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Ucrania: el drama de los que vuelven a rearmar sus hogares

¿Cómo recoger los pedazos y montar otra vez sus casas? Ese es el primer interrogante de los que huyeron de Kiev y vuelven tras los bombardeos rusos.

En 100 días de guerra en Ucrania, innumerables vidas quedaron destrozadas para siempre. Los que han sobrevivido, a veces apenas saben cómo empezar a recoger los pedazos.

Cuando se destruye una casa que simboliza una vida de trabajo y recuerdos, ¿cómo se la rearma?

Nila Zelinska y su marido, Eduard, volvieron ayer a la que fue su casa en un pueblo de las afueras de Kiev. Estaba en ruinas, reducida a paredes carbonizadas y sin techo por los ataques de los días posteriores a la invasión rusa de Ucrania del 24 de febrero.


El perro seguía en su lugar


“¡Rex! Rex!”, gritó, llamando al labrador negro que habían tenido que dejar atrás. Sólo más tarde reapareció el perro, moviendo la cola bajo la lluvia de caricias de su dueña.

Pero aparte de Rex, nada será como antes.

En lugar de un hogar, su casa destrozada es hoy un símbolo de sus vidas rotas.

¿Cómo rearmarán sus vidas? La pregunta que todos se hacen sobre el destino de los ucranianos Foto: AFP-Télam

Nila Zelinska recuerda el terror de los ataques que los obligaron a huir. Recogieron a su madre, de 82 años, y escaparon de las llamas y las explosiones huyendo con ella por su jardín.

Lo que ocurrió después es un recuerdo borroso. La familia evacuó hacia el oeste, lejos de los combates que envolvían las afueras de la capital ucraniana.

Nila sollozó entre las ruinas de su casa cuando ella y su marido regresaron a su pueblo, Potashnya. De entre los escombros, recuperó una muñeca que pertenecía de uno de sus nietos. La abrazó con fuerza, como si fuera una niña de verdad.

Un vecino de Kiev, al regresar a su hogar bombardeado, busca sus pertenencias entre los escombros. Foto AFP.

Su marido se abrió paso con cautela entre los escombros y los cristales rotos.

“No hay lugar para vivir. Si hubiera viviendas, volveríamos y plantaríamos un jardín, como siempre hicimos”, dijo. “Teníamos un huerto aquí. Aquí crecían papas, pepinos y tomates. Todo era del huerto”.

Ninguno de los dos sabe qué les depara el futuro, pero Nila sabe lo que quiere: “Que haya paz en la tierra».


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