlas. Tratando de expresarlas, justamente. De hacerlas ir más allá de la fruta y encontrarles el jugo (vuelve a sonreír por la analogía). Por lo tanto, nunca he sentido esa sensación de rehacerme frente a la realidad, si no que el propio arte ha sido el camino para ello.
P-¿Te sucede estar frente al papel o a la pantalla de la computadora en blanco, temer el vacío y, a la vez, sentir el fuerte impulso de lo que quiere salir y ser escrito?
R-La tarea del poeta, me refiero a la generalidad del creador literario, está muy impulsada por ese vértigo. Por ése u otros… Pero, si no existiese, me parece que no tendríamos ese impulso. Hay algo del paracaidista, no? De tirarse al vacío…
¿Por qué un tipo decide hacer mil saltos desde un avión y vuelve a subirse, a tirarse? Porque disfruta de la sensación de vértigo. Por un lado es atraído por la caída, por el vacío, por el peligro, pero no podría prescindir de tales sensaciones. Algo de eso nos pasa a los poetas.
Estamos continuamente propulsados por esos vértigos; por la sensación de hoy no me va a salir y de pronto, sale.
Si uno tuviera la seguridad de sentarse y escribir el mejor poema de la vida, lo haría una vez y nunca más.
P-Ahí se requiere esa parte del oficio que es la insistencia, el trabajo constante.
R-Efectivamente. El entender el paso creativo por el error, saber que lo que se hace no está bien pero puede llegar a estarlo. Al principio, hay que amigarse con un estado muy imperfecto, a veces, de lo que uno ha escrito. Para la gente que no practica la escritura, suele resultar horroroso enfrentar una escritura fea, que no nos convence, que no nos representa, y sin embargo, sentir que trabajando sobre ella, puede darle dignidad. Esa condición es básica en la creación del poeta. Aceptar que va a transitar por todo lo que tiene adentro y puede ser feo, incompleto, fallido. Pero, la única manera de crear un buen poema, es atravesándolo.
P-Escuchándote, viéndote, se desprende de tu ser la pasión con la que te comunicás, enseñás.
R-La docencia no es verdadera si no se entiende como acto de pasión o –para mediarlo en algo más cotidiano– de entusiasmo. Que alguien tenga una serie de conocimientos y consiga apretar el botón de la memoria de modo tal que algo brote y se manifieste con las palabras justas, no lo hace buen maestro. Eso también lo puede hacer un CD, la grabación, un video o un audio. También un libro. Uno no es solo el soporte de una serie de conceptos. Si así fuese, los maestros seríamos prescindibles. ¿Qué sentido tendría que existiera alguien que te transmita un conocimiento a partir de la palabra, de la expresión oral?
El maestro es otra cosa. Es una relación y en ella, necesita llevar al otro a un estado de encuentro con ese conocimiento, que se manifiesta –en líneas generales–en cierto entusiasmo. A veces, es pasión y llevado al extremo, éxtasis. Pero, en todo caso, es la forma para que alguien tenga la sensación de haber entendido algo comprendido, profundizado, o de que algo se le haya revelado. Los maestros, en ese sentido, somos reveladores. Si no nos entendemos como tales, nos achicamos al muy mediocre rol de ser simples soportes de un conocimiento.
Seminario
Método y reflexión
“Dramaturgia de Emergencia-Breviario de arte y oficio para la escritura teatral” es un compilado de objetivos detonadores, una clínica de dramaturgia para incorporar metodología productiva y reflexionar sobre sus distintas claves.
Desde el 2002 hasta la fecha este Seminario ha sido cursado por más tres mil alumnos en Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Colombia, Venezuela, Cuba, Brasil, Puerto Rico, Perú, México y España. Ahora es el momento en Roca y la región.
Se dictarán hoy, de 15 a 19; mañana y el miércoles, de 14 a 18 en el Instituto Universitario Patagónico de Artes.
El miércoles a las 19:30, Kartun charlará abiertamente con el público.
La combinación arte y oficio es el círculo virtuoso del trabajo del creador. El oficio no es otra cosa que la capacidad de resolver los problemas de lo creativo, con el cuerpo”.
Mauricio Kartun
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