Preocupante: se perderán por lo menos 300 millones de kilos de fruta en esta temporada

Heladas tardías de primavera y tormentas de granizo terminaron por afectar sensiblemente a la producción del Valle. Estimaciones dan cuenta de que las pérdidas representarían más del 30% del total de la cosecha esperada.

Las tormentas de granizo afectaron parte importante de la producción.

Para la temporada que se avecina, se estima que el sector frutícola del Valle de Río Negro y Neuquén dejaría de comercializar más de 300.000 toneladas de peras y manzanas producto de la menor cosecha esperada.

Los daños generados por las heladas primaverales tardías a lo que se le sumó las fuertes tormentas de granizo de las últimas semanas sentencian estos números para lo que sería la temporada 2022/2023.

Los productores no integrados fueron los que más sufrieron las pérdidas. La falta de inversiones en modelos de defensa contra las heladas y protección contra el granizo fueron determinantes a la hora de evaluar estas mermas. Las empresas, con algo más de espalda financiera, pudieron controlar un poco mejor los daños generados por el clima.

Las proyecciones privadas señalan que para el 2021 se terminarán por comercializar 1,16 millones de toneladas de peras y manzanas en los tres destinos clave para la actividad: exportación, mercado interno e industria. La cifra muestra mermas de poco más de 100.000 toneladas respecto de las colocaciones consolidadas en 2020.

Para el próximo año, los números son aún más complicados. Las primeras estimaciones prevén un volumen de comercialización en torno a las 850.000 toneladas de peras y manzanas. Las cifras mencionadas son solo estimaciones. No se descarta que se ajusten a la baja si aparecen nuevas tormentas anticipando un verano muy inestable.

Mucho de este volumen también dependerá del corte de calidad que se le quiera dar a la cosecha. Es tradicional en el Valle que, cuando hay fuertes mermas como las esperadas para la temporada que se avecina, las empresas flexibilicen los niveles de calidad de fruta a recolectar intentando así buscar compensar las mermas para hacer frente a los compromisos comerciales.


Teniendo en cuenta el piso de pérdida mencionado, el sistema estaría en condiciones de perder más de 70 millones de dólares considerando la proporción de fruta que no se venderá a los mercados externos, interno e industria.

“Todavía es muy temprano para decir cuanto es lo que se va a perder, pero evidentemente está será una cosecha mucho más corta”, confió Agustín Argibay, presidente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI) ante una consulta de Río Negro.

El menor volumen de cosecha terminará por impactar en la demanda de mano de obra, en los niveles de precios que se paguen por la fruta y en quebrantos de muchos productores que les será muy difícil recomponerse de esta situación.

Todavía es muy temprano para decir cuanto es lo que se va a perder, pero evidentemente está será una cosecha mucho más corta”

Agustín Argibay, presidente de CAFI.

La crítica situación que está atravesando el sector del Valle pone nuevamente en agenda la falta de financiamiento que necesita una actividad como la fruticultura. Hace ya décadas que las empresas y productores no pueden acceder a un financiamiento razonable. Esta situación los deja fuera de competencia respecto de otros países productores de pomáceas donde el crédito fluye a tasas de un dígito, tiempos de gracia adecuados y años de repago conforme a las necesidades de la actividad.

Seguramente si hubiese existido financiamiento para invertir en sistemas de protección contra las heladas y el granizo, las mermas de producción que hoy observamos se moderarían y los niveles de calidad de la fruta se elevarían.

Los más de 70 millones de dólares que dejarán de ingresar en la próxima temporada no terminará golpeando solo al sistema frutícola. Los ingresos del Estado se verán afectados por una menor recaudación, el mercado laboral se resentirá por la menor demanda de trabajo y la economía del Valle en su conjunto tendrá menos circulante para gastar.

En definitiva, todos pierden en el país cuando el crédito para la producción no aperece.


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