Por la buena senda

Pocos días atrás el Congreso nacional sancionó una ley por la que declara a la ciudad de Neuquén como “Capital nacional del senderismo urbano”.

COLUMNISTAS

Un llamativo y tal vez prematuro reconocimiento, para una actividad aún en expansión y en la que queda mucho por hacer.

No obstante ello la distinción debiera operar como un estímulo, para que la actividad física, la recreación y la salud de los capitalinos pasen de manera permanente a formar parte de la política del Estado municipal, más allá de gestiones de gobierno y de banderías políticas.

En tal sentido, el hecho de que el proyecto haya sido promovido por la Intendencia y defendido por senadores y diputados de la oposición debiera interpretarse como una señal de buen agüero.

En los considerandos de la norma se destacan los espacios del Parque Norte y la costa ribereña del río Limay, entre la avenida Olascoaga y la Isla 132; el balneario Río Grande, con sus senderos peatonales y bicisendas que permiten al usuario desarrollar estas actividades en un marco natural.

Es indudable, a la luz de tales obras, que la gestión del actual Ejecutivo municipal ha sido prolífica.

A dichos logros habrá que sumar el reciente acuerdo conseguido con los propietarios ribereños para aumentar el paseo costero en 3.000 metros, nada menos que en la emblemática confluencia de los ríos Neuquén y Limay. También el proyecto de ampliación de la costanera hasta calle Gatica y el trazado de bicisendas que unirán los cuatro puntos cardinales de la ciudad.

Una capital que ha implosionado y en la que cada vez es más difícil circular, estacionar y hasta ver el horizonte. Así el parque automotor y el desarrollo inmobiliario han experimentado un crecimiento tan exponencial que privan al ciudadano del espacio y del verde de otrora.

Por ello encontrar alternativas que permitan al hombre de a pie gozar de la naturaleza y practicar actividades físicas sin mayores costos ha pasado a ser una necesidad vital, que no debiera escapar a todo mandatario inteligente.

No en vano, y en menor escala, es cada vez es más frecuente la construcción de ciclovías y de “gimnasios” al aire libre en distintas ciudades de la región. Emprendimientos que hoy exigen de seguridad e iluminación, para volverlos convocantes.

Es sabido que los espacios naturales estimulan la realización de la actividad física y ésta a su vez mejora el funcionamiento del sistema inmune, ayuda a los diabéticos a alcanzar niveles saludables de glucosa en sangre, a los hipertensos a controlar la presión y en general a reducir el estrés y el exceso de peso. Cuestiones todas que benefician el estado de salud funcional y las habilidades de las personas.

Pero hay otro costado tan o más interesante que el anterior, el que pocas veces es tenido en cuenta y que consiste en el mejoramiento del estado de ánimo de quien practica actividades físicas en lugares agradables.

Científicos del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois han concluido que la naturaleza es un factor influyente en la predisposición del buen comportamiento humano y en la reducción del nivel de violencia.

Según los investigadores, en zonas de espacios verdes la gente es más generosa y existen fuertes lazos de vecindad social y una mayor voluntad de ayudar a los demás.

Además permitir el acceso de las personas a lugares tan cercanos y a la vez inaccesibles -sin infraestructura-, como la barda o la confluencia de los ríos, es una manera de revalorizar lo propio tornándolo más querible y atractivo. Cuestión que no debe soslayar a los turistas que cada vez, en mayor medida, recalan en las ciudades del Alto Valle.

Por ello no se coincide con el exabrupto de la diputada Elisa Carrió quien tildó de estupidez el “tener que votar por los caminos de Neuquén”, estado de crispación que tal vez encontraría sosiego si tuviera la oportunidad de recorrerlos.

Estratégicamente hoy es tan importante pensar en el hall o el comedor de una urbe, como en el jardín donde la gente que lo habita pueda distenderse.

Un espacio que oxigene a la ciudad, pero también el cerebro de las personas que viven inmersas en su vorágine cotidiana. Un sitio bien distante de la web y que reencuentre a las personas consigo mismas y con los demás.

Un lugar que conozca menos relatos salvajes y muchas más historias amigables.

MARCELO ANTONIO ANGRIMAN Abogado. Profesor nacional de Educación Física marceloangriman@ciudad.com.ar


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