La Geografía, una ciencia para la transformación social
Flavio Abarzua y Anabela Cadiz *
La disciplina del siglo XXI brinda una oportunidad para que repensemos sobre el compromiso con la sociedad y con los problemas de nuestro tiempo. Reflexión por el Día del Geógrafo.
En el Día del Geógrafo/a en Argentina, docentes-investigadores/as de la Universidad Nacional del Comahue, buscamos reflexionar sobre el rol de la Geografía y el quehacer de los/as Geógrafos/as en los tiempos actuales e invitamos a repensar la Geografía como ciencia social.
El 22 de noviembre se conmemora el Día del Geógrafo en Argentina, en homenaje a la labor científica realizada por el perito, geógrafo y naturalista Francisco P. Moreno, fallecido en 1919. La fecha quedó formalmente establecida en el Primer Encuentro Internacional Humboldt, celebrado en 1999. De allí hasta entonces, los tiempos han cambiado y a la par, los intereses y preocupaciones de quienes hacen ciencia. Es quizás, el momento propicio para reflexionar sobre el cometido de nuestra disciplina y del quehacer geográfico e incluso, repensar si aún hoy “Perito Moreno” es el referente indiscutido de la geografía argentina.
Avanzado el siglo XXI, cabría preguntarnos si ¿es la geografía eso que aprendimos del mundo de forma fragmentada, descriptiva, enciclopedista?; ¿es una ciencia sólo identificable con los nombres de países, las capitales, el relieve, el clima y los fenómenos naturales?; ¿la localización y la representación cartográfica son los únicos atributos de la geografía? En definitiva, ¿cuál es el rol de la geografía y de los/as geógrafos/as en los tiempos que corren? Creemos que el gran desafío de quienes hacemos y enseñamos geografía es desmitificar esa idea que ha dominado por tanto tiempo y que se ha instalado en el imaginario de la sociedad, que “en geografía no hay nada que entender, basta con la memoria”.
El geógrafo Yves Lacoste, señala en su libro “La Geografía: un arma para la guerra” (1977) que “la geografía está considerada habitualmente como una disciplina escolar y universitaria, cuya función consiste en ofrecer los elementos de una descripción del mundo, en una concepción «desinteresada» de la cultura llamada general (…) una disciplina molesta, pero facilona, basada en la mera descripción y acumulación de datos”. Sin dudas, es allí donde hay que tallar, para demostrar que la geografía es mucho más que pintar en un mapa montañas y ríos.
La geografía es una ciencia social que se define por la complejidad de los procesos territoriales y la contradicción de las relaciones sociales, que se manifiestan espacial e históricamente. Esto nos invita a pensar la producción social del territorio como resultado de las relaciones de poder y de las prácticas materiales y simbólicas de los actores sociales.
La geografía de nuestro tiempo se posiciona como una ciencia que promueve un conocimiento orientado a la transformación social; lo cual conlleva a un cambio sustancial, porque implica romper con aquellas perspectivas fragmentarias y dicotómicas del saber y del hacer geográfico tan generalizadas en la geografía moderna, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX.
Un mundo “patas arriba”
Los/as geógrafos/as no somos espectadores neutrales de la realidad en la que vivimos. En un mundo pospandemia, que se ha tornado incierto y convulsionado, y que ha dejado nuevamente en evidencia las contradicciones del sistema capitalista, la geografía se presenta hoy como la ciencia que se interesa por problemáticas ignoradas o encubiertas por la geografía tradicional. Se trata de una geografía comprometida con el cambio social, una ciencia revolucionaria, preocupada, entre otras cosas, por las desigualdades, la pobreza, las marginaciones, los conflictos.
Por ello, desde los espacios que sostenemos en una Universidad Pública de alcance regional, tenemos una gran responsabilidad y compromiso político con los procesos territoriales y los actores sociales con los que trabajamos. ¿Desde qué lugar? Desde el quehacer de una geografía que construya un saber crítico sobre la realidad social. Como bien lo expresa el geógrafo J. Ortega Valcárcel, esa criticidad tiene dos dimensiones: una es epistemológica y hace referencia a las raíces del pensamiento geográfico como forma de conocimiento y la otra, es socio-política, en la medida que supone entender y practicar la geografía como un conocimiento orientado a la transformación social de la realidad existente.
El reto está puesto: la geografía del siglo XXI se presenta como una oportunidad para que quienes hacemos geografía reflexionemos sobre el compromiso que tenemos con la sociedad y con los problemas de nuestro tiempo, fijar posición ante ellos y asumir un punto de vista ideológico. Es también una coyuntura propicia para trascender el campo disciplinar, dialogar con otras disciplinas y con saberes “otros”. Como plantea Boaventura de Sousa Santos en su perspectiva de las Epistemologías del Sur, se trata de crear “nuevas relaciones entre diferentes tipos de conocimiento y nuevas formas de pensar el mundo”, distintas a las hegemónicas. Por ahí tendría que transitar la geografía…
* Geógrafos. Docentes e investigadores.
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